No quiero ser pesimista, pero si uno pone atención a los acontecimientos recientes fácilmente podría llegar a la conclusión de que el mundo se encamina hacia un final pronto y fatídico.
El ejemplo obvio es la reciente pandemia que fulminó a millones de personas (y que representó apenas el preámbulo de algo mucho peor, según expertos). Pero también está el crecimiento desmedido de la Inteligencia Artificial (IA), la cual ya se usa en escenarios bélicos para seleccionar blancos de manera semiautónoma y exterminarlos. O qué tal Rusia, que amenaza con el uso de armamento nuclear en su guerra con Ucrania. Y no olvidemos la posible guerra entre China y Taiwán (¡o entre Irán e Israel!), que podría causar una Tercera Guerra Mundial. ¡Ah, claro! Tampoco olvidemos la eterna amenaza del cambio climático que nos achicharrará a todos.
¡No hay tregua, señores! Pero estoy seguro que no vinieron aquí a deprimirse. Así que mejor tomemos la premisa del fin del mundo, pero démosle un spin más divertido. El ejercicio macabro que les traigo vino como inspiración de un gran episodio del podcast RadioLab (The Cataclysmic Sentence) donde cuentan esta historia:
Un día de 1961 el famoso físico Richard Feynman se paró frente a una sala de conferencias de Caltech y planteó esta pregunta a un grupo de estudiantes universitarios: “Si de pronto ocurriera un evento cataclismo donde todo el conocimiento científico fuera destruido y solo un enunciado pudiera ser transmitido a la próxima generación de supervivientes, ¿qué declaración dejarías para la posteridad que contenga la mayor cantidad de información en la menor cantidad de palabras?”
Feynman tenía una respuesta bastante buena a su propia pregunta: dejar como último mensaje la Hipótesis Atómica, que establece: “Todas las cosas están hechas de átomos; que son pequeñas partículas que están en perpetuo movimiento; las cuales se atraen cuando están a cierta distancia, pero se repelen cuando son apretadas una contra la otra”.
¡Truchas!
Para Feynman uno puede ir desenvolviendo esta simple frase para revelar absolutamente todas las leyes de la física. La primera parte de su enunciado te explica de qué está hecho todo en el Universo (átomos). La segunda parte (su movimiento) te abre la puerta a la electricidad, la energía de vapor, la ciencia para volar y otras miles de cosas. La tercera parte (cómo los átomos interactúan entre ellos) te permite entender toda la química y la biología (creación de moléculas, proteínas, todo tipo de materiales, etcétera).
Ahora bien, ni mis amigos ni yo somos físicos, ni somos expertos en la estructura básica del Universo, ni tampoco somos ganadores de un premio Nobel. Pero aún así decidimos entrarle al quite y dejar nuestras frases para la posteridad.
Empiezo yo: La mayoría de las enfermedades son causadas por seres microscópicos que podemos combatir con toda clase de medicamentos.
Daniel Morales (biotecnólogo): Puedes conocer la causa de todo fenómeno por medio de observación y manipulación cuidadosa.
Luisa Cantú (periodista): El patriarcado y el capitalismo solo causan muerte y destrucción.
Deborah Martínez (investigadora): Todos estamos conformados por células y cada una de ellas tiene nuestro código genético. Revisen eso.
Fernanda Kuri (consultora de imagen): ¡Dios no existe!
Gaby Berardi (rockstar): No existe el conocimiento absoluto: siempre hay una siguiente interrogante.
Angel de la Rosa (financiero): C16H18N2O4S (esto se llama “penicilina”: ¡úsenla!)
David Guajardo Ruz (poeta): Maussan tenía razón.
¿Podrá recuperarse la humanidad con alguna de estas instrucciones? ¡Puede ser! Por lo tanto, mientras navegamos por estos tiempos turbulentos, tomen este mismo ejercicio como oportunidad para divertirse de manera perversa con sus amigos. ¿Cuál es el enunciado que tú transmitirías a la próxima generación, que contenga la mayor cantidad de información en la menor cantidad de palabras? ¡Pónganse truchas, porque parece que nos queda poco tiempo!