“AMOR ROMÁNTICO, MECANISMO PARA MANTENER LA VIOLENCIA DE GÉNERO”

Lo Que Yo Quiero con Kemberli García Barrera

Martha Mejía
Columnas
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Kemberli García Barrera, feminista, sicóloga, maestra en Metodología de la Ciencia y encargada de la Unidad Especializada en Igualdad y Equidad de Género de la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Cuajimalpa, platica en entrevista sobre qué es el amor romántico y su relación con la violencia de género.

—¿Qué es lo más urgente de atender en torno de la violencia de género?

—Trabajar con los agresores. Considero que las mujeres ya tenemos información. Hemos buscado alianzas, hemos hecho un movimiento, pero la violencia de género también se tiene que trabajar con quienes la ejercen, es decir, que los hombres se ocupen en la nueva construcción de su masculinidad.

—¿Por qué es tan difícil que los hombres transiten por una nueva masculinidad?

—Porque el sistema está pensado para beneficiarlos. Por ello es difícil que renuncien a los privilegios que tienen por el simple hecho de ser hombres. No van a querer negociar esto: van a querer más bien sostenerlo y es por eso que se coluden, hacen mofa de las feministas o de los movimientos feministas porque a ellos les conviene. Por eso no están tan convocados como nosotras con los temas de la violencia de género.

—¿Qué es el amor romántico?

—Es una herramienta que sirve para sostener al sistema patriarcal. Se basa en ideas donde se magnifican las relaciones en parejas heterosexuales. Estas ideas sobre el amor son un mecanismo para mantener y romantizar las relaciones desiguales entre la pareja. También sirve para sostener al sistema capitalista, porque detrás de un amor romántico hay muchas ideas que tienen que ver con el consumo y la individualidad. Por ejemplo, los hombres tienen el poder sobre el cuerpo y la vida de las mujeres, es decir, es un mecanismo para mantener la violencia de género.

—¿Cómo se relaciona este concepto con la violencia de género?

—Se ve en la desigualdad, desde que él gana más que ella o que incluso ella no tenga adquisición económica y que esto sea romántico o lindo. O usar la presión social. Eso es violencia de género: utilizo la presión social para pedirte que te cases conmigo, que seas mi novia. Y nos han hecho creer a las mujeres que eso es romántico. Estas ideas sostienen estas relaciones desiguales, relaciones de poder, porque hay violencia.

Politización

—¿Qué relación tiene el amor romántico con la trata de personas?

—Justo estas personas captan a las víctimas utilizando los discursos de amor romántico. Desde niñas nos enseñan que la felicidad es casarse, que va a haber alguien que te rescatará de la situación en la que estás o que tú puedes cambiar a las personas. Y que lo más valioso o la meta en la vida de las mujeres es tener un hombre contigo. Entonces esos padrotes van ganando su confianza pero también abusan de la vulnerabilidad en la que se encuentran las víctimas. Para ellos es mucho más fácil entrar a familias donde las mujeres tienen un alto nivel de vulnerabilidad, ya sea por problemas familiares, sicológicos, económicos o baja autoestima. Ellos llegan con todo este discurso de salvación pero al final se benefician al encontrar mujeres para explotarlas sexualmente.

—¿Qué se puede hacer para atender este tema?

—El amor romántico tiene que politizarse en el sentido de que si se trabaja con este tema también estaremos ocupándonos de otros, como la violencia de género. Podemos hasta prevenir un posible feminicidio. Por ello es importante que este tema entre en la agenda pública y en todas las universidades se debe politizar al amor romántico, verlo como un problema social y no como individual, que se hable del impacto que tiene en la calidad de vida de las mujeres. En este sentido en la Unidad de Género en este momento le apostamos a la prevención; es decir, para contrarrestar la violencia se tiene que generar un modelo de no violencia a través de la metodología del buen trato: qué herramientas tengo para relacionarme de manera equitativa, democrática, empática. También hay que aprender esto, porque hemos aprendido a legitimar la violencia de género pero no a relacionarnos de manera igualitaria.