La semana pasada caminé por la colonia La Joya en la alcaldía Álvaro Obregón. Sobre la avenida Antigua Vía a La Venta, Martín se encontraba recargado sobre su taxi afuera de una miscelánea. Finalmente había terminado su turno y antes de volver a su casa, a unas cuantas cuadras de ahí, se detuvo para charlar con sus vecinos de la tiendita. Me acerqué a él para platicar sobre su experiencia como ruletero en la Ciudad de México.
Unos minutos antes me contaban las señoras de un puesto de chicharrones que en esa calle asaltan a la gente todos los días. Debido a la inseguridad los delincuentes aprovechan que en las tardes y noches ya no suben las combis porque la zona es de alto riesgo. En consecuencia las personas deben subir las calles de la barranca caminando o tomar un taxi para regresar del trabajo o de la escuela.
Ahí en La Joya, como en otras colonias de la alcaldía, nadie está exento de ser asaltado. Los peatones, los taxistas, los comerciantes, la gente que atiende sus puestos de comida o mercancías y hasta los indigentes sufren diariamente la violencia a mano armada.
Platiqué con él y me contó que los taxistas se convierten en blanco de los asaltos por la falta de otras opciones de transporte público en la zona. Las víctimas son ellos y sus pasajeros. Les arrebatan su dinero, el celular y sus pertenencias. Para apoyarse han abierto un chat donde se mandan mensajes para acompañarse en caso de sufrir un accidente o un asalto. Me explicó que no se sienten protegidos por los agentes de seguridad. En ocasiones, cuando les han pedido ayuda, algunos patrulleros siguen a los taxistas para alcanzar a un compañero en problemas. Sin embargo Martín me contó que a la primera cuadra se dan la vuelta y los dejan solos. No hay protección: hay abandono por parte de las autoridades responsables de velar por la seguridad de la gente.
Sin ley
—¿Qué pasa con las autoridades de la alcaldía? —le pregunté.
—Hay falta de interés. Los políticos solo vienen en tiempos de elecciones porque les interesan los votos pero nunca más regresan —contestó.
Me dijo que algunas patrullas circulan por las avenidas solo para extorsionar a los vecinos, que nunca entran más allá de los andamios de las escaleras hacia donde corren los ladrones y se esconden entre ellos. Durante el día, pero sobre todo en las noches, La Joya es un lugar sin ley. Ahí arriba, en la barranca, los jóvenes pasan su tiempo en el picadero, drogándose, consumiendo alcohol y organizando peleas.
En este recorrido por diferentes colonias he sido testigo del deterioro de la seguridad, la cual no es una simple percepción de los vecinos de la demarcación frente a la crisis económica y las consecuencias que trajo la pandemia como la falta de ingresos y empleo. Según el propio Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública varios delitos aumentaron exponencialmente por tercer año consecutivo, entre ellos el robo a mano armada.
Álvaro Obregón es una de las alcaldías que cuenta con mayor presupuesto en la Ciudad de México.
¿Cómo es que en términos de seguridad la autoridad no invierte para proteger a la gente? Mi indignación para su administración.
¿Cómo es posible que la gente siga saliendo a trabajar y a estudiar sabiendo que en el camino de ida o vuelta hay una enorme posibilidad de que los ataquen?
Mi admiración y mi empatía para todas y todos en La Joya.