ESCALADAS DIPLOMÁTICAS Y MILITARES DE LOS CONFLICTOS

“Vivimos horas de tensión”.

Javier Oliva Posada
Columnas
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Conflictos

Me refiero al curso de la invasión de Rusia a Ucrania y al conflicto bélico entre Israel y las organizaciones terroristas de Hamás y Hezbolá. Los diversos esfuerzos de la comunidad internacional y de los organismos multilaterales han fracasado uno tras otro. A la vista solo se perciben escenarios que van de malos a pésimos. De manera desafortunada y simultánea, en ambos contextos se suceden noticias y decisiones por parte de los tomadores de decisiones directamente involucrados, que alejan las condiciones para un mínimo diálogo. Ni pensar por ahora en procesos consistentes para construir la paz.

Como he apuntado en anteriores entregas, la invasión rusa marca una ruta muy peligrosa para la extensión física y cronológica de un nuevo tipo de guerra donde la nueva tecnología, sobre todo por lo que hace a los drones, se aplica con sorprendente capacidad de destrucción y de letalidad.

No hay por el momento una forma efectiva y confiable para detener u obstaculizar las decenas de esos aparatos que integran verdaderos enjambres. Recordemos que dron en inglés significa “abejorro”. En función de su autonomía de vuelo y al no ser tripulados, en los hechos no hay frentes de guerra delimitados, ni tampoco hay instalación que esté fuera de su alcance. Los drones han sido utilizados extensamente tanto por Rusia como por Ucrania.

Un paso más hacia una guerra de mayor amplitud la dio el presidente de Estados Unidos, Jospeh Biden, al autorizar la utilización de misiles de largo alcance que fueron proporcionados a Ucrania por su país en meses recientes. Tan solo horas después fueron desplegados y lanzados a la región de Kursk, en pleno territorio ruso.

En prevención a la respuesta de Vladimir Putin el personal de las embajadas de Estados Unidos, España e Italia, entre otras, decidieron cerrar sus instalaciones, retirar a los funcionarios y prevenir a sus connacionales para abandonar Kiev e incluso Ucrania. Estos hechos incentivaron, por supuesto, la respuesta de la amenaza nuclear del mismo presidente ruso, así como altos funcionarios tanto civiles como militares.

Involucramiento de terceros

Al momento de redactar esta colaboración se tienen reportes de intensos preparativos de parte de las Fuerzas Armadas rusas para una respuesta contundente e incremental respecto de los bombardeos misilísticos procedentes de Ucrania.

Las condiciones, sin lugar a dudas, van empeorando pese a la forma increíblemente superficial con que se toma por parte de analistas, comentaristas e incluso medios digitales de comunicación.

Esta situación me recuerda el extraordinario libro de Christopher Clark, Sonámbulos. Cómo Europa fue a la guerra en 1914 (Galaxia Gutenberg). La trama central es cómo sin darse cuenta los emperadores y líderes políticos de la época fueron cruzando líneas rojas hasta llegar a lo que se le denominó “guerra toral”.

También Ucrania ha utilizado los misiles de fabricación británica Storm Shadow. Estos se suman a los ATACMS de manufactura estadunidense, mientras que la respuesta rusa fue lanzar de inmediato misiles intercontinentales desde la región de Astracán, logrando destruir zonas industriales en el centro de Ucrania. Se han dado pasos en la ruta de la polarización y la escalada militar. Vivimos horas de tensión.

Por su lado, en la situación en Oriente Medio de nueva cuenta Estados Unidos vetó la resolución unánime del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para aplicar un alto al fuego de manera inmediata. Con esto la posibilidad de un involucramiento directo de otros países de la zona es más que posible.

Una consideración adicional: la proximidad geográfica de los dos escenarios bélicos.