Hoy es el mañana por el que te preocupabas ayer.
Dale Carnegie
Algunos de nosotros somos preocupones por naturaleza. Pensamos en miles de escenarios diferentes ante situaciones distintas y nos preocupamos por diversas cosas. Tal vez lo aprendimos de nuestros padres, quizá nuestro cerebro está cableado así o bien, por experiencias propias y personales, creemos que podrían suceder siempre muchas cosas difíciles.
Sin embargo, poco nos puede dar una preocupación constante, además de un fuerte dolor de cabeza o mucha ansiedad. A decir verdad, ¿sabías que las preocupaciones que tenemos por lo general no se hacen realidad?
De acuerdo con un estudio realizado en la Universidad de Penn State las cosas por las cuales nos preocupamos rara vez se convierten en realidad. Y para llegar a esta conclusión el equipo de investigadores pidió a los participantes, quienes padecían de trastorno de ansiedad generalizado, que escribieran sus preocupaciones específicas, cada vez que las tuvieran, por un periodo de diez días seguidos.
Además de esto, cuatro veces al día se pedía a los voluntarios por mensajes de texto que registraran cualquier preocupación de las últimas dos horas, para asegurarse de que se contabilizaban tantas preocupaciones como fuera posible.
A continuación, los participantes en el estudio revisaron su lista de preocupaciones cada noche durante los 30 días siguientes para comprobar si alguna de ellas se hacía realidad.
Para comprobar esto los investigadores se centraron en las preocupaciones que podían ponerse a prueba en el periodo de 30 días; por ejemplo, “seguro reprobaré mi examen de matemáticas mañana”; y dejaron fuera preocupaciones como “creo que me puede dar cáncer en algún momento de mi vida”.
Con estos tipos de pensamientos, en promedio los participantes mostraron entre tres y cuatro preocupaciones comprobables diariamente.
Engaño
Después de analizarlas, los expertos concluyeron que 91% de las preocupaciones eran falsas alarmas. Del 9% restante de preocupaciones que se hicieron realidad el resultado fue mejor de lo esperado en alrededor de un tercio de las ocasiones. Y para uno de cada cuatro participantes, exactamente ninguna de sus preocupaciones se convirtió en realidad.
Estos resultados ponen en cuestión algo que los autores llaman el “engaño de la preocupación”.
De acuerdo con Lucas S. LaFreniere y Michelle G. Newman engaño es una buena palabra para describir la naturaleza de la preocupación, que implícitamente nos exige que le prestemos atención porque la amenaza es real, pero en realidad es casi siempre una falsa alarma. Por ello los autores indican que las personas que se preocupan mucho “ven la preocupación como un medio valioso para afrontar las cosas”, es decir, pueden considerarla útil para detectar y prevenir verdaderas amenazas o para evitar verse sorprendidos cuando ocurren cosas malas.
Sin embargo, al observar los datos reales sobre sus preocupaciones, probablemente estas personas cambien sus creencias sobre su verdadera utilidad.
Si bien este estudio se basó en las preocupaciones de un número pequeño de voluntarios que además padecían de ansiedad, es un buen comienzo para indicar que la mayor parte del tiempo dichas ideas de preocupaciones no se vuelven realidad.
Y tú, ¿eres una persona preocupona?