AZOTEAS BLANCAS: UNA SOLUCIÓN REFRESCANTE PARA NUESTRAS CIUDADES

“Podemos ser agentes de cambio a través de decisiones cotidianas”.

J. Alberto Castro
Columnas
Azoteas blancas CDMX

Aunque sea difícil de creer, el color de una azotea puede cambiar la temperatura de una casa o inmueble. En un innovador experimento especialistas del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICA y CC) y del Programa de Investigación del Cambio Climático (PINCC) de la UNAM midieron cuáles son los impactos de cambiar los techos de un color ocre o verde a uno blanco con propiedades que reflejen más la energía que viene del sol: descubrieron y comprobaron que elegir entre uno de estos tres colores podría significar una diferencia de hasta 30 grados de temperatura en una azotea.

Los científicos encabezados por Luis Estrada, del PINCC, así como Luis Antonio Ladino y Amparo Martínez, del ICA y CC, emprendieron esta investigación en un esfuerzo por encontrar soluciones prácticas dirigidas a mitigar los efectos de las islas de calor, un fenómeno que se produce en aquellas zonas urbanas que experimentan temperaturas más altas que las zonas circundantes debido a la actividad humana.

Señalaron como causa principal la acumulación de estructuras, como edificios, aceras o asfaltos, que absorben más calor y lo liberan más lentamente, al revés de parajes naturales como bosques, ríos o lagos.

A esto se agrega el calor y la contaminación que generan el tráfico y la industria.

Cabe recordar que, por ejemplo, el 25 de mayo pasado la Ciudad de México (CDMX) registró temperaturas inusuales y según el Servicio Meteorológico Nacional la urbe alcanzó el máximo histórico de 34.7 grados Celsius.

No hay duda de que en distintos puntos de la megalópolis tuvo lugar el fenómeno urbano de islas de calor.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU) las ciudades son uno de los factores que más contribuyen al cambio climático. Estas consumen 78% de la energía mundial y producen más de 60% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). No obstante, abarcan menos de 2% de la superficie de la Tierra.

Así las cosas, es evidente que la investigación científica se enfoca en concretar salidas al calentamiento urbano, magnificado por el cambio climático local y global, porque simplemente más de 50% de la población mundial vive en ellas y más de 80% del Producto Interno Bruto (PIB) también se produce en las urbes.

En esta perspectiva los integrantes del PINCC y del ICA y CC realizaron el experimento piloto diseñado para la CDMX. En uno de los edificios de estos centros de investigación los expertos colocaron tres franjas con los colores de los impermeabilizantes más comunes —ocre, verde y blanco— e instalaron radiómetros para medir la temperatura de cada una de esas superficies. Así registraron las diferencias entre ellos para conocer los cambios de temperatura entre uno y otro.

Los resultados del experimento, que abarcó del 25 de junio al 24 de julio, mostraron que las superficies blancas reflejan considerablemente más radiación solar que las de color ocre o verde. En particular, durante los días 4 y 5 de julio se registraron temperaturas máximas de 70, 62 y 40° C para las superficies ocre, verde y blanca, respectivamente. Esta diferencia de 30° C demuestra el potencial de las azoteas blancas para reducir significativamente las temperaturas en los edificios y mitigar el efecto de las islas de calor.

Resiliencia

Los universitarios observaron cómo afectan las islas de calor urbano a la climatología local. Para ello usaron datos satelitales para ver la temperatura de la superficie, hicieron mediciones de temperatura ambiente y, con un modelo físico del clima de última generación, efectuaron proyecciones de cómo sería la CDMX en dos décadas.

El resultado fue preocupante: la temperatura podría aumentar hasta 6° C para mediados del siglo.

Igualmente, analizaron cuál sería el escenario, pero con azoteas blancas que reflejen la radiación solar y el incremento fue de solo dos grados.

La creciente urbanización y el cambio climático han intensificado el fenómeno de las islas de calor, generando condiciones de vida cada vez más desafiantes en las ciudades. Sin embargo, soluciones innovadoras como las azoteas blancas ofrecen una vía prometedora para mitigar este problema. Al reflejar la radiación solar, estos techos contribuyen a reducir las temperaturas urbanas y mejorar la calidad del aire. Tal como lo demuestra la experiencia de ciudades como Nueva York y Los Ángeles, la implementación de estas tecnologías puede generar beneficios significativos tanto a nivel local como global.

En nuestro país, la Ciudad de México se presenta como un caso de estudio ideal para evaluar el impacto de las azoteas blancas. Los datos recopilados por investigadores de la UNAM indican que la temperatura en la capital ha aumentado considerablemente en las últimas décadas, lo que subraya la urgencia de adoptar medidas de adaptación. La propuesta de iniciar la implementación de azoteas blancas en Ciudad Universitaria representa un primer paso hacia una transformación urbana más sostenible y resiliente.

Basta imaginar el impacto transformador que se lograría si cada vez que se requiera impermeabilizar un techo, se optara por un recubrimiento blanco. Esta sencilla acción, replicada a lo largo y ancho del territorio, tendría la capacidad de transformar nuestras ciudades en entornos más frescos y resilientes. Al elegir un techo blanco no solo estamos protegiendo nuestra vivienda, sino que contribuimos a mitigar los efectos del cambio climático a escala global.

Es hora de reconocer que cada uno de nosotros, a través de decisiones cotidianas, podemos ser agentes de cambio y construir un futuro más sostenible.

Islas de calor urbanas

Causas que elevan la temperatura en las ciudades

Superficies oscuras y calientes El asfalto y otros materiales oscuros absorben mucho calor solar.

Falta de vegetación Los árboles proporcionan sombra y humedad, enfriando el aire.

Edificios Los edificios absorben calor y bloquean el viento fresco.

Contaminación del aire La contaminación atrapa el calor y aumenta la temperatura.

Soluciones

Arquitectura bioclimática Energías renovables, paneles solares, cubiertas de vegetación y azoteas blancas para mitigar la absorción de calor.

Infraestructuras sostenibles Edificios, carreteras, puentes, aceras, estaciones, farolas contra el cambio climático.

Movilidad sostenible Vehículos eléctricos e híbridos.

Impuestos verdes Impuestos por la emisión de CO2, de otros GEI y de sustancias contaminantes.

Ecobarrios Nuevos desarrollos urbanos sustentables.

Zonas y corredores verdes Con diferentes usos sociales, culturales o deportivos.