Maurice y Katia Krafft fueron una pareja de vulcanólogos que muy a menudo eran los primeros en llegar y fotografiar a un volcán activo. Ellos se conocieron en la Universidad de Estrasburgo.
Katia, nacida en 1942, se especializó en Física y Geoquímica. Maurice se enamoró de ella. A menudo se decía que su amor era como un volcán en erupción.
En el siglo XVIII el embajador y naturalista inglés William Hamilton documentó y estudió las erupciones del Vesubio durante 36 años. Su trabajo se considera como el primer método científico para la explicación del vulcanismo.
Hoy existen en todo el mundo mil 350 volcanes activos. Casi todos se distribuyen en el conocido Anillo de Fuego del Pacífico, una región de 40 mil kilómetros de largo donde hay varias placas oceánicas.
La palabra volcán proviene del dios mitológico romano Vulcano y en latín significa “dios del fuego”.
Según los Krafft no se puede categorizar a los volcanes porque cada uno es diferente. Aún así, encontraron que hay dos tipos: los rojos y los grises.
Durante 19 años este singular matrimonio se dedicó a estudiar y fotografiar la actividad volcánica, fundamentalmente para prevenir a las poblaciones cercanas de sus efectos. La pareja escribió libros y artículos. A menudo ofreció conferencias o entrevistas, viajando por todo el mundo con la intención de divulgar los efectos y repercusiones que tienen los volcanes.
En 1989, en su natal Francia, presentaron su exposición El hombre frente a los volcanes, que tuvo gran impacto a nivel internacional. Ellos no se limitaban a estudiar, sino que iban hasta donde la lava estaba a veces solo a centímetros de ellos.
Werner Herzog hizo un documental sobre volcanes y su conexión con las creencias de tribus indígenas. Algunas de las increíbles imágenes de su película están dedicadas a la pareja Krafft.
Los dos vulcanólogos murieron por una nube de gases, rocas y cenizas, fenómeno conocido como flujo piroclástico, en 1991, durante una erupción del monte Unzen, en Japón. El material piroclástico recorrió 4.5 kilómetros por la ladera del monte. Murieron en total 40 personas, la mayoría periodistas.
Días antes, en una entrevista, Maurice Krafft dijo que el monte Unzen le infundía tremendo respeto. Sin embargo, él afirmó: “No tengo miedo, porque he visto tantas erupciones en mi vida que si muero mañana no me importaría”.
A lo largo de 19 años lograron recopilar 30 mil fotografías y horas y horas de video, 600 litografías y 15 libros. Algunas de las imágenes son impresionantes. Por ejemplo, en algunas se llega a ver a Katie frente a una explosión de lava de unos 30 o 40 metros de alto.
Recientemente se estrenó el documental Fire of love, dirigido por Sara Dosa, donde se sigue la vida de Katie y Maurice, tan explosiva como las imágenes que lograron captar. La película es un claro homenaje a la pareja de vulcanólogos. Está en francés y, aunque los textos son muy poéticos, las imágenes hablan por sí solas. Se puede encontrar en la plataforma de Disney y National Geographic. El título en español es Volcanes, aunque Dosa hace más referencia a su nombre original, Fuego de amor. Imperdible.
Don Goyo
Ese día, por la mañana, el volcán Popocatépetl había lanzado una fumarola que alcanzó a cubrir varios cientos de metros del cielo azul, que antes estaba totalmente despegado.
Tris alcanzó a mirar por la ventana de su cuarto la gran estela de humo, que desde ahí se veía pequeña. Sabía que era un mal augurio. Al poco rato sonó el celular. Era la comandancia. Le pidieron que se presentara en un departamento en la calle San Borja, en la colonia Del Valle.
Siempre que había un caso que nadie en la corporación podía resolver lo llamaban a él, aunque el asunto no le correspondiera.
Llegó a un departamento maltrecho y descuidado. El cadáver estaba todo calcinado. Tris encontró una vieja y gastada cartera de cuero en la mesita de noche. El sujeto se llamaba José Jaber. Traía su INE, pero el cuerpo estaba todo quemado, por lo que no lo podían reconocer.
Con el tiempo, Tris supo que José tenía una esposa vulcanóloga y que ella había muerto el mismo día haciendo experimentos en el famoso Goyo, solo que a muchos kilómetros de distancia. El corazón tiene caminos incomprensibles para la mente humana. Tris determinó que era fuego de amor, aunque nadie le creyó.