ARANCELES CONTRA PROSPERIDAD

Sergio Sarmiento
Columnas
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Aranceles proteccionismo

El proteccionismo comercial y los impuestos son dos de las armas con las que los gobiernos han atacado siempre la prosperidad de los pueblos. Cada uno es extraordinariamente dañino para la construcción de riqueza y bienestar. Los aranceles combinan ambas fuerzas y por eso son tan letales para la prosperidad.

Es difícil pensar que un político moderno, con toda la información que hay hoy sobre el tema, pudiera seguir insistiendo en aplicar políticas tan negativas. Pero Donald Trump está empeñado en destruir riqueza y en castigar a sus propios gobernados con su política arancelaria.

La ignorancia de Trump sobre los aranceles ha sido siempre manifiesta. En 2019 afirmó que arancel “es una palabra hermosa, en verdad”. El 2 de enero pasado, como presidente electo, comentó en redes sociales: “Los aranceles, y solo los aranceles, crearon esta vasta riqueza para nuestro país… Nunca fuimos tan ricos durante este periodo”.

Pero esto es falso. La prosperidad de Estados Unidos se ha construido sobre la base de la apertura económica y comercial y también sobre la inmigración. El periodo de mayor prosperidad de esa nación ha sido a partir de 1945, cuando Estados Unidos encabezó al mundo en un proceso de apertura comercial. El peor desplome económico tuvo lugar a partir de la promulgación de la Ley Arancelaria Smoot-Hawley en 1930, que elevó los aranceles de manera indiscriminada y convirtió una recesión en la Gran Depresión que dejó a millones sin empleo en EU y en el mundo.

Quizás el único aspecto positivo de las agresiones arancelarias de Trump es la educación que ha proporcionado a muchos de los activistas de nuestra izquierda política que antes del gobierno de López Obrador siempre se opusieron al libre comercio y al Tratado de Libre Comercio que negoció el gobierno de Carlos Salinas de Gortari y que renegoció, en el primer cuatrienio de Trump, Enrique Peña Nieto. Ahora que están en el poder se dan cuenta de que cortar los flujos comerciales con aranceles tendría consecuencias desastrosas para la economía mexicana.

Nadie gana

Tiene razón el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, cuando señala que los aranceles de Trump son como darse “un tiro en el pie”. La competitividad de las empresas fabricantes de vehículos de motor de Estados Unidos, por ejemplo, se basa en su capacidad de realizar parte de su producción en México. Si se eliminan las operaciones en México los vehículos producidos en EU serán mucho más caros y no podrán competir con los que lleguen de Europa o Asia. Estos aranceles pueden ser la pena de muerte para la industria automotriz estadunidense.

Pero precisamente porque Ebrard tiene razón, México debe evitar responder con aranceles propios a los de Trump. Nadie gana nunca una guerra comercial, mucho menos México, que manda 83% de sus productos de exportación a Estados Unidos.

Establecer aranceles a los productos estadunidenses solo servirá para castigar a los consumidores mexicanos y para dañar nuestra economía.

La mejor respuesta que podemos dar a los aranceles de Trump es aumentar la productividad y competitividad de nuestras empresas. Pero esto no se logra con aranceles. Al contrario, hay que bajar impuestos y reducir trámites burocráticos.

La única razón por la que Trump puede ser un bully es porque Estados Unidos es un país mucho más próspero que el nuestro. Pero México tiene todo para ser tan rico o más. Solo tenemos que demoler los obstáculos que han impedido que alcance su potencial económico.