Rotación de mandos

En su calidad de comandante supremo de las Fuerzas Armadas, el presidente de la República remite a la Cámara de Senadores en la proximidad del 20 de noviembre de cada año las listas de militares que desde las jerarquías de coronel y capitán de navío deben ser ratificadas por ese cuerpo legislativo.

Javier Oliva Posada
Columnas
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Salvador Cienfuegos, titular de la Sedena
Foto: NTX

En su calidad de comandante supremo de las Fuerzas Armadas, el presidente de la República remite a la Cámara de Senadores en la proximidad del 20 de noviembre de cada año las listas de militares que desde las jerarquías de coronel y capitán de navío deben ser ratificadas por ese cuerpo legislativo.

Como consecuencia lógica y directa de los ascensos, entre los meses de diciembre y enero siguientes se dan rotaciones en los mandos de las grandes unidades y en las estructuras administrativas, tanto de la Secretaría de la Defensa Nacional como de la Secretaría de Marina Armada de México.

Este breve y muy apretado párrafo me sirve de introducción para comentar el notable desconocimiento, y en ocasiones abierta ignorancia, respecto del funcionamiento de las Fuerzas Armadas en nuestro país, que se observa en varios medios de comunicación.

Y llama aún más la atención que ante una prolongada presencia de soldados y marinos en tareas de apoyo a la seguridad pública se sigan haciendo referencias superficiales, por decir lo menos.

Me refiero a las especulaciones sin sustento respecto de que el general secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, habría tomado algunas de las decisiones en la muy reciente asignación de mandos en algunas regiones militares y posiciones administrativas de primer nivel, con criterios de afinidad o discrepancias personales.

Suponer esta posibilidad significa reducir a la circunstancia problemas estructurales del país, así como soslayar la severa problemática que enfrenta México.


Ventaja

Los ascensos y rotación de mandos forman parte natural de, en este caso, el Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos. Estos tienen por finalidad proporcionar la formación integral de los comandantes y funcionarios, para una mejor capacidad de respuesta de parte de la institución.

Ahora bien, coincidiendo con el cambio de gobierno, las asignaciones dadas a conocer al inicio de este mes corresponden a ese mismo proceder que desde hace generaciones caracteriza a las Fuerzas Armadas en general.

Pero también hay un aspecto peculiar del sistema político mexicano y en el cual, de común, también se repara poco: que el general secretario de la Defensa Nacional es al mismo tiempo el principal responsable estratégico y táctico del Ejército y la Fuerza Aérea, así como integrante de un gabinete presidencial y, por lo tanto, funcionario público.

A diferencia de lo que sucede en las otras secretarías, los militares, y sobre todo en la cúspide de la estructura de mando, tienen muchos años de conocerse, de haber trabajado juntos en varias ocasiones, por lo que en ese sentido hay una ventaja muy importante: no hay espacio para improvisaciones.

Por otra parte, estudiar la trayectoria e historia de las Fuerzas Armadas de manera seria y documentada permite profundizar en la razón de ser de esa institución y lo que significa para el Estado la manera con la que se pretende garantizar la independencia, libertad y soberanía de la patria. De allí que la constante preparación en educación y adiestramiento militares es una, si no es que la más relevante, exigencia de los soldados y marinos de México.

Especular en política es consecuencia directa del desconocimiento y falta de acceso a fuentes verificadas o comprobadas, aunque sea una actividad muy socorrida en la opinión pública de nuestro país. La cuestión radica en ir creando una base sólida y respetable de análisis que contribuya a aportar elementos de reflexión y crítica. Sobre todo cuando se trata de las Fuerzas Armadas y, en este caso, de la Secretaría de la Defensa Nacional y del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos.