TECNOLOGÍA PARA CAPTURAR SONIDOS DE SERES VIVOS

“Exploración de la sonodiversidad y fenómenos que la acompañan”.

J. Alberto Castro
Columnas
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Los sonidos son una pieza clave para entender el comportamiento de los seres vivos y permiten también estudiar cuáles son los mecanismos por los que se emiten, además de que arrojan luces sobre el fenómeno de la comunicación, es decir, cómo se exteriorizan, cómo se reciben o interpretan.

La bioacústica es la ciencia que aparece por la fusión de la biología y la acústica. Se encarga de estudiar las señales sonoras que producimos los seres vivos. El desarrollo de conocimiento en esta materia depende no solo del interés de los biólogos, sino también de herramientas tecnológicas que permitan grabar los sonidos y hacerlos audibles.

Por ello esta rama de la biología ha tenido un importante impulso a partir de avances en la electrónica como la aparición de grabadoras, micrófonos especiales y espectrógrafos.

Todo esto viene a cuento porque Esaú Toaki Villarreal, biólogo por la UNAM, es un apasionado por capturar los sonidos emitidos por animales y descubrir cuáles son los mecanismos para hacerlo con un timbre único, singular y característico. Para lograrlo —esto es lo más interesante— ha inventado y fabricado una serie de micrófonos parabólicos —sensores electroacústicos rodeados de una superficie cóncava— que permiten grabar animales a distancia, organismos diminutos o seres que habitan en un bosque, selva, río, montaña, mar o desierto.

Sus registros van del canto de las aves, pasando por los chirridos de los grillos y el croar de las ranas, hasta los chasquidos y silbidos de los delfines, “todos ellos grabados de lejos sin estresarlos, casi siempre sin que se percaten siquiera de que hay una persona en las cercanías”.

En entrevista con Vértigo el biólogo inventor dice que “no me fui por el camino científico porque a mí lo que me atrajo fue generar y diseñar herramientas tecnológicas acústicas para estudiar en un principio la fauna y poder compartir este conocimiento entre los colegas biólogos”.

Recuerda que en 2013, cuando estudiaba en la FES Zaragoza, no había el instrumental adecuado para realizar escuchas. La UNAM había traído de Europa un equipo muy costoso que se negaba a prestar a los alumnos. Era el único. Por eso decidió crear su propia tecnología, al grado de hacer lo que ningún otro biólogo en México: fabricar un robot capaz de identificar el canto de los mirlos como proyecto de tesis.

El primer prototipo de micrófono parabólico lo logró tras cuatro años de estudios sobre cómo hacerlo y de manera autodidacta se empapó de materias como electrónica, diseño industrial, materiales, acústica, física y matemáticas.

“Comencé a construir mis micrófonos porque en México no había fabricantes de estas herramientas; son contadas las personas que pueden diseñar, fabricar y operar estos equipos en México y Latinoamérica”, señala Villarreal.

Precisa que los tres micrófonos parabólicos creados por él “amplifican la tonalidad entre los agudos y los graves; y solo amplifican un canal de comunicación que justo corresponde a donde se encuentran las aves, los anfibios, los insectos… El sonido amplificado permite lograr mayores distancias de captación. Esto dependerá de qué tan fuerte o débil cante el organismo. Por ejemplo, una chachalaca que canta durísimo, sin problemas la podemos capturar a 500 metros de distancia; en cambio, si se trata de un colibrí, cuyo canto es sutil, a lo mejor con 20 o 30 metros de distancia es suficiente”.

Dice el creador tecnológico que, dependiendo de la fuente emisora, con estos aparatos se puede detectar fauna localizada de 30 a 100 metros delante nuestro con tal claridad, que se oye casi como si la tuviéramos al lado.

Igualmente estima que poder captar los sonidos de los animales a una considerable distancia es crucial porque son organismos que están en movimiento en los ecosistemas, en los bosques, en las selvas, donde muchas veces no se ven, pero se escuchan; y no obstante estos artefactos permiten acercarnos a ellos sin perturbarlos.

Universo auditivo

Luego de grabar sonidos de fauna en sierras altas y bajas, selvas secas, bosques templados, duna costera, manglares, mar y cenotes (solo le faltan desiertos), reflexiona: “El sonido ofrece muchas ventajas en lo que a monitoreo de fauna silvestre se refiere. Imaginemos que estamos en una zona de vegetación densa donde se esconden miles de organismos: será imposible verlos, pero siempre podremos escucharlos y, si ponemos atención, incluso distinguiremos si la fuente sonora es un ave, un insecto o un anfibio, ya que cada especie tiene una firma y una huella acústica característica”.

