María Isabel Belausteguigoitia Rius, directora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM, platica sobre el 30 aniversario de este instituto, el cual ha abierto brecha para la institucionalización del feminismo.
—¿Cómo y por qué surge el CIEG?
—La tercera ola del feminismo marcó el nacimiento de esta instancia en 1992. Aquel año surgió el Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer (PIEM). Después la UNAM, que tiene mucha vanguardia y conciencia de la desigualdad y la necesidad de la equidad, gestó el Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) en 1994. Con esto se generó un primer espacio para el feminismo. La idea de este programa es hacer visibles las grandes inequidades entre hombres y mujeres.
El tema, dice, “empezamos a verlo desde el punto de vista antropológico, económico y social. Ya no era un feminismo activista de calle y de demanda; o de grandes escritoras que se reconocen a cuentagotas, sino que empieza a ser más una protesta activista académica, pero también a tener momentos de autocrítica y de reflexión, no solamente en sus oficinas mirando hacia adentro sino que la academia se volcó hacia fuera para lograr interacción y acción sobre los problemas”.
—¿Cuál es su opinión acerca de los feminismos actuales, sobre todo los universitarios?
—En general opino muy bien, en positivo, sobre estas colectivas. La cuarta ola, que es muy reciente y algunas autoras señalan que comenzó en 2010 mientras que otras señalan 2016, tiene, además de la rabia de las chicas, que es totalmente entendible, la característica de que nos hace caer de pie en este momento de intensa transformación y creación de instituciones, protocolos y conciencia de gran dimensión.
A la acción
—¿Cómo desde la academia, específicamente desde el CIEG, se puede enfrentar a la violencia de género en el contexto actual?
—Desde el CIEG estamos trabajando en la Escuela de la Rabia, que es un concepto que acuñó Cristina Rivera Garza. Hace casi dos años hubo una toma muy fuerte de las instalaciones de la UNAM por parte de jóvenes estudiantes y de colectivas; pararon a más de 80 mil estudiantes porque estaban protestando y tomando diversas facultades como manifestación contra el acoso y el hostigamiento.
En este contexto, puntualiza Belausteguigoitia, “las colectivas feministas nos han llevado a un límite: había casos de hostigamiento y no había reacción ejecutiva eficiente frente a ese acoso. En este sentido, creo que hemos avanzado mucho. Me parece que hemos logrado un entendimiento en las autoridades y las instituciones como el CIEG, la Coordinación para la Igualdad de Género (CIGU), la Defensoría de Derechos Universitarios (DDU). Estamos muy implicadas en crear un profundo conocimiento académico de lo que pasa en este momento de globalización, capitalismo exacerbado, de un problema ecológico creciente, de desigualdades pronunciadas y de la llamada economía neoliberal, que hay que estudiar con mucho cuidado.
Agrega que “nosotras lo que hacemos es activar en los discursos académicos preguntas que pueden llevar a la acción y que en el activismo también lleven a introducir diversas reflexiones”.
—¿Qué es la Escuela de la Rabia?
—Todas las filosofías, las acciones y las pedagogías que puedan entenderla como el proceso de la emoción; la rabia puede ser una gran impulsora de colectivos y de acciones conjuntas, por un lado; y, por otro, puede resultar una gran devastadora de acciones políticas.