Vera Grabe, antropóloga y política colombiana, recientemente designada por el gobierno de Gustavo Petro como jefa del equipo negociador con el Ejército de Liberación Nacional, platica con Vértigo sobre la importancia de visibilizar y resaltar la participación de las mujeres en el proceso para alcanzar la paz en su país.
Con motivo de la presentación en México de su libro El silencio del violonchelo la también docente y especialista en temas de paz y mujer comparte algunas vivencias en el camino para lograr la construcción de un nuevo esquema social y cultural en Colombia.
—¿Qué podemos encontrar en El silencio del violonchelo?
—Se trata de un ensayo que elaboré hace varios años y que el Fondo de Cultura Económica tuvo a bien, y le agradezco, recuperar como parte de la colección Vientos del pueblo. Se trata de una reflexión sobre la vida privada, tanto en épocas de lucha guerrillera como en la cotidianidad. Porque la historia es casi siempre la historia de las hazañas y de los grandes cambios. En este sentido, es una historia que narra la vida privada, es decir, qué sucede con los afectos, qué sucede en la familia, en la maternidad, con el ser mujer, en las relaciones, cómo nos vemos, cómo nos relacionamos en medio de esos escenarios.
—¿Cuál es la importancia de visibilizar estas relaciones humanas dentro de la cotidianidad de la guerrilla?
—Diría que es muy importante, porque quienes asumimos compromisos, quienes participamos en ese tipo de luchas, somos ante todo seres humanos que lo hacemos por una razón, ya sea por justicia, por amor, por diferentes ideales, cada quien tiene su historia; pero en medio de ello las familias se ven afectadas, los hijos se ven afectados. Todo esto tiene sus complejidades, por lo que me parece importante reflexionar, mostrar y de cierto modo ilustrar a las demás personas.
Mirada
—A través de los años, ¿cuál es ahora su reflexión?
—Es una pregunta muy significativa, porque una cosa es estar en época de juventud, en épocas de luchas donde uno tiene una causa y se entrega por completo a ella; pero ya desde la paz, esta paz te permite ver de manera crítica también toda esta experiencia de otra manera. En el tema de los hijos, de la maternidad, creo que hay una mirada… no es que en esa época no me hiciera esas preguntas, pero hoy las puedo hacer con mayor reflexión, con una mirada más íntima, es decir, permitirme hacer las preguntas, compartirlas, pero valorar otras.
Añada Grabe: “Creo que en México también sucede: tenemos instaladas mentalidades atravesadas por lógicas violentas. Entonces, la paz no solo implica firmarla, no solo implica justicia social, sino también la manera como la asumimos, como bajamos de esquemas militarizados y autoritarios como un ejercicio de transformación personal, cultural y social”.
—¿Cómo lograr entornos más equitativos entre hombres y mujeres?
—Las mujeres luchamos, pero también debemos creer en nosotras mismas; tenemos que encontrar un lugar donde nos reconozcan, porque a veces te nombran en algo, pero no necesariamente te reconocen como tal. Esos cargos de toma de decisiones hay que llenarlos también de contenido, de nuestro propio reconocimiento. Además, debemos llevar a estos cargos y decisiones nuestra manera de ser y de ver, porque las mujeres tenemos una mirada particular que aporta mucho a las decisiones en un panorama integral.
Concluye: “En mi caso es más bien incidir en decisiones, porque es una mesa de negociación; pero por supuesto hay decisiones cotidianas, hay decisiones frente al diálogo; y tenemos las mujeres esa capacidad de comprender, de no parar solamente en nuestra verdad, sino tener esa capacidad de ver y hacer las cosas de una manera incluyente”.