Lian Wenfeng es quizá un nombre que llegará a ser recordado entre lo mítico y lo admirable. El emprendedor chino originario de Cantón, quien se preparó arduamente en el campo de la programática y la electrónica en la Universidad de Zhejiang, ha puesto de cabeza uno de los paradigmas más sentidos para la cultura occidental: no hay supremacía de Silicon Valley en la carrera por reinar en lo que respecta a Inteligencia Artificial (IA).
Y la percepción quizá sea asimilable a la gran carrera por la supremacía espacial de los sesenta, sin que ello sea una exageración.
Sin embargo, bajo una filosofía de accesibilidad masiva la empresa de Wenfeng ha puesto al alcance de millones de usuarios una interfase que cuesta en términos gruesos 95% menos que OpenAI, por ejemplo. Esta puede ser una respuesta sumamente estridente a la guerra comercial que se ha trabado entre Estados Unidos y China; es un paso firme y sólidamente apoyado para ganar un capítulo importantísimo en esa guerra: la supremacía tecnológica.
DeepSeek vendrá a modificar en diversas formas el actuar y acontecer de la industria de IA y el impacto económico que de su aparición derivará es aún de pronóstico reservado. Si vamos hacia los números hay que tener en cuenta que una gran diferencia es la capacidad de inversión para el futuro desarrollo y aplicación que la IA china tendrá en los próximos años.
Si de arranque ya ha destrozado el mercado por su bajo precio al público, con un esquema adecuado es previsible que DeepSeek viene a barrer a cualquier competencia posible.
Y el tamaño del interés y el apoyo es considerable. El mercado chino vinculado a la IA con todas sus posibles aplicaciones se cree que puede llegar a los 780 mil millones de dólares para el cercano 2030. Así, el propio gobierno asentado en Pekín anunció un esquema de inversiones mixto que atraerá 1.5 billones de dólares en los próximos seis años.
Preocupaciones
El programa de desarrollo pasa por el empuje hacia el progreso de toda una nación al existir rumbos pactados para que la IA tenga un papel protagónico en educación, cultura, deportes y un largo etcétera anunciado por el propio primer ministro, Li Qiang.
Pero el impacto real fue mucho más allá y ha calado profundamente. Con el anuncio de la puesta en mercado y conocimiento de su operatividad y alcances, la IA china golpeó al índice NASDAQ 100 de manera importante. Hablamos de una caída de 21,127 puntos, que significan ni más ni menos que 2.97%. Por otra parte, Nvidia, la empresa norteamericana líder en el desarrollo y creación de IA, tuvo un estrepitoso derrumbe al perder 600 mil millones de dólares en un solo día, lo cual equivaldría a un brutal 16% de su valor.
Y están las implicaciones que este movimiento estratégico de China puede tener hacia una competencia que, más que alimento al ego, es multifacética y de profundas consecuencias. Si China se mantiene en ese paso apresurado por seguir a la vanguardia en competitividad y precios es muy probable que culmine por borrar a empresas insignia norteamericanas como OpenAI, que dicho sea de paso cuenta con el patrocinio de Microsoft.
Pero por igual existen preocupaciones que exceden lo económico. Desde el planteamiento de las condiciones del servicio se ha advertido de la muy amplia libertad que se le concede a la aplicación para el manejo de información personal. Además, existen indicios de que el manejo de la información concedida en las respuestas tiene una alineación con la narrativa oficialista del gobierno chino, lo cual pone en duda fuertemente su imparcialidad e incluso su posibilidad de adoctrinamiento sobre temas sensibles como Taiwán o Xinjiang. Y ya sea por boicot o porque en realidad sea cierto, al igual que en el caso del TikTok se plantea que esta es una nueva posibilidad de manipulación de información o la utilización de la misma por parte de China con fines meramente geopolíticos.
El peligro es que trastoca por igual a públicos que irremediablemente tienen contacto con un inconmensurable mundo digital que nos trastoca a todos. ¿Hasta dónde llegará este paso de la humanidad? Seamos inteligentes para contestar.