Una reunión de un grupo de altísimo nivel que involucra a países que reúnen más de la mitad de la población mundial es lo que significa BRICS. Las siglas de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica componen el acrónimo de un conglomerado de poderosos mandatarios cuyo objetivo es cambiar el orden mundial. Nacida aparejada al milenio, cuando en 2001 Goldman Sachs “bautizó” a esta organización, los BRICS ha buscado constituirse en un real equilibrio ante la hegemonía de los Estados Unidos y Europa Occidental. Sin embargo, a pesar de una rectoría clara para la causa rusa, no se ha podido presentar como un frente realmente unido; como un conglomerado sólido con una agenda pactada y un programa de acción. Pero con la mera imagen de Putin y Xi Jinping dándose la mano se envía un poderoso mensaje que acrecentará los nervios de muchos.
En ese espacio de atracción e importancia existen por igual quienes buscan desesperadamente un asidero para brillar desde lo más oscuro de su autoritarismo: tal es el caso de Nicolás Maduro, “presidente” de Venezuela, quien sin más se apersonó en la sede de la reunión cual si fuera interés de los líderes mundiales tener a un espurio codeándose a su lado.
De entrada, es lastimoso el papel de quien cada vez más solo se autoproclama mandatario de un país donde el fraude electoral es lo que soporta su estancia en el poder. Maduro viajó como un real prófugo de la justicia; en un avión iraní capaz de burlar radares y sumido en la necesidad de ocultarse cual delincuente. Su intentona por incluirse en tal grupo fue, por decir lo menos, ridícula y penosa.
Venezuela no tiene posibilidad alguna de sumarse al grupo de los BRICS ante la profunda crisis económica y política en la que se encuentra inmersa. Además, Maduro no tiene monedas de cambio para las grandes potencias; China, Rusia e Irán ya controlan diversas áreas estratégicas de la República Bolivariana debido a la enorme necesidad de apoyo que se ha presentado en el periodo de quien será recordado como un triste dictador sudamericano.
Presencia incómoda
¿Qué podría ofrecerles Venezuela a los grandes países cuando por hambre ha dejado la mesa puesta para que se sirvan? Su mera presencia en la reunión fue incómoda, buscando la foto que nunca llegó y obligando a estrechar manos que no querían saludarlo. Por otra parte, Venezuela no representa hoy un interés para el posicionamiento geográfico de esta presencia antidemocrática ya que la rectoría de Brasil en Sudamérica es clara para la causa del grupo. Es más, el propio Brasil, a través del dicho de Celso Amorim, asesor del presidente, fue quien con toda claridad precisó que se había vetado a Maduro y a Venezuela en su intento de pertenecer al selecto grupo.
La declaración fue dura y cruda: Venezuela incumple promesas y está tildada de poco confiable. Brasil se ha sumado a la exigencia internacional de un numeroso grupo de naciones que ha esperado los resultados desagregados de la elección pasada, además que se ha visto afectado por la repercusión regional que provoca la caída de la economía venezolana. Tan solo en diez años dicha economía ha perdido 60% de su tamaño y actualmente ostenta la inflación más pronunciada en el mundo. La inconformidad de vecindades en Sudamérica es también ya un clavo más en el ataúd que Maduro ha labrado para sí mismo; el fenómeno migratorio y delictivo que ha provocado el declive venezolano es palpable en un gran número de naciones.
Como era de esperarse, el show que Nicolás Maduro ha montado para esconder tan penoso fracaso ha sido magnánimo. Transmisiones en vivo de su retorno al país entre vítores militares y el anuncio de la “histórica reunión” han sido la constante en el país sudamericano desde hace días. Maduro está urgido de presentarse con el rostro lavado, aunque sea entre un grupo de países con perfil dictatorial en donde tristemente ni ahí tiene cabida.
Venezuela no está ni siquiera considerado entre los países que fueron ingresados como socios, paso previo para convertirse en miembro permanente. 13 socios donde figuran Cuba y Bolivia han dejado atrás a una Venezuela encabezada por un desfiguro de presidente repudiado en los círculos internacionales.