“EMPODERAR A LAS MUJERES DESDE EL FEMINISMO JURÍDICO POPULAR”

Martha Mejía
Columnas
Share
Salete Maria da Silva-1.jpg

Salete Maria da Silva, feminista brasileña, abogada, catedrática de la Universidad Federal da Bahia-UFBA, consultora en derechos humanos de las mujeres y poetisa, platica con Vértigo sobre los retos que afrontan las mujeres al acceder a los sistemas de justicia, históricamente patriarcales.

—¿Cuál es su opinión acerca del movimiento feminista en Latinoamérica?

—El movimiento se ha desarrollado bastante bien. El feminismo joven realiza mucho activismo mediante el arte, la poesía, el cine, el teatro y otros escenarios en los que antes no estaba. Creo que debemos encontrar y desarrollar nuevas herramientas, nuevas formas de actuar; incluso hacer autocrítica.

—¿Qué es el feminismo jurídico?

—Yo vengo de una favela: nací en Sao Paulo en un espacio muy pobre. Por ello no había posibilidad de ir a la universidad. Mujeres como yo —tengo 50 años, pero 30 de ser feminista— no íbamos a la universidad. Una vez que fuimos empezamos a causar incomodidades, a cuestionar al sistema jurídico. En este sentido el feminismo jurídico que practico es popular: sirve para empoderar jurídicamente a las mujeres, sobre todo indígenas, negras, disidentes, viejas, presas, detenidas… que históricamente estuvieron fuera del debate jurídico, ya sea como acusadas o como víctimas.

Se trata, puntualiza Da Silva, “de un conjunto de reflexiones, acciones y estrategias de empoderamiento jurídico para que ellas conozcan sus propios derechos y sobre todo que puedan decidir sobre su vida dentro y fuera de los sistemas de justicia. A esto se le suma que incluso muchas feministas blancas de clase media-alta tienen una postura ‘salvacionista’ con relación a las víctimas de violencia o con mujeres que buscan defender sus derechos: los datos de mis investigaciones indican que entran y salen del sistema sin comprender, continúa una violencia simbólica entre ellas y los sistemas de justicia, no tienen una postura activa, no hay todavía una posibilidad real de que podamos hacer sugerencias sobre las tesis jurídicas”.

Desafíos

—En el marco del feminismo jurídico, ¿cuál es el mayor reto a vencer, qué es lo que propone?

—Identificar qué piensan las mujeres sobre la cuestión del ser o no ser sujeto del Derecho, que ellas puedan hablar sobre cómo se perciben. Otro punto es el acceso a los sistemas de justicia: las mujeres necesitan este derecho, pero no hay posibilidad de tenerlo sin un empoderamiento jurídico, sobre todo de aquellas que no tienen conocimiento, ya no digamos jurídico. Por ejemplo Brasil tiene 15 millones de personas analfabetas y por ello no es posible de hablar de un acceso a la justicia pleno, integral, holístico, sin educación.

Agrega: “Una de las razones por las que estoy aquí —realizando estudios posdoctorales en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM— es hacer una investigación comparativa entre Brasil y México sobre este empoderamiento, el cual hay que empezar de arriba; por ejemplo desde la Suprema Corte, la Constitución. Hago este estudio para saber qué tanto el feminismo ha influido en ambos países sobre la producción, aplicación e interpretación de las normas, cómo se dialoga con las mujeres, si continúan siendo colocadas en una posición de víctimas eternas o si hay realmente un diálogo horizontal entre los trabajadores y trabajadoras del sistema y las mujeres que buscan el acceso a la justicia.

La idea es, explica, “provocar un derecho plural, más inclusivo, una participación más amplia. Eso implicaría que no solo los juristas tienen el monopolio del conocimiento jurídico. Por ello es necesario que las autoridades, incluso que algunas feministas blancas de clase media-alta, dejen de hacer uso retórico e instrumental del género y de las propias mujeres, y que se puedan cuestionar las estructuras clasistas, racistas y patriarcales del Derecho. Que incluso se pueda empezar a construir entre nosotras otro diálogo jurídico. La idea es también hacer una crítica para responsabilizar no solo a los hombres que cometen violencia hacia las mujeres sino también a los jefes de Estado que les privan, a ellas, de las políticas públicas más elementales en su cotidianidad.