En diez años de producción de tecnología para capturar los sonidos de los distintos animales Villarreal ha diseñado y fabricado distintos micrófonos. Entre estos llama la atención uno para grabar el sonido del andar de un milpiés. Los aparatos son semejantes y de la misma calidad de aquellos que tienen el sello “Made in USA” o “in Europe”.

Actualmente cuenta con tres tipos de micrófonos con parábolas de diferentes dimensiones: 24 pulgadas, 13 y 9. El diámetro de cada uno permite amplificar el canal específico. El de 24 tiene un canal de comunicación muy grande que puede grabar ranas, sapos y búhos; el de 13 y el de 9 funcionan muy bien para pájaros, colibríes y aves migratorias.

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Hace seis años el joven innovador decidió residir en la península de Yucatán. Primero vivió en la costa y ahora reside en Hunucmá, cerca de Mérida, feliz de tener un espacio y de cumplir su deseo de oír lo que nadie más puede, como hace ahora que unió fuerzas con la UNAM a través del BioCon (Laboratorio de Biología de la Conservación) de la ENES Mérida y usa sus hidrófonos —así se les llama a los micrófonos subacuáticos— para grabar animales marinos, un universo auditivo al que apenas nos asomamos.

“Mi gran sorpresa fue encontrar que hay una gran diversidad acústica en los peces: tenemos algunos, como el pez sapo, que generan ruidos semejantes a aullidos; también están las corvinas, que emiten unos clics que recuerdan a un telégrafo comunicándose en código Morse; y hay otras especies que hacen sonar sus vejigas natatorias”.

Una especie que llamó poderosamente su atención fueron los delfines nariz de botella, los cuales emiten un sonido muy agudo a tal grado, que hace saltar los espectrogramas con niveles más allá del alcance de la escucha humana. Estos delfines, que lanzan a los peces fuera del agua para aturdirlos y devorarlos, producen un ultrasonido para nada semejante al del famoso Flipper de la serie de televisión de los sesenta.

Para Esaú Villarreal en México hay personas dedicadas a la bioacústica. Recientemente surgió el Laboratorio de Bioacústica y Ecología del Comportamiento del CIIDIR-Oaxaca. Sin embargo, aún es un campo poco explorado, algo inexplicable en un país tan biodiverso como el nuestro.

“Esto se debe a la poca comunicación que hay entre los biólogos y quienes fabrican tecnología. Justo ahí quiero tender puentes con iniciativas como el Foro Escucha la Naturaleza, espacio dedicado a la exploración de la sonodiversidad y los fenómenos que la acompañan”, comparte.

Sobre su profesión de biólogo y su genuina vocación de inventor, comenta: “Mientras la ciencia busca responder preguntas, la tecnología responde a necesidades. Y yo estoy justo donde se cruzan ambos caminos. Mi intención es crear aparatos que se adecuen a los requerimientos de los investigadores, siendo yo al mismo tiempo uno de ellos. No quisiera limitarme: en realidad soy biólogo-inventor y tecnólogo”.

Caja de sorpresas

Onomatopeyas de sonidos de animales

• Parpeo del pato (¡Cuaa, cuaa!)

• Aullido del lobo (¡Auú, auú!)

• Balido de la oveja (¡Beee, beee!)

• Gruñido del cerdo (¡Oink, oink!)

• Maullido del gato (¡Miau, miau!)

• Croar de la rana (¡Croac, croac!)

• Chirrido del grillo (¡Cri, cri! ¡Cri, cri!)

• Rebuzno del burro (¡Hiaa, hiaa!)

• Ajeo de la perdiz (¡Aj, aj!)

• Glugluteo del pavo (¡Glu, glu!)

• Relincho del caballo (¡Hiii, hiii!)

• Canto del pájaro (¡Pío, pío!)

• Graznido del ganso (¡On, on!)

• Cacareo de la gallina (¡Co, co, co!)

• Canto del gallo (¡Quiquiriquí!)

• Ladrido del perro (¡Guau, guau!)

• Mugido de la vaca (¡Muuu, muuu!)

• Ronroneo del gato (¡Rrrr, rrrr!)

• Zumbido de las abejas (¡Zzz, zzz!)

• Ulular del búho (¡Uuu, uuu!)

• Arrullo de la paloma (¡Rrr, rrr!)