EL ENIGMA Y EL PIRÓMANO

Juan Pablo Delgado
Columnas
Kamala Harris y Donald Trump

¡Cómo cambian las cosas en un par de meses! Apenas en junio la elección de Estados Unidos parecía un asunto concluido: Joe Biden estaba muerto sin saberlo y votar sería un simple trámite para que Donald Trump regresara triunfante —con todos sus delirios e inseguridades— a la Casa Blanca el próximo año.

Pero el debate presidencial del 10 de septiembre —sumado a los cambios en las encuestas— muestra un tablero completamente distinto. Hoy la posibilidad de una presidencia de Kamala Harris es cada vez más real. Obviamente no podemos subestimar a Trump y su genética de hierba mala; y si las cosas mutaron de manera tan radical en dos meses, cualquier cosa podría pasar de aquí a la elección.

Ante un ambiente tan incierto uno se ve obligado a recurrir a la especulación. Y hoy no existe un tema más sabroso para rumiar que el tipo de relación que existirá entre la futura presidenta Claudia Sheinbaum y el próximo mandatario de EU. ¿Veremos cuatro años de misoginia y sexismo si gana Trump? ¿Presionará Harris a México para evitar que el Congreso haga y deshaga a su antojo las leyes de nuestro país? ¿Implosionará la relación bilateral en el próximo sexenio?

Si ustedes creen que yo tengo estas respuestas, lamento decepcionarlos. Lo que sí puedo ofrecerles es un análisis de tres temáticas fundamentales para México y la posición que cada candidato ha tomado sobre ellas.

Amenazas

Tarifas económicas Uno de los principales problemas con Trump es su fijación con imponer tarifas a las importaciones que entran a EU. Esta medida de presión diplomática y económica vio su máximo esplendor con las tarifas contra China; aunque también las impuso contra aliados como Japón y Corea del Sur. Ahora la amenaza viene hacia México: Trump ha dicho que impondrá aranceles a los automóviles que vengan de nuestro país… ¡y que se chingue el TMEC si es necesario! De hecho, una planta de Tesla en Monterrey está detenida precisamente por estas amenazas, algo que podría afectar a todas las promesas del nearshoring. Por su lado, la política económica de Kamala parece ser también nacionalista, pero no tan extremista. Porque como bien la acusó Trump durante el debate: ni ella ni Biden han hecho algo por eliminar los aranceles que impuso contra China.

Migración Otra obsesión de Trump es el tema migratorio y ya hemos podido apreciar algunas de sus políticas más radicales, como la separación de las familias de migrantes en la frontera. De existir una segunda administración, Trump sería aún más cruel y sanguinario: ha amenazado con cerrar la frontera definitivamente y con deportar a millones de migrantes que actualmente viven en EU. Harris no es tan despiadada, aunque seguramente veremos un reforzamiento de la frontera (como restringir la posibilidad de asilo o el número de migrantes que ingresan), pero sin llegar a ser tan inhumana como Trump.

Democracia y Estado de Derecho Con su filosofía de “America First”, Trump ha demostrado tener muy poco interés en promover los ideales liberales a nivel internacional; y creo que existe poca evidencia de que esto vaya a cambiar si se reelige. Por su lado, Kamala se ha pronunciado con vehemencia en contra de autócratas como Vladimir Putin, Xi Jinping y Viktor Orbán, lo que nos permite inferir que su gobierno tendrá interés en combatir cualquier autoritarismo que vulnere el Estado de Derecho, particularmente en su “zona de influencia” inmediata (i.e. América Latina).

¿Veredicto? Cuando se trata en concreto de la política exterior hacia México, Kamala ha sido muy ambigua, mientras que Donald ha sido bastante explícito en sus planes. Esto solo nos permite una conclusión: Harris seguirá siendo un enigma, pero Trump nos está asegurando que sería una calamidad para nuestro país, ya sea en términos económicos, institucionales o humanitarios.

La supuesta sabiduría popular nos dirá que “más vale malo conocido que bueno por conocer”, pero esto es una estupidez. En muchos casos, lo “malo conocido” se puede transformar rápidamente en algo mucho peor.