La migración energética

Así se le llama al largo y complejo proceso para sustituir el consumo masivo de hidrocarburos y gas natural por energías limpias y renovables. Buscando opciones como la eólica, geotermia, fotováltica, entre otras, varios países industrializados llevan a cabo intensos programas de desarrollo tecnológico en la materia.

Javier Oliva Posada
Columnas
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Barack Obama, presidente de EUA
Foto: Internet

Así se le llama al largo y complejo proceso para sustituir el consumo masivo de hidrocarburos y gas natural por energías limpias y renovables. Buscando opciones como la eólica, geotermia, fotováltica, entre otras, varios países industrializados llevan a cabo intensos programas de desarrollo tecnológico en la materia.

Y para seguir con los lineamientos del discurso de jura del cargo del presidente estadunidese, Barack Obama, uno de sus objetivos declarados es lograr la autosuficiencia petrolera y la migración energética de su país hacia 2030.

Tres son los factores que contribuyen a la posibilidad para alcanzar esa meta. El primero, el deshielo (más acelerado de lo que se esperaba) del casquete polar Ártico. Es probable que para 2015-2018 la navegación y explotación de los recursos de hidrocarburos que yacen tanto en Alaska como en las aguas de baja profundidad permitan que puedan ser ingresados a la reserva estratégica de Estados Unidos.

El segundo factor a considerar es el compromiso de incentivar la investigación en energías limpias mediante la disposición de enormes fondos federales para programas experimentales en la materia. Tal como lo expresó en su discurso Obama, es a esta generación de estadunidenses a la que le corresponde cambiar a la nación. Y para eso se requiere de una mayor independencia petrolera, para enfocar los esfuerzos a otras importantes áreas, como la generación de alimentos.

El tercer y último factor se refiere a las condiciones bajo las cuales la lucha por el predomino en algunas partes del mundo hará que sigan estancadas en el viejo modelo dependiente del petróleo. Los efectos para México ya pueden preverse desde ahora, si su mayor cliente en la compra de gas y petróleo alcanza su plena soberanía e independencia. Esa perspectiva debiera mover a nuestra sociedad a analizar las opciones realistas para garantizar una migración energética, más por la viabilidad del planeta y los ecosistemas, que por los precios del petróleo.

Es momento

Sin embargo, tampoco pueden dejarse a un lado las consecuencias de una contracción importante en el consumo internacional de hidrocarburos, empezando por la autosuficiencia de Estados Unidos; incluso otras economías que dependen seriamente del volumen del consumo de ese país, como Venezuela, enfrentaría un problema crucial para sustituir los ingresos que ya no provendrían de nuestro vecino del norte.

Así, la paradoja es: la ciencia y la tecnología avanzan para contener el cambio climático y el calentamiento global, a partir de cambios en los patrones de consumo de hidrocarburos y gas natural.

Es una buena noticia para conservar en lo posible el medio ambiente, pero para países como México significa una fuerte presión para encontrar, más temprano que tarde, opciones energéticas y de ingresos a las arcas del Estado.

Allí está un reto generacional, impostergable y visible: es deseable que la agenda de seguridad nacional prevea estos y otros temas, para proporcionarle al país una sólida base para crecer y mantenerse competitivo en la dinámica mundial y continental.

El posicionamiento del presidente Obama es una determinación de fondo. Al garantizar el autoabastecimiento de petróleo y gas natural, su país puede dirigirse sin mayores presiones a la migración energética. El plazo está señalado, la decisión tomada y los recursos disponibles. México y Latinoamérica, de no visualizar la transformación en puerta, pueden enfrentar una severa crisis en su participación en el comercio internacional y, en consecuencia, la falta de ingresos para financiar su desarrollo. Las variables ya las tenemos. Es momento de actuar.