El 16 de octubre de 1909 se reunieron en El Paso y Ciudad Juárez los presidentes Porfirio Díaz y William Howard Taft. Una reunión con ostentosas decoraciones en ambos lados de la frontera pero que encubrían un momento de juegos de intereses.
El territorio mexicano se había convertido en una tierra de inversores extranjeros, tanto europeos como estadunidenses. Si bien las ganancias de tierras algo vírgenes para su explotación atraían a los señores del capital, los segundos comenzaron a llegar en altos números. Se trataba de lo que el historiador Friedrich Katz (La guerra secreta en México) llamó “una invasión de inversionistas norteamericanos”.
Para contrarrestar la llegada en gran cantidad de los monopolios estadunidenses, Díaz y sus aliados miraron hacia Europa con el objetivo de crear un balance entre ambas inversiones. Para su infortunio, no consideraron el apetito feroz de los grupos económicos del vecino del norte, muchos cercanos al gobierno de Taft. No obstante, la historiografía sigue un tanto dividida respecto de los efectos de tal reunión en las relaciones de Díaz con Estados Unidos.
Asimismo, el encuentro reflejó la propia fragilidad de la línea divisoria. El Chamizal era una región disputada entre Ciudad Juárez y El Paso, la cual había sido creada por inundaciones que sufrió el Río Grande desde 1852, dividiendo así una parte del territorio mexicano y dejándolo del lado estadunidense. Ambos gobiernos acordaron que para la reunión no se alzaría la bandera de ningún país, de manera que quedó como una zona neutral.
Desde ambas cancillerías se organizó la reunión. Cada presidente tuvo su propio evento al llegar a su respectiva ciudad fronteriza. Taft vistió de levita y Díaz con el uniforme militar que tanto lo caracterizó. Ambos mandatarios se vieron primero en El Paso y después en Ciudad Juárez, todo en un mismo día. Se saludaron e intercambiaron halagos durante los dos momentos en que uno visitaba al otro. Posteriormente sostuvieron una entrevista privada dentro de las oficinas de aduana en Juárez.
Cumplidos y halagos
Sobre lo que hablaron hay varias hipótesis, la mayoría relacionadas con temas diplomáticos. Las ciudades fueron decoradas para la ocasión, se celebraron banquetes ceremoniales y sonaron las bandas de guerra en las calles. El Paso Morning Times, uno de los principales periódicos en ambas ciudades, publicó el 15 de octubre una edición especial dedicada al evento.
Cuando se conocieron cara a cara por primera vez dentro de la Cámara de Comercio de El Paso expresaron cumplidos y halagos. Según reportó El Paso Morning Times, un reportero le preguntó a Taft sobre Díaz y este respondió: “Es espléndido; un caballero encantador y un estadista muy capaz”.
El día siguiente Taft le escribió una carta a su esposa diciendo lo siguiente: “Estoy bastante seguro de que la reunión será positiva en las relaciones entre México y nosotros mismos y en el fortalecimiento del poder del gobierno existente allí. Le dije al presidente Díaz que esperaba que, cuando tú y yo entráramos en la vida privada, tuviéramos el placer de visitarlo en la Ciudad de México”.
Tan solo poco más de un año después comenzaría la revolución; casi dos años más tarde el viejo presidente saldría exiliado de México; y la frontera entre ambos países se convertiría en una zona de violencia (cometida tanto por los revolucionarios mexicanos como por las autoridades y civiles anglos) ante la penetración del conflicto en Estados Unidos.