Quienes siguieron de cerca las elecciones en Estados Unidos seguramente se dieron cuenta de que tanto demócratas como republicanos hicieron uso de distintas celebridades para reforzar su presencia entre el electorado. Por ejemplo, Kamala Harris recurrió a los Vengadores de Marvel para hacer promoción, mientras que Donald Trump contó con el respaldo del Undertaker y Hulk Hogan, figuras prominentes de la lucha libre estadunidense. Estas son solo algunas menciones; varios famosos mostraron su apoyo a ambos candidatos.
Es interesante observar cómo esta dinámica afecta la percepción de los votantes. La presencia de figuras conocidas puede legitimar a un candidato o causa ante ciertos segmentos de la población, generando mayor interés y participación. Sin embargo, también plantea preguntas sobre la profundidad del compromiso político y si el apoyo se basa en afinidades ideológicas o en relaciones comerciales.
Son estrategias para llegar a ciertos públicos, de eso no hay duda, pero llama la atención su uso político. Se cree erróneamente que el mundo del entretenimiento es ajeno a la política, cuando en ocasiones están más cercanos de lo que uno puede pensar. Asimismo, la sociedad suele otorgarles valor a sus comentarios políticos o al menos parece ver con agrado y grata sorpresa cuando un artista se pronuncia por una causa.
Lo cierto es que no deben ser vistos como individuos alejados del ámbito político. Al igual que el resto de la población, tienen sus opiniones. El alcance de los medios masivos les permite transmitir mensajes a audiencias más amplias. No tiene sentido pensar si está bien o mal, pues es ya una característica de la era actual.
Convergencia
Esta relación refleja cómo los medios de comunicación han evolucionado y cómo las estrategias políticas se adaptan a las tendencias actuales. Las celebridades se han convertido en aliados valiosos para los partidos y candidatos que buscan destacar en un panorama saturado de información y responden a la necesidad de la sociedad de acceder a esta.
No obstante, también es cierto que se pueden convertir en una herramienta política, incluso más allá de sus propias convicciones. No es raro encontrarse con figuras que hacen propaganda a un partido político cuando existe una compensación monetaria. Aunque no diría que son artistas, en México varios influencers se han convertido en propagandistas durante tiempos de elecciones. Los casos más notorios han sido los del Partido Verde. Fue una estrategia que, si bien criticada, mostró que muchas de estas figuras carecen de responsabilidad frente a su audiencia. Este caso habla de promoción política disfrazada de contenido neutral, que a fin de cuentas puede manipular la opinión pública y distorsionar la información que llega a los ciudadanos.
La convergencia entre política y entretenimiento es un reflejo de la sociedad contemporánea, donde las líneas entre ambos campos se vuelven cada vez más difusas.
Este fenómeno continuará evolucionando a medida que las plataformas digitales y las redes sociales sigan moldeando la forma en que consumimos información y participamos en el discurso público.