PODER DE DESAYUNO

Daniela Suárez
Columnas
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Desayuno

Cada uno tiene el máximo de memoria para lo que le interesa y el mínimo para lo que no le interesa.

Arthur Schopenhauer

Es común que nos digan que el desayuno es el alimento más importante del día. ¿Pero acaso existe algo en específico para mejorar el rendimiento de nuestro cerebro durante el día? De acuerdo con un nuevo estudio sí hay un alimento capaz de lograr esto: las nueces.

Investigadores descubrieron que los adultos jóvenes que comían unos 50 gramos de nueces mezcladas con su comida matutina experimentaban beneficios a lo largo del día, incluidos tiempos de reacción más rápidos y una mejora de la memoria al final del día, en comparación con un desayuno sin nueces.

Para llevar a cabo su estudio los investigadores reclutaron a 31 adultos jóvenes sanos de entre 18 y 30 años.

Cada participante tuvo dos días de prueba; en un día tomaron el desayuno con nueces y en el otro, un desayuno diferente. El orden de estos desayunos fue aleatorio para evitar cualquier sesgo. Antes de desayunar los participantes completaron una serie de pruebas de pensamiento y estado de ánimo, que sirvieron como medida de referencia. A continuación, tomaron el desayuno con nueces o el otro.

A lo largo del día, dos, cuatro y seis horas después del desayuno, los participantes repitieron las pruebas de pensamiento y estado de ánimo. Estas pruebas se diseñaron para medir distintos aspectos de la función cerebral, como la memoria y la función ejecutiva, que implica habilidades como la atención, la concentración y la alternancia entre tareas.

Durante estos periodos de prueba los investigadores también midieron la actividad eléctrica cerebral mediante electroencefalogramas e hicieron pruebas de sangre. Descubrieron varios efectos interesantes del desayuno con nueces: en cuanto a la memoria, descubrieron que inicialmente, dos horas después del desayuno, los participantes obtenían resultados ligeramente peores en la tarea de aprendizaje de palabras después de comer nueces que con el desayuno sin nueces. Sin embargo, esta situación se invirtió a lo largo del día. Seis horas después del desayuno los participantes que habían comido nueces recordaban mejor las palabras que los que habían tomado el otro desayuno. En concreto, su capacidad para aprender palabras nuevas en ensayos repetidos mejoró más después de comer nueces.

Actividad cerebral

En cuanto a los tiempos de reacción, los participantes fueron sistemáticamente más rápidos en las tareas que medían la atención y el cambio de tarea a lo largo del día después de tomar el desayuno con nueces, en comparación con el otro alimento. Esto sugiere que las nueces mejoraron la velocidad de procesamiento y la eficiencia en estas habilidades de la función ejecutiva.

Las mediciones del EEG también mostraron diferencias en la actividad cerebral. Después de comer nueces aumentó la actividad de ciertas bandas de ondas cerebrales, en particular las regiones frontales del cerebro durante las tareas de memoria.

Estas ondas cerebrales están asociadas a los procesos de atención y memoria, lo que sugiere que las nueces podrían estar influyendo en la actividad cerebral de un modo que favorece un mejor rendimiento cognitivo.

Un puño de nueces en el desayuno podría dar a los adultos jóvenes una ventaja mental cuando necesitan rendir al máximo.

Y tú, ¿cambiarías tu desayuno por algo con nueces para rendir mejor?