CÓNCLAVE, EL DRAMA POLÍTICO MÁS INTRIGANTE SOBRE EL VATICANO

Francisca Yolin
Columnas
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Cónclave

En Cónclave Edward Berger invita a los espectadores a adentrarse en el misterio del Vaticano y su proceso más secreto: la elección de un nuevo Papa.

Con base en la novela de Robert Harris y adaptada con destreza por Peter Straughan la película combina el drama político con un tono casi teatral, logrando mantener la tensión narrativa de principio a fin.

La historia nos sitúa en un momento de incertidumbre para la Iglesia católica, donde las intrigas personales y los juegos de poder se desarrollan en un escenario solemne y fascinante. Sin perder de vista el respeto por el contexto religioso, Berger orquesta un relato que reflexiona sobre las luchas internas de la fe y el peso de la autoridad moral.

El corazón de la trama es el cardenal Lawrence, interpretado con una contención devastadora por Ralph Fiennes. A diferencia de la novela, aquí Lawrence es un inglés melancólico, agobiado por sus propias dudas de fe. El peso de su interpretación recae en sus ojos, que transmiten un océano de tristeza contenida.

Su crisis personal se cruza con la lucha política dentro del cónclave, donde cada cardenal esconde secretos y sus propias ambiciones. Destacan Stanley Tucci como el liberal Bellini; Sergio Castellitto como el reaccionario Tedesco; y John Lithgow como el enigmático Tremblay. Pero quien roba cada escena es Isabella Rossellini como la astuta hermana Agnes, un personaje que si bien debería ser invisible es clave en la narrativa. Su presencia aporta una capa de humanidad y pragmatismo que contrasta con los altos ideales del resto.

Ritmo vertiginoso

La dirección de Berger brilla por su capacidad para generar tensión en espacios cerrados. Cada votación en la Capilla Sixtina es un duelo silencioso de voluntades, mientras la cinematografía de Stéphane Fontaine transforma los imponentes escenarios vaticanos en un teatro de sombras y colores. Los cardenales, con sus sotanas rojas, se convierten en piezas de un juego de ajedrez visualmente hipnótico.

La película también juega con el tono. Por momentos, el drama político se convierte casi en una comedia de enredos, donde las puertas se cierran y los secretos se desvelan a un ritmo vertiginoso. Berger no teme explorar las contradicciones de la Iglesia: la tensión entre tradición y modernidad, la lucha por el poder disfrazada de servicio, y la constante pregunta sobre la capacidad de redención.

El filme es una obra que combina lo grandioso y lo íntimo, lo espiritual y lo humano. Más allá de su premisa religiosa, lo que resuena es la universalidad de sus temas: la ambición, el deber y la duda.

Ralph Fiennes ofrece una de sus mejores actuaciones, liderando un elenco que eleva cada escena. Pero es la dirección de Berger la que transforma esta historia en una experiencia cinematográfica única, donde cada detalle está al servicio de una narrativa que invita a la reflexión.

Con su intriga pausada y su tensión palpable, Cónclave se consolida como una de las películas más inteligentes y cautivadoras del año.