Estimado lector: hoy hablo por mí en este espacio pues algunas personas quizá no entiendan las razones por las que no decliné en favor de la candidata de la Alianza por México (PAN-PRI-PRD) a la alcaldía Álvaro Obregón.
Tanto era el temor de que Morena siguiera gobernando en la alcaldía, que muchos vecinos también me preguntaban constantemente si iba a declinar a favor de aquel candidato.
Incluso hubo quienes me buscaron en persona (uno fue a buscarme directamente a La Bombilla en uno de nuestros eventos); o por redes sociales (un tuitero junto con sus seguidores me dijo que sería mi culpa si Morena ganaba la elección). Decían que yo debía ver por el bien de los obregonenses y no por mi bien personal.
Como dice Javier Innenarity, hoy los ciudadanos vivimos la política desde la indignación. Ya no hay confianza en los políticos. Por eso, con más razón, yo esperaría de los candidatos compromiso y congruencia, no declinación a favor de una alianza de partidos totalmente incongruente en su plataforma y propuestas políticas.
Hace tan solo unos meses en distintas sobremesas escuchaba los peores adjetivos que un político puede recibir de la opinión pública. Corrupto. Ladrón. Mentiroso. Inepto. Borracho. Incongruente. La lista es larga. A pesar de una franca decepción sobre el rumbo al que nos llevaron el PAN y el PRI hubo no solo en la alcaldía, sino a nivel nacional, este clamor de regresar a ese pasado.
Sigo sin entender esta postura de volver a votar por lo que más daño nos ha hecho en México: una guerra interminable contra el crimen organizado que se ha convertido en una batalla perdida; una corrupción voraz disfrazada de gobernadores. El nuestro es uno de los países con los índices más altos de corrupción e impunidad en el mundo.
Orgullo
La decisión de no declinar es una acción que lleva a los cambios que queremos ver como sociedad. No declinar se convirtió casi en un acto revolucionario, porque estoy convencida de que sí podemos evolucionar. No debemos volver al pasado para perpetuar los malos gobiernos; eso es a lo que yo llamo “bien personal”, porque finalmente todos vivimos en la misma colonia, alcaldía, ciudad. Todos vivimos en México.
Que no haya duda de que lo que hago es por convicción, porque no somos nada sin ella. Debemos tener claros nuestros objetivos, que además van acompañados de congruencia con base en nuestros valores individuales.
Es increíble cómo se votó por quien nos ha decepcionado y engañado. Es triste que a pesar de todo se busque regresar a lo “menos malo” para sacar a lo “más malo”. O el ya conocido: “Estábamos mejor cuando estábamos peor”. A mí me hubiera avergonzado mucho haber estado en un equipo que de último momento se volviera incongruente, como si la dignidad fuera moneda de cambio.
En Álvaro Obregón los vecinos y vecinas votaron para sacar a Morena. Lejos, en un tercer lugar, quedó mi candidatura. Casi 3% que construyeron en mi favor un poco más de ocho mil 500 personas.
Aun así, Movimiento Ciudadano logra el registro en la Ciudad de México y estoy muy orgullosa de pertenecer a este grupo político y al Movimiento Chilango, que apenas empieza.