EL FUTURO DEL VOTO: DEMOCRACIA DIGITAL Y SU IMPACTO EN MÉXICO

Claudia Ivett García
Columnas
Voto digital

La tecnología ha transformado casi todos los aspectos de nuestras vidas y la política no es la excepción. En medio del desarrollo acelerado de nuevas herramientas tecnológicas, la democracia como pilar de la vida pública ha comenzado a experimentar un cambio crucial: la democracia digital.

Este concepto, que abarca desde la participación ciudadana en línea hasta el voto electrónico, está cambiando la forma en que entendemos y ejercemos nuestros derechos políticos.

Aunque el derecho al voto ha sido tradicionalmente defendido como uno de los más fundamentales en una democracia, la conversación sobre la democracia digital aún es incipiente.

Sin embargo, con los avances tecnológicos es hora de explorar las posibilidades que estas nuevas herramientas ofrecen tanto para ampliar el acceso como para fortalecer los procesos democráticos.

La democracia es soberanía del pueblo, es el poder que emana de la ciudadanía para elegir a sus gobernantes y hacerles rendir cuentas. En la antigua Atenas la democracia directa era la norma y las decisiones políticas eran tomadas por mayoría. Hoy en día este principio se ha expandido y gracias a la tecnología emergen nuevas formas de participación, permitiendo a más personas involucrarse activamente en la toma de decisiones.

En México la introducción de mecanismos para que los ciudadanos en el extranjero pudieran ejercer su derecho al voto representó un hito importante en la modernización del sistema electoral. En 1996 el artículo 36 constitucional se modificó para incluir el voto de los mexicanos residentes en el extranjero. A partir de ello el derecho al voto comenzó a trascender las fronteras físicas del país, permitiendo que en 2006 más de 40 mil mexicanos en el extranjero votaran en las elecciones presidenciales vía postal.

Potencial

A medida que la tecnología avanzaba también lo hicieron los mecanismos de votación. En 2019 el Instituto Nacional Electoral (INE) dio un paso adelante al publicar los Lineamientos para el voto electrónico por internet, específicamente dirigidos a los ciudadanos en el extranjero. Este fue un avance significativo, ya que permitió que los recursos tecnológicos se usaran para garantizar la seguridad, la accesibilidad y la fiabilidad del proceso electoral.

Este progreso es fundamental, pero el voto electrónico sigue siendo una asignatura pendiente en nuestro país. Si bien varias entidades han comenzado a implementar urnas electrónicas, entre ellas la Ciudad de México, Jalisco y el Estado de México, la adopción a nivel nacional aún enfrenta desafíos.

Con todo, las urnas electrónicas han sido ya utilizadas con éxito en elecciones locales, mostrando que cuando se implementan correctamente pueden mejorar la transparencia y eficiencia del proceso electoral.

El siguiente paso lógico es avanzar hacia un sistema de voto electrónico más amplio, que no solo beneficie a los mexicanos en el extranjero, sino también a quienes enfrentan barreras para participar en el sistema electoral tradicional ya sea por motivos de movilidad, distancia o discapacidad. En las pasadas elecciones de 2024 la Ciudad de México fue un laboratorio electoral para estas importantes prácticas.

Las nuevas tecnologías tienen el potencial de hacer la democracia más accesible, siempre que se implementen con los principios democráticos de universalidad, igualdad y libertad.

No obstante, también es crucial abordar los desafíos que plantea la democracia electrónica. La brecha digital —es decir, las desigualdades en el acceso a la tecnología— es una barrera importante que debe superarse para garantizar que todos los ciudadanos tengan la misma oportunidad de ejercer su voto. Además, las preocupaciones sobre la seguridad cibernética y la manipulación de los resultados son temas que deben tratarse con la máxima seriedad.

A pesar de estos desafíos es innegable que la democracia digital está aquí para quedarse. El potencial que ofrece para hacer la democracia más participativa, inclusiva y transparente es enorme. Ahora más que nunca es momento de que México profundice en la adopción de estas tecnologías y las integre plenamente en su sistema electoral. Es justo ahora, cuando en el horizonte no se vislumbran procesos electorales, que se debe legislar en esta materia.

La democracia electrónica no es una cuestión de si ocurrirá, sino de cuándo y cómo lo hará. Debemos estar preparados para aprovechar las ventajas que nos brinda la tecnología no solo para facilitar el voto, sino para reforzar los valores fundamentales que sostienen nuestra democracia. El futuro de la democracia mexicana podría estar en la punta de nuestros dedos: solo falta voluntad política para hacerlo realidad.