Es de reconocer la importancia de la primera entrevista formal y bilateral que sostendrán en Estados Unidos los presidentes Enrique Peña Nieto y Barack Obama, sobre todo luego de dos años de gobierno y de un muy intenso periplo por parte del mandatario mexicano que lo ha llevado, literalmente, a viajar por todo el mundo.
La entrevista en Washington será precedida, primero, por la visita de Jeh Johnson, jefe del Departamento de Seguridad de la Patria, al mismo Peña Nieto, y, segundo, por la gravedad de los acontecimientos de las últimas semanas en los estados de Michoacán, Guerrero y en la Ciudad de México.
Lo que sí la fecha acordada, el 6 de enero, no puede ser peor. O bueno, sí: el 28 de diciembre, Día de los Inocentes, habría sido el acabose.
Es de llamar la atención la forma en que se deja sobreexpuesta la figura de la Presidencia de la República con errores u omisiones elementales: ¿se imagina usted el vuelo que se darán los caricaturistas, columnistas y críticos? Que si fue a recibir su regalo de Santos Reyes, que si le dieron pocos presentes porque se portó mal durante el año... ¿No había otra fecha? ¿En serio era la única e innegociable?
La entrevista bilateral es por sí misma muy importante, incluso para la agenda interna de Estados Unidos, en medio de la intensa polémica respecto del tema de la inmigración.
Agenda
Pero regresando a la fecha anecdótica, tal vez más de uno se preguntará si al partir la rosca de reyes en la Casa Blanca el presidente se gana el “muñequito” para invitar los tamales en Los Pinos el Día de La Candelaria. O si se lo saca Obama… De verdad: no hay ninguna necesidad de exponer al titular del Poder Ejecutivo al escarnio. Ya bastante desgaste ha tenido con la larga lista de errores y pifias de su equipo cercano de trabajo y gabinete.
La agenda bilateral entre ambas naciones es siempre compleja y difícil, pero ahora adicionada por la gravedad de acontecimientos, sobre todo, en lo que se refiere al crimen organizado trasnacional en su modalidad de tráfico de enervantes, la inmigración ilegal y demás temas concernientes a la seguridad regional, destacando el terrorismo de inspiración islámica.
Tomemos en consideración, de nuevo, la presencia de Johnson en la Ciudad de México menos de tres semanas antes de la cita en la Casa Blanca. Es decir, no vino el jefe del Departamento de Energía, de Estado, del Tesoro, de Educación, Comercio u otro alto funcionario del gobierno de Obama: fue el responsable de la coordinación de los servicios de la seguridad interior y de lucha contra el crimen organizado trasnacional.
Sin duda que esos asuntos concentrarán la atención del encuentro, a diferencia de que la educación, innovación y la tecnología fueron los que se trataron en la reunión iberoamericana en Veracruz. La visión práctica de la seguridad nacional en Estados Unidos le ha permitido a los gobiernos sucesivos establecer con precisión y ambigüedad, al mismo tiempo, una serie de medidas en donde condicionan apoyos a nuestro país.
Ante la situación inédita de disfunciones estructurales y sociales que vive México, tratarlas al día siguiente de la llegada de los Santos Reyes, cuando niñas y niños, los que pueden, abren sus regalos para que el día 6, reunidos en familia, partan la rosca para seguir la fiesta, no es una buena idea. Veremos cómo le va al presidente en su crucial visita a Washington. Esperemos que bien. Con todo y los desatinos de quienes hayan pretendido organizar la reunión desde México.