No basta levantar al débil, hay que sostenerlo después.
William Shakespeare
¿Por qué ayudamos a los demás? ¿Somos altruistas por naturaleza? ¿O más bien hay algo que nos incita a ayudar al otro cuando nos necesita? Un nuevo estudio publicado en Evolutionary Psychology señala que la competencia y la prosocialidad (aquel comportamiento cuando un individuo actúa para beneficiar a otros y no a sí mismo) aumentan de forma independiente la compasión y la disposición por ayudar a los demás.
El investigador Ryo Oda y sus colegas reclutaron a más de 200 participantes de habla japonesa. Les presentaron cuatro escenarios distintos, cada uno de ellos protagonizado por un personaje que había perdido su trabajo.
Estos personajes variaban en sus tendencias prosociales; por ejemplo, unos eran diligentes y cariñosos, mientras que otros eran poco fiables y flojos.
También variaban en la posibilidad de controlar su pérdida de empleo. Por ejemplo, unos lo habían perdido debido a la quiebra del empleador, mientras otros porque llegaban tarde por haberse quedado dormidos.
Luego de ver cada escenario los participantes respondieron a preguntas donde comprobaron que habían comprendido cada uno de estos casos. Después evaluaron sus sentimientos de responsabilidad, confianza, compasión y simpatía hacia los personajes en una escala del uno al nueve, donde uno significaba que no lo sentían en absoluto y nueve era que lo sentían mucho.
También evaluaron su disposición a ayudar a los personajes mediante cuatro hipotéticos comportamientos de ayuda con distintos costos: palabras de ánimo, ayuda en la búsqueda de empleo, préstamo de dinero o directamente darles dinero.
Fuera de control
Los resultados revelaron que tanto la prosocialidad de los personajes como la posibilidad de controlar su angustia influían de forma independiente en los sentimientos de compasión, confianza y disposición de ayudar de los participantes. Es decir, los participantes sentían más compasión y confianza hacia los prosociales y hacia aquellos cuya angustia era incontrolable.
En otras palabras, la disposición a ayudar era mayor en el caso de los individuos prosociales y los que se enfrentaban a una angustia incontrolable y disminuía a medida que aumentaba el costo de la ayuda. Aunque ambos factores tuvieron una influencia significativa, sus efectos fueron independientes entre sí, lo que sugiere que tanto la prosocialidad como la angustia incontrolable son consideraciones críticas pero separadas en la decisión de ayudar a los demás.
En un segundo estudio con base en el primero se midió la disposición real de ayudar mediante la imposición de un costo pequeño pero real. Y los resultados fueron similares a lo anterior; es decir, los investigadores descubrieron que los participantes sentían más compasión y estaban más dispuestos a ayudar a los individuos prosociales y a aquellos cuya angustia se debía a causas incontrolables.
Esto quiere decir que las personas se muestran dispuestas a ayudar a quienes pasan por situaciones fuera de su control y que a la vez demuestran necesidad por encima de aquellos individuos que quizás eran menos de fiar.
Y tú, ¿consideras que un atributo tuyo es ayudar?