El feminismo tiene más detractores que militantes. Cómo no, si es un saboteador. Es un saboteador de la normalización de la violencia, es un saboteador de la idea de la mujer como el sexo débil, es un saboteador de perpetuar el abuso, el acoso, la dominación.
El feminismo es un saboteador de saboteadores: esos seres que intentan convencerte de que a las mujeres no nos alcanza el cerebro para tareas complejas que transformen, no importa la enorme cantidad de evidencia en contra que existe al respecto.
Algunas ideas saboteadoras de cadenas que el feminismo me ha enseñado se encuentran en los múltiples libros que se han escrito para explicar por qué somos como somos y estamos como estamos, y por qué es necesario reflexionar si en verdad está funcionando:
“Enséñale a nunca universalizar sus propios estándares o experiencias. Enséñale que sus estándares son solo para ella, no para otras personas. Esto es la única forma necesaria de la humildad: el reconocimiento de que la diferencia es normal”. Chimamanda Gnozi Adichie, en Dear Ijeawele or A feminist manifesto in fifteen suggestions.
“¿En cuántos casos las mujeres no se atreven a cultivar un talento, a llevar hasta sus últimas consecuencias la pasión de aprender, por miedo a la soledad, al juicio adverso de quienes las rodean, al aislamiento, a la frustración sexual y social que todavía representa entre nosotros la soltería?” Rosario Castellanos en Mujer que sabe latín.
“Es aberrante que las chicas jóvenes piensen en el suicidio porque hay rodando por ahí unas fotos en las que aparecen pasándosela muy bien con un chico que les gusta. Quien debería pensar en ahorcarse es quien se escuda en su privilegio machista para rebajarlas”. Virginie Despentes en Querido comemierda.
“Convendría empezar a considerar el amor como una acción más que como un sentimiento, puesto que de este modo asumiríamos automáticamente una parte de responsabilidad por ello. A menudo se nos enseña que no tenemos control sobre nuestros ‘sentimientos’, y, sin embargo, admitimos sin ningún género de dudas que las acciones que realizamos son el resultado de una elección, que la intención y la voluntad desempeñan un papel decisivo en todo lo que hacemos”. bell hooks, en Todo sobre el amor.
Ignorar
“La sumisión histórica de las mujeres nunca se habría conseguido sin el uso continuado de la violencia, especialmente frente a las mujeres que alzan su voz (desde la quema de brujas a Malala, desde Olimpia de Gouges a Ana Orantes)”.Nuria Varela en Cansadas.
“Me quedo con las maternidades subversivas que dejaron de escuchar consejos y de leer revistas, que se permiten maternar libres de mandatos, caretas y de hipocresía. Con la maternidad que es deseada o no es”. Georgina Orellano en Puta feminista.
“La perversidad de nuestras sociedades es bombardearnos instándonos a la heterosexualidad y, al mismo tiempo, educar y socializar metódicamente a hombres y mujeres para que sean incapaces de entenderse. Ingenioso, ¿verdad? Las parejas que se adapten a pies juntillas a sus guiones de género respectivos tienen muchísimas probabilidades de hacerse sumamente infelices. Esos guiones producen, por una parte, a una criatura sentimental y dependiente, con demandas tiránicas, que se implica excesivamente en la esfera afectiva y amorosa, y por otra, a un grandullón rudo y de pocas palabras, que se encierra en la ilusión de una autonomía feroz, que parece estar siempre preguntándose por qué dramática falta de vigilancia ha podido caer en esa emboscada”. Mona Chollet en Reinventar el amor.
Así que ya sabes, la próxima vez que alguien, en un intento de sabotaje, pronuncie frente a ti: “Es que ni las mujeres saben qué quieren las mujeres”, recuerda que hay miles de respuestas en los libros que quizás hasta ahora has preferido sabotear involuntariamente ignorar.