¿HABLANDO SE ENTIENDEN LOS PRESIDENTES?

Guillermo Deloya
Columnas
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No son tiempos tersos ni de sencillo entendimiento, sin embargo, la comunicación constante y estrecha entre los mandatarios siempre será un aliciente para la cooperación y el terso rumbo de las naciones.

Cada país, en su muy particular manera de procesar la demanda social, establece sus agendas internas y a su vez trata de acoplar la política exterior hacia la satisfacción de la problemática que ronda el ambiente nacional. Por ello la afirmación; no ha sido fácil acoplar los intereses nacionales en una agenda bilateral México-Estados Unidos, sobre todo cuando en ambos países priva un clima de polarización palpable.

Pero más complicado se ha percibido, cuando en razón de un creciente ambiente xenófobo, racista y aislacionista, al migrante mexicano se le llega ya a percibir como un tipo de amenaza pública para ciertos sectores radicalizados en ideologías en el país del norte. Lo que implicaría el arreglo decidido (sumamente anhelado) de una agenda detallada y de urgente implementación en el tema migratorio, parece que inveteradamente encuentra demoras, obstáculos y hasta pretextos convenientes para no llegar a un puerto de resolución que ya es necesario en ambos países.

El problema tiende a la gravedad. Tan solo habrá que tener en cuenta lo masivo en que se han convertido los movimientos de caravanas que se dirigen al norte. Aunado a lo anterior, tiempos arduos se avecinan al retirarse para todos los efectos el llamado Título 42, norma de corte sanitario implementada en tiempos de la pandemia, la cual permitió actos de deportación exprés, con los cuales se mantuvo a raya el fenómeno migratorio desde la herencia de Donald Trump.

Medidas restrictivas

Ante tal escenario, Estados Unidos no podría quedarse de brazos cruzados y por tanto ha iniciado la implementación de varias medidas restrictivas del asilo en la frontera. Se espera que el endurecimiento de la política migratoria sea ya una constante incremental, a pesar de que en el discurso demócrata y el propio del gobierno federal mexicano seamos amigos con entendimientos que optan por rutas humanistas para el trato del fenómeno.

De entrada, el gobierno de Joe Biden calificará como “no aptos” para pedir asilo a todos los migrantes que crucen de manera irregular la frontera y que además no hayan pedido la protección de una tercera nación en su travesía hacia los Estados Unidos.

Queda abierta la posibilidad del legal proceso para solicitar la internación al país del norte mediante el llenado de una solicitud vía la aplicación móvil CBP One. De ahí, serán muy pocos los que obtengan una cita presencial para la presentación de su caso ante una autoridad migratoria, de hecho, se estima que se concederán menos de mil citas diarias para atender la totalidad del flujo migratorio el cual, sobra decir, excede por mucho a tal oferta.

Y el reforzamiento natural para la atención y contención de la ola de migrantes en la frontera sur estadunidense se traduce en el envío de mil 500 militares y un cúmulo de más de 20 mil agentes administrativos y migratorios.

Lo cierto es que sin duda este y otros temas se tenían que platicar entre los presidentes de México y de Estados Unidos. Vendrán tiempos de altísima exigencia en materia migratoria, humanitaria, sanitaria y de seguridad para ambas naciones. Y no es sino en un esquema de cooperación mutua y de pleno entendimiento como se podrá llegar a un escenario controlable.

Diversas organizaciones de protección a los derechos humanos del migrante se han pronunciado con preocupación en torno a lo que se avecina. En el común de la inquietud está el que ahora los migrantes ante la previsible dificultad y cerrazón para el cruce optarán por escenarios más arriesgados en donde los traficantes de personas y el crimen organizado pueden tomar ventaja.

Por otra parte, la necesidad logística y operativa de albergues en el norte mexicano podría desbordarse a grados de peligro, tan solo en Ciudad Juárez, Chihuahua, el propio alcalde de El Paso reveló que están estacionados entre doce y 15 mil migrantes esperando cruzar la frontera.

Es en este escenario de necesidad donde se celebra que se realice una videollamada entre los presidentes. Los votos se hacen para que, por igual, quepa la cordialidad, la cordura y la sensibilidad.