Esta frase, atribuida a Albert Einstein, es más relevante que nunca si la aplicamos a la situación actual de los países que enfrentan un reto gigantesco con el gobierno de Estados Unidos.
Escribo este artículo con la convicción de que México necesita abrirse a nuevas herramientas para resolver la crisis que enfrenta con Estados Unidos. El país ha estado limitado en su capacidad de respuesta y es momento de actuar con estrategias innovadoras.
Uno de los aspectos clave que debe abordar México es la depuración de su clase política, especialmente aquellos funcionarios involucrados con el crimen organizado. Esta acción no solo ayudaría a limpiar la imagen del país, sino que también contribuiría significativamente a mejorar la seguridad en regiones gravemente afectadas por la violencia.
En este contexto, la mediación y la diplomacia juegan un papel fundamental. Tal como lo ha demostrado con gran eficiencia el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, México tiene la oportunidad de llegar a acuerdos sólidos a través del TMEC. Además, cuenta con el respaldo de un canciller brillante, aunque con recursos financieros limitados para apoyar a los consulados en Estados Unidos en este momento tan delicado. Ante este panorama, se requiere no solo creatividad, sino también una gran capacidad de mediación, ambas cualidades que México posee.
Soluciones
En ese sentido, quiero destacar un evento de gran relevancia: el 3 de abril se celebró el Congreso Nacional de Mediación, encabezado por el distinguido maestro Othón Pérez Fernández del Castillo. En ese foro, que se llevó a cabo en el auditorio del Consejo Nacional de Notarios, se plantearon soluciones de gran impacto para mejorar la mediación en el país.
Asimismo, en la revista dirigida por la reconocida Martha Debayle, en una reciente edición, se presenta una interesante conversación sobre la mediación en el ámbito familiar. La charla aborda cómo los conflictos entre hermanas pueden llegar a extremos de enemistad profunda o, por el contrario, resolverse mediante el diálogo y la conciliación. Este es un punto clave: la mediación comienza en casa. Los conflictos entre hermanos son comunes y, en muchas ocasiones, pueden escalar hasta convertirse en disputas graves si no se manejan adecuadamente.
Por ello, recomiendo ampliamente la lectura de esta publicación. La mediación es una herramienta invaluable no solo en la política y la diplomacia, sino también en nuestras vidas cotidianas. Comprender su importancia puede marcar la diferencia entre el conflicto y la paz.