¿BYE BIDEN?

Guillermo Deloya
Columnas
JOE BIDEN

Un personaje colmado de polémica en recientes días y un contexto convulso donde la denostación será la constante componen una mezcla única que pondrá a prueba a quien hoy por hoy sigue teniendo el mando de la nación más poderosa del mundo.

Desde problemas familiares hasta guerras arancelarias y comerciales, así como el cuestionamiento sobre la sanidad física y mental del presidente Joe Biden, son cuestiones que han estado sobre la mesa en los últimos días. Pero donde nada parecería favorecer es en el contexto de una economía que no ha podido resarcir los efectos de la depresión provocada por la pandemia. Medidas que a pesar de lo estruendoso en el anuncio, como el programa de infraestructura nacional, no llegan a impactar a los estadunidenses en sus bolsillos y, peor aún, han promovido una pobreza urbana que ya no se puede hacer invisible.

Biden aparece en el colectivo imaginario de la clase media y baja norteamericana como “tibio” en las medidas antiinflacionarias y de contención económica. Así, los números tampoco mienten y la remontada estadunidense aún presenta diversas complicaciones. En primer término, la inflación acumulada desde la pandemia bien puede rondar 20%. Sin embargo, a pesar de que la estimación oficial esgrime que actualmente la mantiene en el previsto rango de 2%, existe un largo catálogo de bienes extrainflacionarios de alto consumo para los estadunidenses que a su vez seguramente se verán afectados con incrementos debido a un nuevo plan de implementación de aranceles.

Y es también ahí donde a pesar de la alta implicación en nacionalismo que tiene la medida Biden tampoco ha podido impactar con contundencia en las disposiciones impuestas a los autos eléctricos asiáticos.

Daño colateral

La medida tomada dentro del nuevo paquete arancelario es estridente al establecer 100% de gravamen a los vehículos eléctricos chinos, pero pasa por igual por el impacto a los componentes de acero, aluminio, baterías y semiconductores que también se utilizan para la fabricación de diversos electrodomésticos que circulan en los mercados norteamericanos.

Si la apuesta es lesionar a China con la medida, también puede existir daño colateral en lo local y, peor aún, no tendrá un efecto palpable para los ciudadanos como medida de gran impacto al menos en lo inmediato: este paquete de aranceles no refuerza de manera alguna la recuperación o creación de empleos, ni tampoco constituye un freno para el deterioro ambiental. No es una apuesta a la descarbonización ni una medida eficaz en pro de las energías limpias, lo cual en el contexto la hace vacía y altamente criticable por los adversarios.

Biden por momentos parecería que se encuentra en un callejón sin salida. Recurre a medidas apreciadas como desesperadas por ganar popularidad en un escenario donde Donald Trump lo desdibuja a pasos agigantados.

Recientemente la cancelación de su gira europea para regresar a Estados Unidos y departir con diversas figuras del espectáculo en un fundraiser que deja unos 30 millones de dólares es una señal poderosa de que cualquier ayuda será bienvenida en el camino. Por igual, el apoyo de Barack Obama como figura emblemática y popular por parte de los demócratas es un aliciente que Biden usa para elevar su presencia.

La farándula estadunidense se ha volcado al apoyo de Biden y personajes como Julia Roberts, Jimmy Kimmel, George Clooney y Barbara Streisand, entre muchos otros, se unen a un clamor angustioso por detener la muy real posibilidad de que Trump se convierta nuevamente en el próximo presidente de la nación norteamericana.

Los ataques no cesan ni cesarán para Biden y en la actualidad hay dos cuestiones que adicionalmente pesan en el ambiente: el caso de su hijo, Hunter Biden, y el incesable cuestionamiento sobre la aptitud mental del mandatario.

En lo que hace al primer punto el impacto previsible raya más en lo anímico y sicológico que en las reales consecuencias legales y políticas. Es este el primer caso en el que un pariente directo de un presidente es encontrado culpable por delitos graves, donde además es altamente probable que Hunter visite la cárcel. En lo relativo a la salud mental del presidente mucho se dice, pero prefiero pensar que la nación más poderosa sigue en las manos adecuadas.