Las series que giran en torno de la vida de líderes de grupos criminales han tenido un relativo éxito tanto en la televisión abierta como en los sistemas de pago o de streaming. Algunas incluso se han prolongado por varios años y temporadas debido a la aceptación social que logran.
Ficción o realidad disfrazada, lo evidente es que se trata de un producto comercial que han acaparado algunas casas productoras.
El contenido y sus efectos están a la vista prácticamente de todas las personas, por lo que es más que adecuado que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo sugiriera que las series sobre el narcotráfico acercan a los jóvenes al crimen organizado al mostrar una visión idealizada de la vida delictiva.
La presidenta señaló sin titubeos que “durante un periodo muy grande se promovieron mucho series de televisión haciendo apología de los grupos delictivos, como si ser parte de un grupo delictivo llevara a una vida de lujos, con una visión además relacionada con (tratar a) las mujeres como objetos”, y con ello puso en claro la posición de un importante sector de la sociedad que cuestiona y descalifica ese tipo de contenidos.
Sheinbaum advirtió que “esta visión que hace apología de los grupos delictivos puede generar en algún joven la idea de que si se acerca a un grupo delictivo va a tener una opción de vida como esa; y en realidad es una opción de muerte, porque ponen en riesgo su vida acercándose a una práctica ilícita”.
Reorientación
De ahí que el eje de la estrategia de seguridad sea la “atención a las causas de la violencia”, lo que implica “que ningún joven pueda acercarse a un grupo delictivo” y evitar que sean cooptados, como lo documentó un reportaje de The New York Times sobre estudiantes de química que supuestamente reciben entre 800 y mil dólares al mes del Cártel de Sinaloa para elaborar fentanilo más potente y encontrar una sustitución a los precursores químicos de Asia.
Lo que se busca, en palabras de la presidenta, es “ofrecer acceso a una opción de vida distinta a la que significa la violencia, que ningún joven en México tenga que optar por la violencia o acercarse a un grupo delictivo”.
En este campo habría que ver si las expresiones de Sheinbaum inciden en la producción de ese tipo de series, pero sobre todo en la programación de las televisoras y cadenas de streaming.
Al margen, en el México real, en el municipio de Coalcomán, Michoacán, el 10 de diciembre de 2024 se llevó a cabo un evento, con la asistencia de la presidenta municipal Anabel Ávila, en el que se agradeció públicamente a Nemesio Oseguera Cervantes y sus hijos por los obsequios que serían distribuidos entre los asistentes. Lo que dejó al descubierto una aparente convivencia perniciosa entre el Cártel Jalisco Nueva Generación y las autoridades locales, donde los pobladores serían mudos testigos y en el mejor de los casos beneficiarios de prebendas de oscuro origen.
Los cuestionamientos sobre la presencia de la presidenta municipal y la realización del evento, ligados a las voces que demandan su destitución, no se hicieron esperar. El gobernador Alfredo Ramírez Bedolla se pronunció por la destitución de la presidenta municipal: “En Michoacán condenamos la apología de quienes promueven la violencia. Por ello, pedimos a la FGR investigar a fondo a las autoridades municipales de Coalcomán por su probable vinculación con un grupo delictivo”.
La postura de Sheinbaum sobre este episodio sentará a su vez precedente y marcará línea a nivel nacional. La presidenta señaló que “se está haciendo una investigación de la presidenta municipal, si tiene nexos o no con este grupo delictivo o por qué se presentó esta lona. Siempre hay que hacer investigaciones, no puede uno juzgar de inmediato, uno no es juez. Tiene que haber una investigación de la Fiscalía y en todo caso, si se encuentra algún vínculo, pues que sea presentado ante un juez”.
Forma y fondo en el desarrollo de la política y la vida pública. Los señalamientos buscan, en concreto, una reorientación conductual en general, en pro de las futuras generaciones.