ENCUENTRAN CLAVE PARA LOGRAR UN ENVEJECIMIENTO SALUDABLE

“Una especie de piedra filosofal moderna”.

J. Alberto Castro
Columnas
Envejecimiento saludable

Hoy por primera vez en la historia de la humanidad muchas personas viven más de un siglo: de acuerdo con la División de Población de la ONU en 2021 vivían en el mundo más de 621 mil personas de al menos 100 años y se prevé que ese número supere el millón para finales de esta década.

Por su lado, los científicos buscan que vivamos incluso más que eso, pero con buena salud.

El aumento de la esperanza de vida en los países de economías avanzadas e incluso en los países emergentes es una realidad y expertos en muchas áreas del conocimiento científico consideran que la esperanza de vida con salud es posible y puede seguir aumentando.

Las investigadoras Leonor Pérez Martínez y Martha Pérez Domínguez, del Instituto de Biotecnología de la UNAM, indagan y efectúan distintos experimentos en su laboratorio dirigidos a descifrar el proceso de desarrollo y mantenimiento de la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez.

Su búsqueda se inspira en la científica estadunidense Marian Diamond (1926-2017), descubridora de la neuroplasticidad, hallazgo que rompió el paradigma de que el cerebro es un órgano rígido e invariable que se degenera a medida que envejecemos. Sus investigaciones probaron que un entorno estimulante y realizar actividades enriquecedoras se relacionan con el desarrollo del cerebro. Bióloga y anatomista, otra de sus principales contribuciones no solo fue comprender que los componentes estructurales de la corteza cerebral pueden ser alterados, sino que los cambios pueden ocurrir a cualquier edad.

La plasticidad cerebral es la asombrosa capacidad del sistema nervioso para modificarse a sí mismo a lo largo de la vida, tanto en su función como en su estructura. Esto implica la capacidad de reorganizar las funciones de diferentes áreas en respuesta a nuevas demandas o lesiones, así como de cambiar la arquitectura del cerebro mediante la formación de nuevas conexiones neuronales (sinapsis) o el fortalecimiento de las ya existentes por remodelación sináptica.

Alcanzar el envejecimiento saludable es un gran desafío, ya que la ONU y la Organización Mundial de la Salud (OMS) estiman que en 2050 habrá más de mil 600 millones de personas mayores de 65 años.

Precisamente, las académicas Pérez Martínez y Pérez Domínguez, en un artículo publicado en la revista Biotecnología en Movimiento, apuntan: “En neurociencias, el campo de la ciencia que estudia al sistema nervioso, la idea de ambiente enriquecido (AE) ha ganado relevancia debido a su capacidad para promover la plasticidad cerebral. Un AE es un entorno que proporciona una amplia estimulación sensorial, motora, cognitiva y social; es decir, una experiencia compleja que si es lo suficientemente novedosa y desafiante puede provocar modificaciones benéficas y, lo que es más importante, duraderas en el funcionamiento cerebral, lo que contribuye a un envejecimiento saludable”.

Según ellas, el AE es una especie de piedra filosofal moderna para alcanzar el envejecimiento sano, con base —por supuesto— en los aportes de Diamond y su equipo, que experimentó con ratas y concluyó que los cerebros de todos los animales, incluyendo los humanos, se benefician de un ambiente enriquecido y que los entornos empobrecidos en términos de estimulación de actividades pueden disminuir la capacidad para aprender.

Receta

Aunque en 1960 ya se habían identificado los cambios químicos en el cerebro asociados al AE, fue Diamond quien descubrió los cambios físicos inducidos en el cerebro por el AE, tanto en las neuronas como en la glía (otro tipo de células del sistema nervioso que desempeñan un papel crucial en el soporte, protección y funcionamiento de las neuronas), demostrando que el sistema nervioso no está limitado solo por la genética. Ella compartió su receta para mantener el cerebro en buena forma a lo largo de la vida: simplemente hay que usarlo, desafiarlo con nuevas experiencias, buscar la novedad, cultivar el amor, mantener una buena alimentación y hacer ejercicio físico.

En ciencia nada es casual. Antes que Diamond la base del concepto actual sobre la plasticidad neuronal inducida por AE proviene de los trabajos pioneros de Donald Hebb, sicólogo canadiense que revolucionó la neurosicología. Fue durante la década de 1940, de manera fortuita, cuando descubrió que las ratas que tenía como mascotas en su casa resolvían tareas de aprendizaje y memoria mejor que las ratas de laboratorio.

Tras los hallazgos de Hebb y Diamond, hoy sabemos que los beneficios del AE son más complejos y no se limitan al sistema nervioso. Por ejemplo, distintos estudios han revelado que la exposición temprana al AE tiene efectos duraderos, incluso si dicha exposición fue temporal, y sorprendentemente estos efectos positivos pueden ser heredados a las siguientes generaciones.

Investigaciones recientes en neuroinmunología demuestran que el AE también influye en el sistema inmune, en el metabolismo e incluso en la microbiota intestinal, así como en la interacción entre estos sistemas. En cuanto al sistema inmune, el AE tiene un impacto positivo al reprogramar las respuestas inflamatorias hacia un contexto antinflamatorio.

En el laboratorio de Pérez Martínez y Pérez Domínguez se han encontrado evidencias que indican que el AE disminuye las alteraciones metabólicas inducidas por la ingesta de una dieta alta en grasa. Estudiantes del laboratorio observaron que el AE en ratones con obesidad mejora el funcionamiento del hígado, el tejido adiposo y el hipotálamo, una región cerebral clave que regula la ingesta y el gasto energético. De manera interesante, estudios previos demuestran que la microbiota intestinal, conformada por las comunidades de microorganismos que habitan en nuestros intestinos, también tiene un papel importante en los efectos positivos del AE.

Actualmente, las expertas de la UNAM exploran si la transferencia de microbiota de ratones con obesidad que fueron expuestos al AE puede provocar una mejora metabólica en ratones que no tuvieron dicha estimulación. Otros trabajos del grupo encontraron que el AE protege contra el desarrollo de colitis y de la enfermedad de Alzheimer en modelos animales.

Horizonte esperanzador

En el caso de los humanos, trabajos de investigación indican que las personas que aprendieron otro idioma o practicaron música tienen menos deterioro cognitivo en la vejez y que incluso el ambiente enriquecido (AE) promueve mejoras en tareas de aprendizaje y memoria en personas mayores. Aún falta realizar más estudios sobre los diferentes efectos del AE en la salud, pero definitivamente el panorama es alentador.