EL MITO DEL HOMO ECONOMICUS (1)

Guillermo Fárber
Columnas
Mito Homo Economicus

“Entre los mayores lastres que pesan sobre la profesión económica se encuentra la idea del Homo economicus. La mayoría de los estudiantes de economía oyen hablar de ella en el contexto de la economía neoclásica. Se nos dice que el Homo economicus es el hombre económico ideal que siempre busca maximizar las ganancias y minimizar los costos. Solo actúa ‘racionalmente’. Peor aún, a menudo se supone que ‘beneficio’ mensurable hay solamente en moneda fíat.

“Sí, muchos economistas dirán que ‘es solo un modelo’ y señalarán que su uso conlleva muchas advertencias. Estas protestas suelen ser poco convincentes, dado el uso de modelos con base en un comportamiento ‘racional’.

“El hecho es que para la gran mayoría de sociólogos, politólogos, políticos y periodistas el concepto de Homo economicus se emplea habitualmente para ilustrar los problemas de la teoría económica. Lo que es peor, los anticapitalistas —muchos de los cuales ven la economía neoclásica como el fundamento principal del pensamiento del laissez-faire— presentan las deficiencias del Homo economicus como una ilustración de la estupidez de las economías de mercado.

“Pero no son únicamente los izquierdistas de línea dura los que discrepan del Homo economicus. Los conservadores también lo han atacado por su incapacidad para ofrecer una ‘visión holística de los humanos’.

Utilidad

“Por lo tanto, no basta con rechazar a los críticos del Homo economicus como un grupo de personas que no entienden las sofisticadas maneras de los economistas profesionales: las deficiencias de la teoría siguen siendo un problema del mundo real.

“El problema para los críticos antimercado del Homo economicus es que este en realidad no es necesario para comprender una economía sólida.

“De hecho, los mercados se entenderían mejor si los críticos no se basaran en absoluto en el modelo del Homo economicus. Los economistas austriacos nunca se han basado en él. Ludwig von Mises señaló que ese modelo describía solo una pequeña proporción de la acción humana y no tenía en cuenta el comportamiento de los consumidores: ‘El Homo economicus de la teoría clásica es la personificación de los principios del hombre de negocios, no del humano común. El empresario quiere realizar cada negocio con el mayor beneficio posible: quiere comprar lo más barato posible y vender lo más caro posible.

“El esquema clásico no es en absoluto aplicable al consumo ni al consumidor. De ninguna manera podría comprender el acto de consumo o el gasto del consumidor. El principio de comprar en el mercado más barato solo se cuestiona aquí en la medida en que se puede elegir entre varias posibilidades, por lo demás iguales, de comprar bienes; pero no se puede entender por qué alguien compra el mejor traje aunque el más barato tenga la misma utilidad ‘objetiva’ o por qué generalmente se gasta más de lo necesario para alcanzar el mínimo (Ryan McMaken, El mito del Homo economicus, The Misesian 1, No. 1)”.