A 100 años de la Expedición Punitiva

Esta fue la respuesta estadunidense a la incursión del general Francisco Villa al poblado de Columbus

Francisco Villa
Foto. Revista ¿Sabías qué?
Javier Oliva Posada
Columnas
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Dentro de la serie de eventos que nos recuerdan la relevancia fundamental de la Revolución Mexicana —por cierto, el siguiente año cumple 100 de haber sido promulgada nuestra Constitución Política—, la intervención militar de Estados Unidos en Chihuahua con hasta doce mil soldados es uno de los eventos que marcó la historia de nuestro país.

Denominada con el eufemismo de Expedición Punitiva esta fue la respuesta, como sabemos, a la incursión del general Francisco Villa al poblado de Columbus el 9 de marzo de 1916, con el argumento de rechazar el reconocimiento que Washington le había dado al gobierno de Venustiano Carranza. La incursión empezó el día 14 de ese mismo mes.

El presidente de Estados Unidos era Woodrow Wilson, quien ejercería como tal de 1913 a 1921. La presencia de los soldados estadunidenses, comandados por el general John J. Pershing, se prolongó hasta el 7 de febrero de 1917, únicamente dos días después de la promulgación de la Constitución en la ciudad de Querétaro.

Es decir, que a tan solo mil 80 kilómetros de distancia la acción y amenaza de una numerosa invasión militar estadunidense se mantuvo en el ánimo de los debates del Constituyente. Claro que, como conclusión, requeríamos un Estado fuerte.

Los acontecimientos derivados de la muy delicada situación por la que pasaba el país nos recuerdan que también el divisionismo interno de la clase política, así como la ausencia de estructuras de gobierno confiables y estables, estaban entre otras de las causas estructurales que llevaron al país al borde de su extinción. Sin embargo, es notable observar que ante la amenaza concretada en una invasión al territorio nacional las profundas diferencias entre los bandos enfrentados se hicieron a un lado, por el momento, y unidades del Ejército Constitucionalista se enviaron a combatir a la fuerza invasora.

No hay duda de que una buena parte de las fuentes del nacionalismo mexicano tienen sus bases tanto en la Expedición Punitiva como en la invasión y ocupación del Puerto de Veracruz, del 21 de abril al 23 de noviembre de 1914, también por parte de Estados Unidos.

Lecciones

Las consecuencias de una sociedad agobiada por cualquier tipo de violencia, prolongada en el tiempo y dilatada en la geografía, terminan por debilitar el ánimo de trabajo y coordinación.

La crueldad y violencia con que se combatió en la Revolución Mexicana (1910-1924) serviría en muy buena medida para que la estabilización socioeconómica y el pacto político entre las facciones dieran al país los cimientos de paz necesarios para la reconstrucción.

Dentro de las importantes lecciones históricas de las condiciones en que se da la Expedición Punitiva resaltan, entonces, dos: la primera, desde luego, que la confrontación entre los mexicanos, al no formular o encontrar vías de diálogo, pero sobre todo de establecer acuerdos y cumplirlos, fomenta la búsqueda de opciones alejadas del interés común y que terminan por afectar los objetivos nacionales —sean de grupo o de organizaciones, imponerlos al resto de la población solo genera tensión y, en el peor de los casos, confrontación, que es una muy grave consecuencia—; la segunda, que en la dinámica internacional no hay contemplaciones: las debilidades de los Estados y sociedades son aprovechadas de forma natural por los demás jugadores (institucionales o no) en los diversos ámbitos de la competencia.

No necesitamos en la actualidad una situación como la padecida hace 100 años para darnos cuenta de la delicada situación que vivimos, pero si desatendemos las lecciones de la historia, como señala el viejo Karl Marx, la vamos a repetir.

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