Inteligencia estúpida y Drieu

Drieu desdeña a la muy abundante, hasta nuestros días, inteligencia estúpida.

José Luis Ontiveros
Columnas
Compartir
Drieu desdeña a la muy abundante, hasta nuestros días, inteligencia estúpida
Foto: Creative Commons/Mario Antonio P.

En la perspectiva de Drieu, cuando su pensamiento se afirma ya desasido de toda influencia de la inmediatez, existe una convergencia secreta con la postura de Joseph de Maistre, el pensador contrarrevolucionario en que Emile Cioran se inspira para escribir uno de sus libros más logrados e interesantes.

Hay en Drieu afinidades con uno de los representantes de la Tradición primordial, Frithjof Schuon, quien ha sido uno de los exponentes autorizados en la fidelidad al Islam, de la crítica a los mitos de la modernidad y sus derivados, convertidos en puntos de referencia dogmáticos e incuestionables.

Sobre el particular, Schuon acuña la expresión inteligencia estúpida, que en la tradición francesa Georges Bernanos expresa en su frase “L’intelligence des sots” y que Céline manifiesta con la sentencia sarcástica “El drama de nuestro tiempo es que las bestias ofician la misa del pensamiento”.

Drieu, ya pasada la etapa propiamente del fascismo revolucionario, al compenetrarse con el pensamiento de la Tradición y de René Guénon, asevera: “La sociedad de masas engendra a un individuo domesticado y a la vez narcisista, banal, que es súbdito de los pontífices de la crítica y de los intelectuales pretendidamente ‘originales’, ‘refulgentes’, y en realidad rebañegos y afectos a los lugares comunes”.

De tal manera, indica el autor de las más logradas y bellas novelas cortas que se han escrito en la tradición gala, que “la única diferencia entre el totalitarismo liberal y marxista, ambos expresión del materialismo, es que el liberal es grandilocuente y proclive a la guillotina, mientras el otro, el marxista, es monocorde y dado al tiro en la nuca”.

En estos escritos Drieu, sobrepasando las posturas políticas habituales y en el campo metapolítico, comenta: “En el llamado ‘mundo libre’ la sociedad de la libertad, de la emancipación, de la autoconciencia, está sujeta a coerciones invisibles que determinan diversas formas de conformismo y ejercen una mutación de la mentalidad, ya que actúan sobre las formas límites de lo absurdo, centrándose en la parte subintelectual, irracional y física de la siquis”.

Desdén

Por ello, confiesa Drieu, cuando ya ha superado la frivolidad de la admiración que produjera en la Argentina de la mecenas Victoria Ocampo y de la revista Sur,“nada es más insoportable entre todos los géneros de la estupidez que el de los inteligentes”.

Destaca en este juicio implacable el que Drieu ha sido lastimado por la traición a la confianza que otorgó a Victoria Ocampo, quien nunca fue agraciada por Afrodita y que al “caer los dados de hierro del destino en El Alamein y Stalingrado” ya se había adelantado al juicio de los verdugos sobre Drieu, el disidente, el creador, el insuperable artista, aquel que en su Exordio reclama a quienes ya han decidido su muerte que sería más honesto que lo condenara un tribunal militar que las “autoridades democráticas”.

El conocimiento que va teniendo Drieu de las falsas amistades que lo ensalzaron contrasta con esa ejemplar expresión de Jorge Luis Borges, cuando ya todo está perdido: “Mi amigo Drieu”.

Ahora bien, ¿cómo rompe con la feria de las vanidades, la intelectualidad superficial de la frase brillante, el afán de la notoriedad inteligentísima y el juego de abalorios del ingenio?

Lo hace con la determinación de un carácter que resurge ante el hostigamiento que anuncia su aniquilamiento. Y con una decidida y valerosa defensa del derecho a reaccionar, marcando: “La reacción es en esencia una actitud indeclinable de permanecer en los principios superiores ante la adversidad y el linchamiento del populacho intelectual, la peor de las canallas”.

Este es el Drieu que desdeña a la muy abundante, hasta nuestros días, inteligencia estúpida.