LAS ESPECULACIONES SOBRE LA PRESIDENCIA DE TRUMP

“Tres variables que deben ponderarse”.

Javier Oliva Posada
Columnas
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Casa Blanca

Tan intensa como ambigua es la discusión pública y política respecto de la forma en que habrá de dirigir los destinos de su país y de buena parte de las reglas en los juegos de poder mundiales el próximo presidente de Estados Unidos: desde la hipotética conclusión de la invasión rusa a Ucrania, pasando por la disminución de las tensiones en Oriente Medio y la diversidad de escenarios respecto de las relaciones con los gobiernos de América Latina, hasta las nuevos vínculos con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Unión Europea (UE), no cabe duda de que su lema de “Hacer a América grande de nuevo”, al menos por la evidente influencia de su país, ya lo comenzó a cumplir.

Desde luego que en México la discusión y especulaciones están muy encendidas, más aún después de la llamada telefónica entre la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y el presidente electo Donald Trump. Las versiones dadas por ambos son, si no diametralmente opuestas, sí muy diferentes.

Pero hay sorprendidos, no sorpresas. Me refiero al conocido estilo intempestivo y teatral del futuro mandatario estadunidense. Con el antecedente de su primera presidencia tenemos en la mesa de análisis suficientes elementos para ponderar lo que será su segundo y último mandato. Esto es determinante para prever que sus acciones estarán guiadas por “la última oportunidad”.

En este contexto, en nuestro debate se ha considerado poco que la sucesión de Trump ya empezó. Las implicaciones de dicha situación las conocemos muy bien. Es una de las principales reglas no escritas de nuestro sistema político. Bajo esa perspectiva las y los distintos aspirantes a llegar a la Casa Blanca en enero de 2029 asumirán esa tarea desde el primer día de la próxima administración y actuarán de forma más radical que el mismo Trump para hacerse de su simpatía y confianza, así como poder ir formando una imagen de ser la o el heredero del capital político que eventualmente el presidente pueda acumular.

Factores

Pero el abanico no se limita a los funcionarios de la alta burocracia. También hay gobernadores, como el de Texas, Greg Abbott, así como empoderados empresarios que pueden aspirar o influir de manera definitiva, como ya lo hace Elon Musk. Esta es otra variable que poco se considera en el popular ejercicio de intentar adivinar el actuar de Trump.

Nos encontramos así ante una realidad ya apuntada por Karl Marx en su fundamental obra de El Capital, volumen I, capítulo XXIV, referente a la acumulación originaria. Allí da cuenta de cómo la relación intrínseca entre el Estado y el capital establece una serie de condiciones que perpetúan las desigualdades. De ahí la histórica necesidad de marcar diferencias y, sobre todo, atribuir a las estructuras de gobierno un claro y determinante enfoque social y colectivo.

Otro factor que tampoco ha sido tomado en cuenta lo suficiente es la resistencia que habrá para varias de sus anunciadas medidas de política interna. Sobre todo en aquellos estados de EU donde además de haber perdido la elección popular (voto a voto) hay una dilatada tradición liberal demócrata; por ejemplo, Washington, Oregón y California, que son las tres entidades de la costa Oeste de las fronteras de Canadá a México; o también los estados de la costa norte del este. Es decir, que tampoco se trata de que en la sociedad de ese país se vayan a aceptar de manera dócil y unánime cada uno de los programas y políticas del futuro gobierno.

Estas tres variables deben ser ponderadas por las estructuras del gobierno mexicano, pues le aportarán guías para la acción.

En resumen: Donald Trump no tiene más tiempo que los cuatro años de su mandato; la sucesión para sustituirle ya comenzó; y las oposiciones institucionales, así como las sociales, tendrán un importante papel. Los tres son factores internos determinantes para la política interior de ese país.