Mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) es la diana favorita de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, al señalarla como “cómplice de China” por presuntamente ocultar información valiosa acerca del SARS-CoV-2, causante del Covid-19, desde Nueva York António Guterres, máximo representante de la ONU, urge a la comunidad científica global a encontrar una vacuna para que pronto podamos “volver a la normalidad” añorada.
En China, India, España y EU experimentan con terapias alternativas, como la técnica de plasma de pacientes curados de coronavirus; los científicos chinos refieren cierta eficacia en los enfermos tratados tanto con plasma como con inmunoglobulina.
Al interior de la Unión Americana algunas compañías trabajan a contrarreloj por una cura del Covid-19. No es solo cuestión de salud sino también hay un pique entre países por ver cuál logrará doblegar a la pandemia.
La farmacéutica Gilead Sciences recién informó que los pacientes tratados con remdesivir reaccionan positivamente —en seis de cada diez enfermos observados—, según reportes de la red de hospitales estadunidenses; una información desestimada en China al considerar su comunidad científica que “no aporta ninguna evidencia de una serie consecutiva” que permita verificar su eficacia y que en el caso chino este medicamento mostró una posología limitada.
Al mismo tiempo impera una carrera por hacerse con la vacuna y la delantera en este caso no la tienen ni chinos, ni norteamericanos, ni españoles o alemanes: la Universidad de Oxford informó a la OMS que ha comenzado a vacunar a un grupo de mil 100 voluntarios en Reino Unido, básicamente personas entre 18 y 55 años.
La inmunización contra el coronavirus es inyectable y está compuesta por un adenovirus causante de una gripe normal, por ejemplo. En China también CanSino implementa una vacuna incorporando un adenovirus.
En el caso de la Universidad de Oxford esta mantiene colaboración con el Instituto Jenner y cuentan con una donación de 23 millones de euros del gobierno británico, ordenada por el primer ministro Boris Johnson a principios de abril pasado.
Si todo sale bien con este primer grupo de individuos la meta es que la vacuna denominada ChAdOx1nCovid-19 sea inyectada en cinco mil voluntarios a finales de mayo; y para su producción en gran escala ha sido confirmado que el prestigioso Serum Institute of India tendrá a partir de septiembre luz verde para fabricarla a escala de millones de dosis mensuales.
Por otro lado en fase de experimentación con monos se encuentra una vacuna diseñada por la empresa norteamericana Rocky Mountain, en tanto que otros competidores locales, como Moderna e Inovio, la prueban con material genético sintético.
En Alemania la canciller Angela Merkel dio luz verde al proyecto, mientras que en España la industria farmacéutica cree que será en el primer trimestre de 2021 cuando empezará a vacunarse a la población mundial contra el Covid-19.
La OMS es menos optimista en cuanto a plazos y a tiempos: mantiene el horizonte de “hasta 18 meses” para una vacunación masiva, porque aún “hace falta” mucha evidencia sólida.
Evidencia científica
La ciencia necesita tiempo: ensayos de prueba y de error. El nuevo coronavirus, su rápida expansión, ha tomado al mundo entero desprevenido a pesar de que China reportó en diciembre del año pasado casos de una nueva neumonía atípica encontrados en varias personas de Wuhan desde finales de noviembre.
El 12 de enero la OMS confirmó que las autoridades sanitarias chinas reportaron 41 casos de una “extraña neumonía” que había provocado el fallecimiento de uno de los contagiados; y que el gobierno chino estaba dispuesto a compartir la secuencia genética del nuevo coronavirus.
Aseveró entonces el organismo que “hay pruebas bastante concluyentes de que el brote se originó por exposiciones en un mercado de pescados y mariscos de la ciudad de Wuhan. Este mercado se cerró el 1 de enero de 2020 y, por el momento, no se registra ningún caso de infección entre el personal sanitario ni hay pruebas claras de que el virus se contagie entre personas”.
La OMS añadió que los síntomas aparecieron en los pacientes entre el 8 de diciembre de 2019 y el 2 de enero de 2020; y que desde el 3 de enero “no se han detectado” nuevos casos.
“Los signos y síntomas clínicos notificados son principalmente fiebre y, en algunos casos, disnea e infiltrados neumónicos invasivos en ambos pulmones, observables en radiografías de tórax”, reportó el organismo internacional.
¿Cómo ha cambiado la evidencia científica tres meses después de que China indicó que no se propagaba entre las personas y que su sintomatología era de tos seca, fiebre y neumonía?
El virus se contagia de persona a persona. De hecho el oftalmólogo chino Li Wenliang —quien falleció víctima del virus— advirtió en contra de la versión oficial sobre la capacidad de propagación de la infección: se ha estimado que un enfermo puede contagiar directamente de siete a nueve personas.
