ANORA, LA LUCHA DE UNA CENICIENTA MODERNA

Francisca Yolin
Columnas
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Sean Baker (The Florida Project, Red Rocket) vuelve a demostrar su maestría en explorar, con empatía y sin melodramatismos, la vida de personas marginadas, especialmente inmigrantes y trabajadoras sexuales, con Anora, una historia tan frenética como profundamente humana, que le dio la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2024.

Ambientada en las frías calles de Nueva York la película nos presenta a Anora o Ani, como prefiere que le digan, una bailarina exótica rusa-estadunidense que se ve atrapada entre su vida cotidiana y las complejidades de un matrimonio con Ivan, el hijo consentido de un oligarca ruso.

Baker teje una tragicomedia que transita entre la comedia hilarante y el drama desgarrador, mostrando nuevamente su habilidad para equilibrar los extremos emocionales.

Mikey Madison, en su mejor papel hasta la fecha, transforma a Ani en una figura magnética y llena de matices: una mujer fuerte y luchadora, pero con un trasfondo de vulnerabilidad. Ivan, interpretado con acierto por Mark Eydelshteyn, es su opuesto: infantil, egoísta y tan superficial como el brillo de su fortuna.

La relación entre ambos es tanto divertida como tensa; y Baker evita romantizarla, enfocándose en los desequilibrios de poder y clase que atraviesan sus vidas. Este enfoque eleva la narrativa, mostrando un trasfondo social más profundo sin caer en el moralismo ni en querer “educarnos” como espectadores.

Visualmente Anora es cautivadora. La dirección de fotografía de Drew Daniels captura con destreza la crudeza invernal de Nueva York, otorgando a la ciudad una atmósfera vibrante y auténtica. Las calles menos glamorosas de Brooklyn y Manhattan se convierten en escenarios de momentos clave: desde persecuciones nocturnas hasta encuentros cargados de tensión. Cada detalle del diseño de producción, desde el frío lujo de la casa de Ivan hasta los rincones desgastados donde Ani vive y trabaja, enriquece el mundo narrativo de la película.

Resiliencia

El filme encuentra un punto alto en sus secuencias de humor, particularmente cuando Ani se enfrenta a los matones enviados por el padre de Ivan para deshacer el matrimonio. Estas escenas, que oscilan entre la comedia física y la comedia negra, revelan la fuerza interior de Ani y ofrecen un respiro cómico que nunca resta importancia al núcleo emocional de la historia.

Baker utiliza estos momentos para reforzar su mensaje sobre la solidaridad de clase, mostrando cómo los personajes, aunque diferentes en sus circunstancias, comparten una lucha común contra el sistema que los oprime.

Anora culmina en un desenlace impactante que equilibra devastación y esperanza. Baker no solo retrata la crueldad de las estructuras de poder, sino que celebra la resiliencia de sus personajes, especialmente la de la protagonista.

La película, que parece una revisión irreverente de cuentos de hadas, se convierte en un poderoso retrato de la lucha por la dignidad y la supervivencia en un mundo desigual.

Con esta obra Sean Baker confirma su lugar como uno de los grandes narradores del cine actual, ofreciéndonos una historia que, como Ani, brilla incluso en la oscuridad.