GOYA, GOYA

“Se ha convertido en un estandarte”.

Sergio Pérezgrovas
Columnas
GOYA

El verdadero genio se estremece ante el estado incompleto, la imperfección, y generalmente prefiere el silencio a decir algo que no es todo lo que se debe decir.

Edgar Allan Poe

José Luis Rodríguez Pérez, Palillo, fue estudiante de la preparatoria número 1, ubicada en el Colegio de San Ildefonso en el antiguo barrio universitario, y creó la famosa porra de los Pumas… pero la historia se remonta a muchos años atrás, cuando el poeta veracruzano Manuel Maples Arce, un poeta estridentista que vivió en Tuxpan, Veracruz, inventó el grito de Goya, goya.

Palillo, quien para 1945 estudiaba en la preparatoria nacional, habló con el dueño del cine Goya, ubicado en la calle El Carmen 44, que se inauguró en 1925. Se trataba de un cine piojito donde pasaban películas eróticas y de encueradas. Y como estaba atrás de la preparatoria, era el lugar ideal para irse de pinta.

Así que José Luis consiguió que en la parte de arriba los dejaran entrar sin costo alguno. Dijo que eran como 100 estudiantes. El dueño lo dejó pasar con la condición de que no hicieran relajo. Fue entonces que en el patio de la preparatoria, cuando se querían volar clases, gritaban Goya, goya. Entonces, algunas veces Palillo conseguía una vaquita y se lanzaban al cine.

Originalmente la porra no decía “cachún, cachún, ra, ra”; esa era la clave que inventaron para llamar a las muchachas para cachondear en lo oscurito dentro del cine.

Palillo encabezaba los grupos que animaban el futbol americano de aquella época y, sí, el origen de la porra se remonta a más de 80 años: Palillo decidió crearla para que representara a su equipo de futbol americano y que uniera a los universitarios en los eventos deportivos.

Hay múltiples versiones del verdadero origen y a mí la que más me gusta es la que me contó Palillo. Él trabajó en TV Azteca hasta que murió.

Hay otra, más sofisticada, que dice que la palabra Goya surgió de una adaptación sonora, una especie de onomatopeya que buscaba imitar el sonido de los golpes y los coros de los estadios.

Aunque pueda parecer un simple conjunto de palabras y sonidos sin un significado profundo, para los estudiantes de la UNAM el Goya, goya tiene un significado emocional mucho más amplio. Es una expresión de orgullo y de identidad. Este pinche canto no se limita solo a los eventos deportivos sino que ha trascendido el ámbito cultural, académico y social, convirtiéndose en una tradición que ha acompañado a los estudiantes en marchas, celebraciones y momentos de gran importancia y no de la vida universitaria.

La universidad cuenta con un equipo de futbol americano desde 1927. Este deporte medio salvaje tiene una larga tradición en los circuitos universitarios. Es pues una porra que ha trascendido los años. Sea cual fuere su origen, el caso es que hoy por hoy para los universitarios no solo suena y resuena: se ha convertido en un estandarte.

El juego

Durante un juego de futbol americano que se realizó en el campus de la UNAM, allá por CU, en el pasillo de uno de los vestidores encontraron a un muerto, lleno de pisadas, como si una marabunta hubiera pasado por encima del cadáver. Nadie sabía nada de esas muertes inútiles que no tenían una explicación lógica.

El asunto se complicó porque el muerto traía una camiseta amarilla que el forense logró determinar que era del América. Lo extraño era qué estaba haciendo ese cuate en un juego de americano con la playera de uno de los equipos mexicanos más queridos y más odiados del soccer.

Cuando llegó Tristán fue con el velador, pues ya el estadio estaba vacío; este le platicó que el sujeto era como una piedrita en el arroz, pues se distingue que andaba medio perdido, que además empezó a gritar cosas contra los jugadores de americano. Cuando terminó el partido se quedó en medio del pasillo y fue arrollado por una multitud enardecida por haber ganado el juego y con ello la copa de final de curso.

Cuando la jefa de Tris, ya en la oficina, le preguntó al policía, este le contestó:

—Al parecer lo aplastaron al salir, pero yo encontré que tenía una puñalada, que fue en realidad lo que lo mató, ya que todas las pisadas en el cuerpo fueron posmortem. Su culpa fue meterse en un lugar donde no se quiere a los americanistas. El fanatismo no solo se da en lo religioso o lo político: el deporte saca lo mejor y lo peor de nosotros.

Nunca encontraron al culpable; había más de cinco mil asistentes.