EL AVANCE DEL PUTINISMO EN EL MUNDO

Raudel Ávila - Enlace Internacional
Columnas
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PUTIN

La semana pasada, como ya señalaron todos los analistas internacionales, Inglaterra y Francia le metieron un revés al avance del populismo afín a Vladimir Putin en Europa. Está probado y documentado en la prensa de sus respectivos países que la Reagrupación Nacional de Marine Le Pen y Reform UK de Nigel Farage han manifestado afinidades con la Rusia de Putin y en el caso de Le Pen incluso ha recibido financiamiento suyo.

Esto tiene implicaciones significativas en términos del apoyo recibido por Ucrania en su guerra contra Rusia, pero aun si se sostiene el apoyo francés y británico a Ucrania no es suficiente. El apoyo primordial e indispensable es el norteamericano; y ese pende de un hilo en función de la elección presidencial de este año.

Como todos sabemos, el presidente Joe Biden ha reafirmado su apoyo irrestricto a la OTAN, incluso en la ceremonia de 75 aniversario este año. No solo eso: ha maniobrado en el Congreso de Estados Unidos para garantizar financiamiento que lleve armas a los ucranianos. En el caso de Trump, la situación es exactamente la inversa. No solamente ha declarado que no apoya la participación estadunidense bajo ninguna modalidad en la guerra en Ucrania, sino que considera que no es del interés norteamericano seguir apoyando a la OTAN y por extensión a sus aliados militares de Europa Occidental.

Si a esto le sumamos las ligas confesables e inconfesables de Trump con Rusia (sus negocios inmobiliarios allá) y con el propio gobierno de Putin (se ha comprobado la intervención de este a favor de su campaña en 2016), tendremos una película completa de las implicaciones internacionales del regreso de Trump a la Casa Blanca.

El putinismo está lejos de haber sido derrotado. Y es que su entronización en EU supondría el control sobre la más poderosa de las democracias.

Mancha

¿Por qué el gobierno ruso se empeña en desestabilizar a las democracias occidentales? Por varias razones, pero principalmente dos. La primera, en represalia por lo que estima como interferencias indebidas en su zona de influencia en Europa Oriental. La integración de varias repúblicas exsoviéticas lo mismo a la Unión Europea que a la OTANenfureció a la élite rusa. En segundo lugar, por la necesidad de no verse rodeado por democracias liberales en el escenario internacional. Si el resto del mundo vive en democracia, la presión doméstica contra el régimen autoritario de Putin se recrudece. Por contraparte, si el resto de las democracias occidentales atraviesan problemas de extremismo, polarización, secesionismo y otras linduras similares, el régimen de Putin ya no se ve tan mal.

Todo sistema político requiere anclas de gobernabilidad en el interior y en el exterior. Mientras Occidente sea democrático, Putin se verá como una mancha. De ahí su empeño por liquidar las democracias liberales financiando partidos y movimientos radicales que las dañan desde la base.

Putin sabe muy bien que desde el final de la Segunda Guerra Mundial y al final de la Guerra Fría fue EU el que aglutinó a las democracias en términos ideológicos, pero sobre todo militares. Conquistar el poder ahí deja indefensas a las democracias del resto del mundo, pues ninguna otra dispone de suficientes recursos militares para hacerle frente a Rusia y más aún a su nuevo aliado, China.

De ahí la importancia de que los demócratas ganen la presidencia en noviembre, a fin de mantener la alianza de democracias en el mundo. De otra suerte, lo que hemos visto como la crisis y retroceso de las democracias a nivel internacional parecerá poca cosa comparado con lo que vendrá. Solamente EU puede contener el avance del putinismo en el mundo.