G7

Guillermo Deloya
Columnas
G7

La congregación más importante de países con un muy elevado grado de desarrollo viene a representar hoy un especial interés por la alineación que se tiene respecto de otras dos potencias que no son parte de este selecto grupo. El Grupo de los Siete (G7) sesionó en Hiroshima con la imponente presencia de Estados Unidos, Canadá, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Japón: de ahí se vislumbra un rumbo que habrá que analizar en torno de tres importantes vertientes.

En primer término, en todas las mesas de reunión, así como en la plenaria, salió a relucir la gran preocupación respecto de China y su inobjetable posicionamiento como el actor económico con mayor expansión a nivel global. En antelación a la reunión del G7 Xi Jinping congregó a las repúblicas que hasta hace tiempo habían pertenecido a Rusia y que ahora representan una real puerta para la hegemonía en la región de Asia central.

Así, mientras Rusia se da vueltas de cordel en una guerra de final reservado, el monstruo asiático se consolida para generar una zona de influencia con Kirguistán, Kazajistán, Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán. Por otra parte, tal reunión celebrada en la imperial ciudad de Xi’an representa un apoyo implícito y una inyección de confianza para las repúblicas centroasiáticas, que ineludiblemente aún dependen en demasía de Moscú. Con la palmada en la espalda, ahora saben que la escalera de emergencia puede estar en China.

Y además China resurge en la etapa pospandémica como un inversor internacional con recursos que parecerían ilimitados. Ahí finca un especial poder de convencimiento sobre las bondades de sus inversiones en países más pobres, que hace contrapeso a la presión que grupos como el G7 y sus integrantes en lo individual tratan de realizar respecto a la defensa del orden internacional.

El sistema de valores en defensa de la democracia y los derechos humanos que sostiene el G7 se hace borroso cuando una cuantiosa y líquida inversión proveniente de China no se condiciona al cumplimiento de dichos parámetros en países latinoamericanos donde aún se asoman las tentaciones autoritarias.

Mensajes

China es en verdad un factor de descontrol para la seguridad económica global que promueve el G7, en tanto no se recompongan también las cadenas de suministros tecnológicos que hoy por hoy son territorio que domina ese país. Una preocupación constante, subrayadamente de EU, es cómo sus aliados asiáticos del grupo podrán suplir la enorme dependencia de provisión tecnológica que actualmente les da Taiwán.

En un segundo punto de análisis es destacable cómo el G7 se constituye en un frente de apoyo incondicional para la causa ucraniana. La presencia de Volodímir Zelenski resultó en un provechoso cabildeo que le significa apoyos materiales bélicos sumamente importantes para resistir el embate ruso, que tiende a prolongarse indefinidamente.

De forma paralela, y a efecto de mandar un sonoro mensaje, Rusia proclamaba la ocupación de Bajmut y desplegaba banderas de grandeza ante un Zelenski cobijado por las siete potencias. Así, el presidente ucraniano logra de tal estancia el suministro de unos 380 millones de dólares en municiones y armamento; eso sin contar el envío de aviones F-16 que en próximas semanas proveerán los aliados de los norteamericanos. El presidente ucraniano no solo se retiró del G7 con provisiones para la guerra sino con una manifestación unánime de apoyo hacia la causa de la paz en dicho país.

Y en un último cajón de este repaso encontramos el papel de los aliados invitados al grupo. Ahí desafortunadamente nuestro país no fue convocado. Tal situación representa una muestra de la pérdida de presencia internacional y de peso en la geopolítica que México experimenta. Aun cuando los temas que pasan por el análisis de la gran estrategia económica y comercial tienen mucho que ver con las políticas que nuestro país en su calidad de articulador y puente regional sostiene, México sencillamente fue excluido de la gran mesa de las naciones poderosas. Y aunque Brasil todavía sostiene una posición ambigua en ese concierto de decisiones, ahí estuvo convidado, junto con Indonesia, India, Corea del Sur, Australia y Vietnam.

Estamos en una época de cambios. ¿Un G7 es todavía un contundente actor en estos rumbos?