EL ADN DE LA LIBERTAD

Claudia Ivett García
Columnas
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Provocar una reflexión entre los jóvenes universitarios sobre El ADN de la libertad fue la tarea del doctor Antonini de Jiménez, profesor de la Universidad Católica de Pereira, Colombia. Ello como parte de una serie de conferencias titulada Primavera X la Libertad que tiene lugar en la Universidad de la Libertad (UL) con la finalidad de fomentar el diálogo abierto y constructivo acerca de los valores democráticos y liberales.

“La libertad hay que arriesgarla, hay que tomar riesgos, hay que aceptar que se puede perder y tenemos que aprender a renunciar. Esas cosas se aprenden, eso se llama ‘pedagogía de la libertad’, aprender a ser libres; no solo aprender las teorías liberales, que está muy bien, que hay que hacerlo: hay que aprender a ser libres”, afirmó el conferencista.

El doctor en Economía, conocido de manera mediática y en redes sociales por crear contenido relacionado con liberalismo y política, reflexionó: “La libertad es un bien público, no es un bien privado. Lo que pasa es que se provee privadamente, es decir, que se produce individualmente, pero es de todos. No solo de todos, voy a más: mientras más libre soy yo, más libre se hace la libertad de mi vecino y viceversa. No solo vale que yo quiera ser libre, sino que los demás me quieran ver siendo libre; por eso necesitamos ir insuflando la idea de la libertad a las personas. Si yo no me rodeo de personas que aspiran a ser su mejor versión, yo me acabo ‘mediocretizando’, acabo rebajando el nivel, mi propia libertad se desinfla”.

Derecho

Además, De Antonini conversó con los jóvenes universitarios sobre la importancia de la propiedad y su relación con la libertad. “Los derechos de propiedad, yo no lo entendía, son fundamentales para ser libre, pero no porque para ser libre necesite propiedades, ahí está el problema: no, una persona puede ser libre sin propiedades, pero necesita el derecho de propiedad. ¿Cómo es eso? Porque el derecho de propiedad lo que significa es que la sociedad, el mundo con el que tú vives, respeta, acepta y defiende que existes y que lo tuyo exista, aunque lo tuyo sea cero, pero el cero es tuyo porque lo has decidido libremente. Por eso es que el libre lo tiene todo cuando no tiene nada: porque lo ha decidido libremente. Es decir, que el que es libre, no puede ser pobre. Estas ideas a algunos les pueden sonar raras. Poco a poco, necesitamos tiempo, pero necesitamos ir escalando en ellas”, aseguró.

A través de sus experiencias dentro y fuera de las aulas, y de sus vivencias y aprendizajes alrededor del mundo, transmitió a los jóvenes estudiantes la importancia de defender su libertad. “Yo me empapé de socialismo. Y había un socialismo que parecía razonable. Luego leí a los liberales y también me parecieron muy razonables. Y si yo cogía a un socialista inteligente y a un liberal inteligente, pues yo decía: ‘Al final me quedo con el que tenga la corbata más bonita’. Yo necesitaba ir al mundo, es decir, había estudiado la pobreza, ahora iría a verla; de ahí lo de irme a Camboya. He estudiado la desigualdad, ahora hay que vivirla, vívela. En la frontera norte mexicana, en Nuevo Laredo, donde viví, hay violencia. Vete a donde sea violento. Vamos para Colombia. Eso me permitió ir reflexionando de manera autónoma las ideas que iba asimilando del mundo. Por ejemplo, la pobreza camboyana: yo dormía en el suelo y comía cucarachas fritas que era lo que comían ahí los pobladores del campo”, relató.

Finalmente, Antonini de Jiménez compartió con los jóvenes una anécdota para reflexionar: “Una estudiante llega y me dice: ‘Profesor, voy a dejar la carrera porque ya trabajo, gano plata, me he independizado, vivo con mi novio, soy feliz y además la carrera no me ayuda a mi oficio de carnicera. Me voy’. Yo le dije: ‘Es cierto, la carrera no te ayudará a ser carnicera, yo no sé cortar un filete. Y además la libertad poco te va a ayudar a ser buena carnicera. No. Pero la libertad te va a permitir que ames ser carnicera. ¿Por qué? Porque solo amas lo que haces cuando tienes alternativas, cuando no lo haces a la fuerza, cuando no lo haces sin remedio’. Cuando a ella le vengan las cosas mal en la carnicería y no venda carne, porque le llegará el momento malo, porque el momento malo llega, dirá: ‘Yo pude haber hecho otra cosa y decidí quedarme aquí’. O dirá, ‘yo tenía alternativa a quedarme aquí, no debí haber rechazado la universidad’. Pregunta, ¿dónde esa mujer puede ser más feliz? Donde ha tenido alternativas. La carrera no le hubiera ayudado a su profesión, pero sí le hubiera ayudado a amar su profesión”.

Al concluir la conferencia, dejó un mensaje claro: “Todo lo que hacemos solo tiene una función: amar. Es eso: la libertad es amar, aprender a amar lo que somos y las cosas que hacemos; y para amar tenemos que ser nuestra mejor versión”.

En este espacio seguiremos analizando lo ocurrido en el ciclo de conferencias que tiene lugar en la UL.