Pero también acerca de otras manifestaciones del virus que no estaban incluidas entre la tríada de síntomas comunicada por el gobierno chino a la OMS; por ejemplo, que el virus ataca a los ojos también inflamando las conjuntivas y provocando una conjuntivitis con ardor, escozor y ojos rojos.
En la actualidad se sabe que el coronavirus provoca una profunda inflamación en diversos órganos del cuerpo humano, una guerra de citoquinas internas que autodestruye al sistema inmunitario; también fallo multiorgánico, destrucción alveolar, trombosis, ictus, fuertes dolores de cabeza, parálisis facial; vómitos, diarreas, fiebre, tos, sensación de asfixia o de ahogo; infarto al miocardio; ataca los riñones y a las vías biliares; provoca sensación de calor interno sin tener fiebre, mientras en la piel ocasiona urticarias.
¿Cómo se transmite? Originalmente se dijo que solo por el estornudo y las gotículas expelidas de la boca de los enfermos, pero ahora se sabe que esas gotículas de saliva forman varios caldos de cultivo porque también salen de la nariz y se encuentran en las lágrimas; e igualmente se propaga por vía fecal.
El virólogo Neeltje van Doremalen, del US National Institute of Health (NIH), en conjunción con el Rocky Mountain Laboratories, señala que una vez expelido en gotículas de una persona contagiada puede vivir tres horas suspendido en el aire; empero “si el tamaño de las gotas es menor” pueden viajar más en el aire y vivir más tiempo, hasta incluso desplazarse a través de los sistemas de ventilación por un par de horas.
A su vez el Instituto de Tecnología de Kyoto realizó una simulación en la que determinó que, al hablar, las esporas del virus pueden expandirse más de un metro de distancia y un fuerte estornudo tiene un alcance superior.
¿Cuánto tiempo permanece en una superficie? De acuerdo con el consenso científico más reciente en el cartón lo hace durante 24 horas; de dos a tres días en el plástico y en el acero; igualmente perdura en las perillas de las puertas, en las láminas plastificadas, en la superficie de los ordenadores y computadoras.
Al respecto de la ropa o el pelo sigue sin determinarse su capacidad de duración y se ha encontrado que en el cobre se degrada a las cuatro horas y que tanto el jabón junto con el cloro, el alcohol y el peróxido de hidrógeno son las armas más eficaces para matar al virus, lo mismo que los rayos ultravioleta.
Tampoco a la fecha hay estudios concluyentes que demuestren que se contagia de la madre al feto durante el embarazo; ni por contacto sexual o que un clima más cálido lo destruya.
Lo único efectivo, afirma Jarbas Barbosa, subdirector de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), son el distanciamiento social y las medidas de higiene.
“No habrá una vuelta a la normalidad como uno desearía; sucederá hasta que llegue la vacuna; mientras tanto los países no deben bajar la guardia y deben seguir controlando la transmisión. Eso significa tener una amplia capacidad de hacer pruebas e implementar sistemas de vigilancia efectivos para tener una transmisión planificada al interior de cada país”, asevera.
A su vez Marcos Espinal, director del Departamento de Enfermedades Transmisibles de la OPS, puntualiza que una vez concluya la pandemia, pasados unos meses, “se tendrán estadísticas fiables” que realmente recojan los números de casos de contagios y de fallecidos tanto a nivel nacional como global.
“Ahora tenemos cifras indeterminadas, muy por debajo de su situación real. Además es un virus en fase de constante estudio y aprendizaje, lo vemos con la inmunidad”, añade.
De la inmunidad que tanto intranquiliza a la población Espinal puntualiza que tiene dos principales tipos: la respuesta inmunitaria innata y la respuesta adaptativa ante la presencia de un virus.
“Por eso creemos en la OMS que los pasaportes sanitarios no son del todo útiles. Hemos visto personas que repiten la enfermedad y puede ser porque hay pruebas que dan falsos positivos o bien falsos negativos. Lo que se está viendo es que las personas más enfermas sí desarrollan una inmunidad más duradera, pero eso no significa que será de por vida”, explica el directivo.
¿También por el agua?
La difusión del ayuntamiento de París acerca de trazas de Covid-19 encontradas en el agua utilizada en la capital francesa para regar parques, jardines y baldeo de calles provocó bastante nerviosismo entre la población europea.
No obstante desde la alcaldía parisina se afirmó que el agua potable del grifo y que beben la mayor parte de las personas está “totalmente libre de coronavirus”, por lo que reiteró que es “absolutamente segura” de ingerir.
En el Viejo Continente la mayor parte de la gente bebe el agua directamente de la llave. El hecho de que en plena pandemia ante un enemigo invisible del que cada vez se halla mayor evidencia se diera a conocer esta noticia directamente de la alcaldía parisina provocó que los operadores de servicios públicos de agua —en diversos países europeos— emitieran sendos comunicados subrayando a la gente su confianza en el agua del grifo.
