“SE REQUIEREN CONDICIONES IDÓNEAS PARA EJERCER LA LIBERTAD DE PRENSA”

Martha Mejía
Columnas
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Niñas y niños en compañía de sus padres integran en gran medida la Caravana Migrante que hoy arribó al estado de Oaxaca.
Cortesía O. Mtz.

Óscar Martínez, periodista y escritor salvadoreño quien a través de su trabajo de investigación ofrece al lector la exposición de las problemáticas más arraigadas en la sociedad centroamericana, la migración y el crimen organizado, platica con Vértigo sobre la libertad de prensa, su función y por qué es importante defenderla.

—¿Para usted qué es la libertad de prensa y cómo la define?

—Es la posibilidad de ejercer el oficio periodístico en condiciones óptimas. Estas se señalan en diversos protocolos internacionales: tener acceso a la información, institutos de acceso a la información que funcionen, acceso a fuentes oficiales, no estar pendientes de que averigüen cuáles son nuestras fuentes de información, entre otras. También incluye que se resuelvan los casos de homicidios de periodistas, así como que la institucionalidad del Estado actúe con solvencia, rapidez y prontitud a la hora de esclarecer estos casos.

Puntualiza: “Libertad de prensa, si nos ponemos mucho más prosaicos, es no estar preso por ejercer nuestra labor y tener condiciones idóneas para poder ejercer el oficio periodístico. Simplemente eso”.

—En su experiencia, ¿existe la libertad de expresión en México y Centroamérica, donde usted ha realizado diversas coberturas?

Depende de qué se entienda por libertad de expresión. Hay muchos gobiernos que se jactan de que hay libertad de expresión porque no mandan militares a tu casa por publicar alguna investigación sobre ellos. Me parece que esa es una definición muy precaria. Por ejemplo, México es el país donde más asesinan a periodistas y con tantos casos no resueltos es difícil hablar de libertad de expresión plena. Guatemala es otro de los países, junto con Honduras, donde también más asesinan a periodistas y donde los gobiernos más atacan desde las estructuras de poder a los grupos periodísticos.

En El Salvador, añade, “desde la llegada al poder de Nayib Bukele aumentó radicalmente el acoso, como denuncian la Asociación de Periodistas de El Salvador y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). En Nicaragua, con Daniel Ortega, simplemente los periodistas son encarcelados y muchos más tuvieron que exiliarse. Entonces la respuesta es no: no creo que haya libertad plena para el ejercicio del periodismo, no hay señales sanas de que se practique el libre oficio en esta región, además de que hay signos que permiten concluir que todo esto va en detrimento”.

—¿Por qué es importante defender la libertad de prensa?

—En primer lugar porque se trata de un oficio de carácter público; es decir, socializa información. Y porque uno de los criterios para constituir una democracia es una prensa libre e independiente. Este es uno de los elementos descriptivos a la hora de medir qué tan democrático es un Estado. En segundo lugar, porque en países como los nuestros, en sociedades oscuras y corruptas como las nuestras, el periodismo tiene un oficio muy sensible: su función es alumbrar las esquinas oscuras. En nuestras sociedades abundan los rincones oscuros, aquellos donde los gobiernos no quieren dar información, no quieren descubrirse ante la opinión pública. Entonces el periodismo tiene un rol fundamental en la sociedad y en las democracias.

Lógica

—¿En su experiencia qué tan difícil es obtener acceso a la información?

—Muy difícil. Nunca ha sido fácil. En países corruptos y en democracias raquíticas a ningún gobierno le gusta que uno haga periodismo de investigación y de ninguna manera nos ayudan para que nuestro cometido sea fácil. No obstante, en esta región se hace periodismo a pesar de los gobiernos.

—¿Cómo ha enfrentado todas estas violencias al realizar su labor?

—De diferentes formas. En algunas ocasiones he tenido que tomar medidas preventivas, como abandonar el país por periodos cortos o tener toda una serie de protocolos para garantizar mi seguridad o la de mis colegas. Pero generalmente seguimos haciendo periodismo; es decir, mientras más investigaciones públicas realices, mientras más trascendentes sean estas para explicarle a la sociedad en la que vivimos lo que sucede, más difícil será para un gobierno atacarte. Entre más respeto y prestigio internacional tengas, más investigaciones tuyas salgan a la luz, de manera inevitable con el paso del tiempo será más difícil ser presa de ataques. Con esa lógica hemos trabajado todo este tiempo. Esa ha sido la forma clave de protección. Aunque suene raro, pero el buen periodismo de alguna manera protege. Evidentemente te mete en muchos problemas o te genera mucho odio, rencores y animadversión, pero de alguna manera también dentro de esa ecuación el buen periodismo es el mayor manto protector que se puede tener.

—¿Cuál es el rol de la sociedad en torno a la libertad de prensa?

—No creo que masivamente nuestras sociedades apoyen al periodismo. Lo que sí es un hecho es que cada vez hay más nichos de lectores que apoyan fielmente a cierto tipo de periodismo. Eso lo hemos podido verificar desde El Faro, donde tenemos un proyecto de lectores que se llama Excavadores ciudadanos y cada vez son más quienes se involucran como parte del medio financiando nuestras actividades.

En este sentido, dice Martínez, “creo que el rol ideal de la sociedad debería ser identificar al periodismo que cumple con los cánones del oficio; y número dos, defender ese periodismo, porque al final estás defendiendo un derecho propio, que es el derecho a estar bien informado. No es que la sociedad defienda a una persona en particular, con nombre y apellido: cuando un lector defiende al buen periodismo defiende su derecho a informarse”.

—¿Cuál fue su experiencia respecto del diplomado que impartió en el Centro de Producción de Lecturas, Escrituras y Memorias (LEM) en México? ¿Por qué es importante que este tipo de actividades se sigan fomentando?

—Muy satisfactoria. Discutí con buena cantidad de gente acerca de la narrativa de violencia en la cobertura del periodismo. Me sentí muy bien. La gente estaba muy interesada y la cantidad de interacciones fue enorme. Es importante discutir sobre las construcciones violentas de nuestras sociedades porque la violencia es algo que nos define como región. En este sentido me parece muy importante comprender el papel de la violencia para entender a nuestra sociedad.

Perfil

Óscar Martínez es periodista y escritor salvadoreño. A lo largo de su carrera ha recibido diversos galardones como el Premio Internacional a la Libertad de Prensa en 2016; el Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez en 2008; el Nacional de Derechos Humanos por la Universidad José Simeón Cañas de El Salvador en 2013, así como el María Moors Cabot, que organiza la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia.

Fue editor de los reportajes de El Faro y El País sobre la frontera sur de México que en enero de 2021 ganaron el Premio Gabo a lo mejor a la cobertura periodística.

Es autor de los libros Los muertos y el periodista, Una historia de violencia: vivir y morir en Centroamérica y El niño de Hollywood, entre otros.