La ciencia de hoy es la tecnología del mañana.
Edward Teller
Hedy Lamarr nació en Viena en 1914 y murió en Casselberry, Florida, el 19 de enero de 2000. Su verdadero nombre era Hedwig Eva Maria Kiesler, pero ella se lo cambió porque quería ser actriz.
A los once años dominaba el piano, la danza y podía hablar cuatro idiomas. A los 16 estudió artes escénicas en Checoslovaquia, donde debutó con la película Éxtasis a los 19, mostrándose completamente desnuda, algo inédito para la época, además de ser la primera en simular un orgasmo en pantalla.
Se casó con un rico fabricante austriaco de municiones, Friedrich Alexander Maria Fritz Mandl, quien era amigo personal de Adolf Hitler y Benito Mussolini. Él trató por todos los medios de comprar todas las copias de la película y era sumamente celoso: la enclaustró.
Hedy decidió estudiar Ingeniería y abandonó a Mandl al poco tiempo. Contrató a una asistente con la que tuvo un romance (o sea, era lencha). Según sus propias palabras, le dio un somnífero a su asistente y se disfrazó con sus ropas para lograr huir. Se fue a esconder en París y luego a Londres, donde tuvo la oportunidad de conocer a Louis B. Mayer, jefe de estudio de la Metro-Goldwyn-Mayer, quien le ofreció un contrato que la convirtió en estrella.
Realizó varias películas, entre las que destacan Argel (1938), Lady of the Tropics (1939) y Boom Town (1940). Sin embargo, su mayor éxito fue como Dalila en Sansón y Dalila (1949), dirigida por el famoso Cecil B. DeMille. Recibió una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood en 1960.
Durante la Segunda Guerra Mundial inventó, desarrolló y patentó un sistema de guía por radio para torpedos aliados que se servía del espectro ensanchado y la tecnología de salto de frecuencia (suena muy complicado y lo es), aunque la Armada de Estados Unidos no lo utilizó hasta la década de los sesenta. Los fundamentos de su trabajo se unieron a la tecnología Bluetooth.
Hedy, conocedora de los horrores de los nazis y siendo judía, ofreció al gobierno de EU toda la información que recopiló en sus años de casada. Amiga (y algo más) de Howard Hughes, le sugirió cambiar el diseño de los aviones con base en las imágenes de las aves mientras salía con él. En una entrevista, afirmó que lo apoyaba activamente y que, de hecho, puso su equipo de científicos e ingenieros a su disposición.
Murió en Florida, pero a petición de uno de sus hijos fue trasladada a Viena y enterrada en el Cementerio Central, en el grupo 33 G (cerca de la tumba presidencial ubicada en el centro).
El descubrimiento
El auto de Tris era de última generación, por lo que el dispositivo Bluetooth venía incluido en la computadora. En una ocasión, pasando por los laboratorios de la UNAM, le llegó una señal a su radio que decía claramente:
—Te voy a matar, hijo de la chingada, porque me quieres robar mi descubrimiento. No lo voy a permitir.
Tris comenzó a oír un forcejeo y luego un disparo. Bajó rápidamente del vehículo y corrió a uno de los laboratorios. Su instinto no fallaba. Iba como alma en pena, hecho la madre, sin detenerse. El evento era en el laboratorio número 4.
Al llegar encontró a un hombre con una pistola calibre .22 en la mano. Del cañón todavía salía humo. Tristán llegó por atrás. El hombre no se percató de que Tris estaba ahí y él lo desarmó en un santiamén. El sujeto había errado el tiro que fue a incrustarse en unos anaqueles al fondo. El otro ingeniero estaba pálido, pero a salvo. Tris le dijo muy sereno:
—Quédese tranquilo que este pendejo no sabe usar la pistola. Además, este calibre no mata a nadie. Es demasiado pequeño. El problema es que es muy escurridizo. Usted tuvo mucha suerte de que fallara su compañero.
Lo esposó y lo llevó a la comisaría. De regreso a su casa se acordó de que el radio estaba apagado desde la noche anterior, pues le cagaba oír las noticias de Joaquín López Dóriga.