Preguntado al respecto por Vértigo Luis Babiano, gerente de la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento (AEOPAS), reitera que el Covid-19 “no está presente en la red de agua potable” ni en España ni en Francia.
La postura de la AEOPAS es clara al respecto: “La red de agua potable, que suministra agua de grifo, es totalmente independiente de la red de agua no potable empleada para la limpieza de calles, así como de la red de saneamiento, dedicada a la evacuación de las aguas residuales. No existe ninguna duda: el agua de grifo es sana y segura, tanto en Francia como en España”.
En el caso del país ibérico dicha asociación reúne a más de 60 entidades públicas responsables del suministro de agua, que prestan servicio a más 15 millones y medio de personas.
“Infelizmente no podemos evitar la difusión de noticias ambiguas que suscitan alarma en la población; en cambio, en calidad de expertos y profesionales del agua, podemos afirmar que las dudas sobre una posibilidad de contagio a través del agua de grifo son totalmente infundadas”, reitera.
Babiano explica que cuando Eau de París, la empresa pública encargada de abastecer a la capital francesa, detectó trazas ínfimas de virus en dos puntos de la red de agua no potable informó del resultado del análisis y procedió al cierre inmediato de esta red.
El agua que sale del grifo, remarca, está tratada mediante procesos complejos, junto con la cloración y también por una cadena de tratamientos por ozono o rayos ultravioleta.
—¿Qué se hace en España ante el coronavirus?
—Los tratamientos siguen los protocolos normales de medición continuamente y los niveles de potabilización son los reglamentados a través de la Unión Europea, de la directiva de agua potable existente; y en muchos casos son más exigentes; en estos días quizás haya medidas de cloración más altas de lo habitual, depende de los sistemas.
Para Babiano la cloración es un sistema seguro, si bien el futuro se está diseñando con sistemas diferentes; sin embargo frente al coronavirus el cloro es muy eficaz.
“Tenemos que ser conservadores, porque nos enfrentamos a una situación desconocida en la que no tenemos protocolos porque no hemos vivido algo parecido. Nuestra obligación es crear tranquilidad dando información precisa”, puntualiza.
RECUADRO
Niños y coronavirus
A lo largo de las semanas, conforme avanza el coronavirus en el mundo, los médicos comparten abiertamente los padecimientos que van encontrando en los pacientes contagiados.
China inicialmente señaló que el Covid-19 solo provocaba síntomas casi imperceptibles en los niños y adolescentes, a los que además identificó como población “asintomática y propagadora del virus”.
No obstante médicos y pediatras en Europa advierten que los menores sí desarrollan de forma grave la enfermedad: en Reino Unido, Matt Hancock, ministro de Sanidad, reconoció el fallecimiento de varios niños y adolescentes aquejados por una dolencia abdominal extraña, no siempre acompañada de fiebre con manifestaciones dermatológicas, que podría desencadenar una inflamación interna aguda, trombos, taquicardias, choque séptico y en algunos pacientes hacer un cuadro clínico similar al síndrome de Kawasaki.
En Italia algunos pediatras dan cuenta de que en enero empezaron a recibir niños con enfermedades atípicas, desde neumonías hasta padecimientos gastrointestinales agudos que creen asociados con coronavirus.
En España, consultada por Vértigo, Cristina Calvo, portavoz de la Asociación Española de Pediatría, comenta que a lo largo de la pandemia han ido aprendiendo
“las diferentes manifestaciones que se asocian con una PCR positiva para coronavirus”, al tiempo que pidió prudencia para “concluir que exista una asociación causal de forma definitiva” entre el coronavirus y su incidencia en los niños y adolescentes.
¿Qué aconsejarían a los padres de familia para proteger a sus hijos? ¿Vitaminas, redoblar higiene, salir con mascarillas, bañarse varias veces al día? ¿Es un riesgo sacar a los niños a la calle una hora al día si no tienen contacto con nadie? En opinión de Calvo “hay que seguir las normas generales dictadas por las autoridades en todo momento. En general son mantener las distancias de seguridad de 1.5 o dos metros y hacer higiene de manos frecuente. La mascarilla, si se dispone de ella, es una buena medida para evitar diseminación de la enfermedad. Este virus es menos contagioso que el sarampión. El problema es que del sarampión está vacunada la población y de este virus no, y todos somos susceptibles porque es nuevo”.
En la capital de España la Comunidad de Madrid reconoció que seis de cada diez niños infectados por Covid-19 terminan ingresados en un hospital; a finales de abril había 750 menores de 14 años hospitalizados en España por coronavirus.