La caída de Bashar al-Assad del mandato de Siria viene a proponer un reacomodo que en muchas formas debilita considerablemente a un Irán que se había empeñado por décadas en la construcción de un gran eje de resistencia que sumara las fuerzas de aliados en la región: en fechas recientes las cosas no han salido del todo bien para esos fines de la potencialmente más peligrosa nación en el conflicto bélico de Oriente Medio.
Si recapitulamos, desde 2023 la arremetida militar de Israel vino a desmantelar gran parte de la fuerza ofensiva de Hamás, histórico grupo apoyado por Irán. Posteriormente, la guerra extendida a Líbano acabó por borrar prácticamente a Hezbolá, radicales armados proiraníes que han propiciado el endurecimiento de Israel dentro del conflicto.
Incluso, debido a qué tan menguadas quedaron las fuerzas bélicas de los aliados iraníes, Israel se dio tiempo para incursionar con ataques aéreos en el propio territorio de Irán.
Pero ahora como nunca se resentirá el debilitamiento de Irán al caer un régimen que había sido incondicional por poco más de medio siglo. Con su líder en fuga y sin articulación alguna para una defensa, Damasco cayó de forma inevitable. El exilio de Al-Assad marca el fin de un largo régimen tiránico que no solo era hostil a enemigos de la zona, sino que además era un territorio fértil de radicales y posiblemente terroristas antiestadunidenses y antiisraelíes. No en vano Benjamin Netanyahu calificó como una jornada histórica la caída del régimen sirio y dejó en claro que siempre fue un objetivo debilitar a Hezbolá e Irán como objetivos primarios en esta guerra.
Pero aun cuando se festina la caída por parte de Israel, no podrán cantar victoria hasta en tanto no se neutralice a los yihadistas radicales que también forman parte de la insurgencia que derrocó a Bashar al-Assad hace pocos días. La necesidad de un gobierno de transición que apuntale la causa israelí será un siguiente cometido estratégico, y no es extraño que la cautela prevalezca al reforzar militarmente ciertas zonas de control ya en territorio sirio, como lo es parte de la zona de Los Altos del Golán, donde ya están apostadas tropas de vigilancia.
Traspiés
Siria terminó por desmoronarse ante la falta de un apoyo contundente de Irán, que solo apoyó con combatientes provisionalmente armados, quienes se sumaron a la causa por la aparente defensa de los santuarios chiíes en dicho país. Rusia, por su parte, inmersa en su personal encrucijada contra Ucrania, nunca pudo apoyar con ataque aéreo y las pocas tropas que enviaron fueron retiradas ante la inminencia de la caída del gobierno sirio.
Así, de empezarse a formar un cerco que mantenga a raya las aspiraciones bélicas de Irán, podría encaminarse a que este país tome decisiones precipitadas que lo pondrían en ruta de colisión directa contra la comunidad internacional y subrayadamente de Estados Unidos.
La aceleración del programa nuclear de Irán podría ser la siguiente manzana de la discordia que ahonde la guerra de por sí ya sumamente intrincada. Irán sostiene que mantiene un programa de investigación nuclear no encauzado a fines militares, pero lo cierto es que en los últimos meses ha acelerado el enriquecimiento de uranio, que en poco tiempo más podría estar apto para su utilización en armamento. Si ello ocurre, bien podría haber justificación para un ataque directo a Irán en razón del principio internacional de no proliferación nuclear, lo cual a su vez significa más malas noticias que en cadena también pueden desatar un desabasto de hidrocarburos a nivel mundial.
Pero también hay que ser justos en saber que Irán no está ni remotamente hundido o derrotado. La caída de Siria es un traspiés significativo, pero no se ha menguado la capacidad de ataque que aún detentan los hutíes, quienes en últimos días arreciaron el embate contra Israel y contra la circulación de navíos enemigos que cruzan el Mar Rojo.
Irán siempre ha sido peligroso y potencialmente catastrófico. Si la escalada para arrinconarlo incrementa, Irán podría ser además errático y precipitado, lo cual hace doblemente peligroso el contexto. El “eslabón de oro” que era Siria ha caído. La cadena prevalece.