PONEN EN LA RED UN ATLAS DIGITAL DE ENFERMEDADES INFECCIOSAS

“Un sistema de consulta abierta”.

J. Alberto Castro
Columnas
Atlas digital de enfermedades

Para el campo de la ecología de las enfermedades infecciosas es muy importante contar con un banco de datos o información sistematizada sobre investigaciones, conocimientos y realidades que den cuenta de cómo se genera y disemina un contagio en un lugar preciso, en un momento determinado.

En México, por ejemplo, a lo largo de muchas décadas se han estudiado las enfermedades infecciosas y su relación con los cambios climáticos y aspectos ambientales, étnicos, migratorios, así como factores como el crecimiento de la población, la demografía y la geografía.

Sin embargo, esta valiosa información se encontraba dispersa en artículos, ensayos de revistas científicas especializadas, en tesis, libros, almanaques y otras publicaciones.

Precisamente este vacío informativo y carencia de conocimientos ordenados fue suficiente motivo para que especialistas de diversas entidades de la UNAM —como el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC), el C3o las facultades de Medicina y Veterinaria— pusieran en pie un Atlas digital que mapea la distribución de las enfermedades infecciosas en México, el cual por ahora ofrece información sobre dengue, Zika, chikungunya, hantavirus, fiebre del Nilo, Lyme, Chagas y leishmaniasis, con desglose a nivel de estados, municipios y áreas geoestadísticas básicas.

Hablamos de un Atlas para hacer frente a las enfermedades infecciosas, de una herramienta digital de búsqueda que marca en un mapa las regiones de México donde se podrían dar crisis de salud, un sitio de la red que de manera ininterrumpida seguirá alimentando su base de datos e irá añadiendo padecimientos hasta abarcar el mayor número posible.

Por tratarse de un instrumento de investigación único en su tipo, lo mismo en México que en el mundo, Vértigo contactó a su principal creador, Constantino González Salazar, doctor en Ciencias e investigador del ICAyCC, quien confió que apegándose a los principios de la epidemiología espacial en la creación del Atlas de enfermedades infecciosas se consideraron los padecimientos y su relación con la geografía, ya que los ciclos de transmisión de los patógenos están ligados a las características ambientales y a la biodiversidad de la zona, y se modifican o intensifican debido a factores tan diversos como la migración humana, cambios del uso de suelo, el deterioro ecológico, la explotación de recursos o el calentamiento global.

Recordó el experto que el proyecto partió de cero, ya que no existía ninguna información sistematizada sobre este tema. Por ello, él y un grupo de investigadores compilaron toda la literatura epidemiológica publicada en México entre 1900 y 2020 a fin de entender las dinámicas espacio-temporales de distintas enfermedades.

“Dar un formato estructurado a 120 años de datos tan dispares y de procedencias tan diversas representó un enorme esfuerzo, pero nos sirvió para crear el primer repositorio de información sobre enfermedades de nuestro país”, apunta.

Biólogo por la UNAM, González explicó que siempre tuvo claro concretar una herramienta digital amable, de fácil interacción y consulta, ya que para acceder a esta plataforma basta con teclear https://epispecies.c3.unam.mx/ en la barra del navegador; una vez logrado el acceso el usuario puede hacer preguntas del estilo: ¿dónde se distribuye este patógeno?, ¿dónde hay casos de tal padecimiento?

Además, la confección de la plataforma permite formular cuestionamientos muy necesarios como: ¿qué contagios hay donde vivo?, ¿dónde se están dando las condiciones para un brote epidémico?, ¿qué enfermedades que creíamos exclusivas del extranjero están ya en el país?, o ¿dónde y cómo intervenir para frenar una epidemia en ciernes?

Alcances

Precisa el académico que el Atlas digital por el momento solo refiere enfermedades transmitidas por animales, porque alrededor de 70% de los padecimientos infecciosos tienen su origen en la fauna, es decir, son de origen zoonótico. Sin embargo, se tiene previsto en el futuro incluir más enfermedades con distintos orígenes.

