VIRUS DEPREDADORES CONTRA BACTERIAS RESISTENTES A LOS ANTIBIÓTICOS

J. Alberto Castro
Columnas
BACTERIAS V.S ANTIBIÓTICOS

En el libro El perfecto depredador la pareja formada por Steffanie Strathdee y Thomas Patterson narran el viacrucis de este último, afectado durante un crucero de Acción de Gracias por el río Nilo en 2015 por una infección de Acinetobacter baumannii, una bacteria virulenta resistente a casi todos los antibióticos.

Patterson fue trasladado en avión a Alemania, donde los médicos trataron de abatir con una batería de antibióticos la superbacteria mortal, que también infectó a las tropas en la guerra de Irak, lo que le valió al patógeno el apodo de Iraquibacter.

Luego de un año en cuidados intensivos el esposo de Steffanie agonizaba. Fue entonces que ella reaccionó increíblemente y buscó un enemigo natural de las bacterias para salvar a su compañero, quien perdía una agotadora lucha por la vida en la UCI del Centro Médico de la Universidad de California en San Diego.

La también epidemióloga de enfermedades infecciosas encontró en internet que en la ciudad de Tiflis, Georgia, habían desarrollado una alternativa biológica llamada fagoterapia que utilizaba a los bacteriófagos o fagos para el tratamiento de bacterias resistentes a los medicamentos. Pese a que esta opción no está disponible para uso generalizado en el mundo, Steffanie consiguió bacteriófagos específicos en distintos laboratorios e involucró a científicos estadunidenses para que salvaran a su esposo desahuciado.

Bajo uso compasivo, opción que permite la aplicación de la medicina experimental como último recurso, a Thomas le inyectaron el coctel de fagos en el torrente sanguíneo para hacer frente a la bacteria que se había extendido al resto de su cuerpo.

Lo increíble es que aun con los resultados prometedores mostrados en este y en otros casos de infecciones urinarias y pulmonares en pacientes de Estados Unidos y Europa, el uso de fagos contra bacterias infecciosas es una tecnología médica en desarrollo y como tal aún no establecida como alternativa terapéutica.

Debido a que cada vez es mayor la cantidad de bacterias multirresistentes a antibióticos, la ciencia voltea a ver las terapias centradas en el uso de los virus denominados bacteriófagos o fagos, los cuales son depredadores de ellas.

Bacteriófagos

Contactado por Vértigo, Víctor Manuel González Zúñiga, investigador del Centro de Ciencias Genómicas (CCG), explica que en el laboratorio aislaron múltiples bacteriófagos a fin de conocer cómo actúan para infectar a las bacterias y, de esta manera, tratar de hacer frente a la resistencia antimicrobiana, que de acuerdo con estudios recientes causa cerca de un millón de muertes al año en el mundo.

Fascinado por estos microorganismos que prácticamente se comen a las enfermedades, ya que la voz de origen griego fago (phagein) significa “comer”, con palabras sencillas adelanta que “los virus bacteriófagos son aquellos que se aprovechan naturalmente de las bacterias al infectarlas y replicarse dentro de ellas hasta que estallan, matando a su huésped microbiano”.

Como si fuera un relato de ciencia ficción detalla: “Los fagos son elementos biológicos que se introducen en la bacteria, se enlazan a la membrana celular y transfieren su ADN al interior de la célula donde se replican. Al replicarse, expresan una serie de proteínas y se reproducen, se hacen miles de bacteriófagos dentro de la célula y terminan matándola. Por ello se les conoce como ‘depredadores’, pues son muy efectivos para eliminar a una bacteria”.

También establece que hay miles de millones de fagos en la Tierra y han evolucionado juntamente con las bacterias de las que se alimentaron durante milenios, lo que ayuda a mantener su número bajo control. Cualquier bacteria en el orbe, ya sea benéfica o patógena, tiene asociados a bacteriófagos. Son virus pequeños, del orden de nanómetros, que acarrean material genético que incluso puede serle útil a la célula bacteriana, como toxinas y otros genes de virulencia y resistencia a antibióticos.

