COME ON, KAMALA

Guillermo Deloya
Columnas
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Kamala Harris

No es este un intento por volver monotemática esta modesta columna, pero sin duda la situación político electoral en Estados Unidos se ha vuelto el tema de conversación y análisis de todas las mesas. Y justo cuando el camino parecía llano y pavimentado para un Donald Trump fortalecido en los recientes eventos, lo sorpresivo —que quizá no inesperado— ocurre con la dimisión de Joe Biden, quien parece que finalmente se convenció de no estar en el momento idóneo para competir en las urnas.

Celebración demócrata que en apariencia empareja los cartones, ya que se cede el paso a una mujer cuya imagen viene a proponer una opción contrastada a la del candidato republicano. Los augurios para la demócrata son sumamente positivos; al grado que capitalizó la captación de 81 millones de dólares para su campaña en poco más de un día; se dice que la apuesta que implica dinero es la más ilustrativa y en este caso muchos han apostado a que Harris es una propuesta política sumamente viable.

La ruta para el éxito electoral de Kamala podría aprovechar algunas debilidades que el propio Trump había destacado de su entonces rival político. En primer término y sin lugar a dudas está el factor de la edad. Trump fue insistente hasta el hartazgo sobre la edad de Biden a quien, con 81 años, tildó de incapaz para el cumplimiento del mandato por ser “excesivamente” mayor. Ahora, frente a una rival de 59 años, el argumento biológico de la edad se revierte para Trump, ya que él se ubica en los 78 años de vida. Un punto que el propio agresor había esgrimido ahora es una grieta en contra suya proveniente de su mismo y personal discurso.

Además, en el personal estilo de Trump siempre han prevalecido el insulto, el sarcasmo y la mordacidad hacia su rival. Sin embargo, cuando esto se dirige hacia la figura femenina, en la mayoría de los casos se ha caído en el lodo sexista, misógino e incluso racista. Si la estrategia del republicano no cambia, muchos de los posibles votantes que ya se encontraban receptivos al mensaje de Trump podrían modificar su parecer. Esto se puede magnificar en los distritos clave donde aún nadie puede declarar territorio conquistado.

Campo fértil

Como lo planteamos en la anterior entrega de esta columna, el perfil de J. D. Vance refuerza la imagen de una fórmula intolerante e intransigente. Esta percepción se acepta en un gran sector de votantes, quienes perciben debilidad en la política demócrata, pero al encabezar la propuesta electoral una persona con un mejor talante y con facilidad de mensaje como lo es Harris esta aceptación se puede debilitar fundamentalmente entre el votante joven, femenino y afroamericano.

La situación puede variar a favor de Kamala si se aleja un poco de la percepción de tibieza que se tiene de Biden, subrayadamente en lo que respecta a la política migratoria. Y este es un argumento que sin duda Trump magnificará repetidamente; ya ha llamado a Harris “la zarina” de la frontera para destacar que ella y solo ella ha sido la responsable del manejo de fronteras y en consecuencia del problema migratorio que experimentan en EU.

Quizás ahí está la clave del éxito para una mujer como Harris, quien en los primeros sondeos se estima ya recortó la distancia que existía en la preferencia electoral; nos referimos a presentarse como una mujer que, si bien apegada a los principios que sustentan a los demócratas, está comprometida con posturas más progresistas que las de su propio presidente. El campo es fértil en ese camino. Tan solo en lo que hace a salud pública, Harris ha insistido en una ampliación de la cobertura sanitaria mucho más amplia que la que Biden sostuvo durante el mandato. Kamala ha propugnado por un sistema de salud del tipo Medicare para todos, pero sin la eliminación ni obstáculos para la operación de seguros privados. Ahí la demócrata ha vinculado por igual su personal postura sobre el aborto al considerarlo un asunto donde el Estado debe disponer fondos de salud para poder sustentar una libertad reproductiva sana.

¿Tiempo de mujeres? ¡Venga, Kamala!