Sobre el alcance de esta singular plataforma, manifiesta: “No se trata de enfocarse en ciertas zonas, sino de cubrir a México en su totalidad, tomando en cuenta sus características geográficas, ecológicas, poblacionales, sociales, epidemiológicas y de biodiversidad. Además, la herramienta se diseñó para estar al alcance de todos, ya que lo mismo puede consultarla un especialista que un estudiante o ama de casa. Eso hace de este proyecto algo único a nivel global”.

El despliegue de la información “plasmada en una serie de mapas interactivos responde a entender a la enfermedad como sistema complejo, establecer que cualquier infección ocurre en un punto geográfico preciso, en condiciones muy particulares que favorecen los ciclos de transmisión: a esto se le llama paisaje epidemiológico”, refiere González.

Dice que “para la comprensión de una enfermedad en toda su complejidad no basta con tener un patógeno, un vector o un hospedero, así, en abstracto; estos deben interactuar de cierta forma para infectar a una población humana. Por tal motivo es menester estudiar —de manera holística y ecosistémica— a cada uno de los agentes involucrados”.

Esto es justo lo que hace el Atlas de Enfermedades Infecciosas al permitirnos elegir entre un patógeno, vector u hospedero (o los tres juntos) y mostrar sobre un mapa su comportamiento ante determinadas temperaturas o precipitaciones (por poner apenas un par de ejemplos). De alguna manera este sistema de consulta caracteriza el paisaje epidemiológico de cada enfermedad, ya que permite observar cómo interaccionan una o múltiples variables en el desarrollo de su etapa de contagio y afectación.

De acuerdo con el investigador el Atlas de la UNAM ya arroja información de que “los cambios climáticos y ambientales tienen muchos efectos directos e indirectos en la salud humana. La temperatura, la humedad, los cambios de uso de suelo también influyen en la abundancia y distribución de vectores, patógenos y hospederos intermediarios. Por ejemplo, hoy hay evidencia de que los mosquitos Aedes aegypti, transmisores del dengue, o las chinches besuconas, transmisoras del mal de Chagas, están en ciertos municipios del Estado de México muy cerca de la CDMX. Esto indica que en los próximos años van a surgir en zonas urbanas problemas de salud que se creían exclusivos de zonas tropicales y rurales”.

El futuro del Atlas digital de enfermedades está garantizado, porque además de ser un sistema de consulta abierta los especialistas e investigadores de las diversas enfermedades podrán aportar datos e informaciones inéditas que serán meticulosamente revisados y certificados para su ingreso a la base de datos de la plataforma universitaria, que se pretende tenga un alcance nacional.

Se prevé que en una siguiente etapa de desarrollo esta herramienta pueda proporcionar pronósticos a futuro (para el corto, mediano y largo plazo).

Esta necesidad de anticiparse a lo que viene es crucial, a decir del doctor González, ya que el calentamiento global y los cambios de uso de suelo han alterado con vertiginosa rapidez los ecosistemas y las dinámicas de los patógenos. “Lo trascendente es que la gente tenga acceso al conocimiento de las enfermedades a través de un formato novedoso. Necesitamos que la salud humana vaya acompañada de una salud animal y ambiental para poder transitar a una salud pública plena”, remata.

Padre de la epidemiología espacial

En 1854 un médico inglés, de nombre John Snow, tomó un plano urbano y marcó con cruces los casos de cólera que se registraban en Londres para luego relacionarlos con la ubicación de los pozos de agua de la ciudad.

A partir de ambos datos determinó que la fuente del contagio se localizaba en la calle Broad, del Soho. Nadie lo hubiera anticipado entonces, pero con dicho mapa nacía la epidemiología espacial.

Snow era un escéptico de la por entonces dominante teoría del miasma: la creencia de que el origen de todo mal epidémico era un aire maligno, el miasma, que surgía de las entrañas de la Tierra y viajaba contagiando la enfermedad a quien lo respirara.

La teoría de los microbios y su relación con las enfermedades no estaba todavía establecida (Pasteur tardaría aún diez años en realizar los experimentos que le darían validez) y los brotes de cólera que asolaban a Londres hacia 1850 eran para todos un misterio. Sin embargo, el mapa de Snow cambió aquella situación: el agua contaminada era la fuente de contagio.

Por esta indagación a John Snow se le considera el padre de la epidemiología espacial.