De acuerdo con el experto su uso terapéutico lo inició en 1919 Felix d’Herelle, un microbiólogo francocanadiense que utilizó fagos para curar a un niño que sufría de disentería grave.

No obstante, el descubrimiento de la penicilina en 1928 y su posterior producción comercial en la década de 1940 desató la era de los antibióticos, reemplazando efectivamente a la terapia con fagos.

Los que nunca se olvidaron de los fagos fueron algunos científicos, principalmente de los países de la exUnión Soviética. Incluso hoy existe el Instituto Eliava, en Georgia, que produce y comercializa materiales a base de fagos terapéuticos para combatir, por ejemplo, enfermedades gastrointestinales.

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Genómica

Hoy diversas universidades del mundo retoman estas investigaciones bajo la denominación de terapia de fagos, alternativa a los antibióticos por la simple razón de la creciente inefectividad de los antibióticos con el consiguiente aumento de las bacterias patógenas multirresistentes y, por otro lado, la ausencia de nuevos antibióticos capaces de combatirlos, aunado al desinterés de las farmacéuticas por invertir en investigación y desarrollo de nuevos antibióticos efectivos contra las amenazantes superbacterias conocidas en el medio hospitalario como el grupo ESKAPE.

El interés particular del investigador de genómica evolutiva se centra en dos bacterias de importancia clínica: Staphylococcus aureus y Acinetobacter baumannii, de las cuales han obtenido muestras de hospitales de la Ciudad de México.

El doctor González eligió trabajar en fagos contra estas bacterias (S. aureus y A. baumannii) porque son oportunistas y representan una amenaza para pacientes hospitalizados.

De la S. aureus explica que comúnmente se encuentra en garganta, nariz y piel sin causar daño. Sin embargo, en los nosocomios afecta a personas enfermas y coloniza lugares en los que no debe estar, como el corazón, el intestino y puede causar septicemias.

“También se ha encontrado en pacientes con válvulas cardiacas, prótesis, pues tiene varias propiedades que la hacen muy virulenta y se puede pegar a superficies y desarrollar una película que hace que los antibióticos no la penetren de manera eficaz”, advierte.

Especial atención dedica a A. baumannii de ambientes hospitalarios porque es peligrosa y flexible, ya que es el origen de septicemias, neumonías, infecciones del tracto urinario, meningitis e incluso endocarditis.

Define que el objetivo de la fagoterapia consiste en buscar los fagos terapéuticos más adecuados para atacar a las bacterias multirresistentes a los antibióticos y combatirlas cuando ya no hay antibiótico que las elimine, cuando no hay otro recurso de tratamiento.

Vaticina que “seguramente en algunos años más podremos contar con algunos productos que provengan de bacteriófagos para medicina personalizada y sean efectivos contra las infecciones bacterianas que no se pueden combatir con antibióticos”.

Señala que las bacterias también pueden desarrollar resistencia a los fagos, ya que es posible que muten en su pared celular y no los dejen penetrar. Por ello, no debe usarse solo uno, sino “un coctel” de dos, tres o más para asegurar que, si es resistente a alguno, haya otro que pueda aniquilarla.

Igualmente llama a tomar conciencia de que la resistencia antimicrobiana es un grave problema ante el cual no existe solución única: “Se debe hacer demasiado trabajo de prevención, aplicar los agentes antimicrobianos de manera racional y complementaria a otras estrategias como las de los bacteriófagos, para que pudieran ser efectivos. No hay una solución aislada, pero hay que avanzar, sobre todo, en la prevención, que eso sí está en manos de todos”.

Resistencias antimicrobianas

• Se estima que la mortalidad causada por las bacterias resistentes a nivel mundial ronda las 700 mil muertes al año.

• Para 2050 las muertes relacionadas con la resistencia a los antibióticos podrían situarse en torno de los diez millones de personas anuales.

• Más de la mitad de los antibióticos se recetan, distribuyen y venden de manera inadecuada en el mundo y se calcula que en 80% de los países se comercializan sin receta.