Virólogos de todo el mundo se preguntan si los crecientes casos de reinfección de coronavirus son motivo de preocupación: aunque no son frecuentes en ocho meses de la pandemia de Covid-19 se documentan ya científicamente al menos dos docenas que demuestran que hay personas que no crean inmunidad al virus.
El primer caso y el más conocido es el de un hombre de 33 años de Hong Kong entre agosto y septiembre. Por esos días científicos de Países Bajos y Bélgica también confirmaron sus primeros casos de reinfección.
La única persona conocida que murió a causa de un caso de reinfección fue una mujer neerlandesa de 89 años, quien se había sometido a un tratamiento de quimioterapia por un cáncer de glóbulos blancos.
En México se estudia como posible reinfección el caso de una residente de Medicina Interna de 27 años.
La lejana posibilidad de reinfección por Covid-19 de pronto se mostró como una realidad con estos primeros pacientes, en quienes se probó y confirmó científicamente la reinfección con pruebas genéticas tanto en la primera como en la segunda infección para ver si existen diferencias en el virus.
Flotando en el aire quedaron muchas interrogantes para comprender el porqué puede suceder esto. La doctora Jazmín García Machorro, experta en virología del IPN, tiene una respuesta: en entrevista con Vértigo sostiene que “pequeñas variaciones genómicas del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 son suficientes para que el patógeno engañe al sistema inmune y un paciente recuperado de Covid-19 pueda reinfectarse”.
Estudiosa de los coronavirus que se han identificado como causantes de enfermedades en humanos reconoce: “Hay el antecedente de cómo algunos sobrevivientes del virus SARS-CoV, el primero de 2002-2003 en Asia, ahora se infectaron con el SARS CoV-2. Esta es una referencia fuerte e interesante que apuntala la reinfección, aunque son virus de la misma familia muestran que los anticuerpos no protegen de manera cruzada y quizá disminuyen y permanecen poco tiempo”.
Para la científica politécnica el fenómeno de la reinfección se vincula a la duración de la inmunidad, que por cierto “aún no está claro qué tan fuerte es o cuánto tiempo dura. Desconocemos el tiempo de inmunidad de quienes han padecido Covid-19 ya que este podría depender de diversos factores como la edad, la genética y la salud de las personas, así como la cantidad de anticuerpos neutralizantes que se generen, los cuales tienen la capacidad de impedir la entrada del SARS-CoV-2 a las células”.
Relacionado con esto el Imperial College London e Ipsos Mori aseguran en un estudio que la inmunidad esperada de los contagiados y luego recuperados no es tal. Estas dos organizaciones británicas mostraron que la inmunidad adquirida por los infectados y después curados de Covid-19 “decae bastante rápido”, especialmente en personas asintomáticas, y podría durar solo unos pocos meses.
Por su parte la politécnica sostiene que el estudio de 300 secuencias de SARS-CoV-2 en América del Sur y en particular en Colombia registran un cambio importante en la proteína espiga que la hace más afín para que infecte más. De tal suerte que los pacientes infectados con la primera variante también estarán expuestos a infectarse con una segunda.
Es posible desactivarlo
En el virus se presentan variantes porque la proteína polimerasa comete errores en las cadenas de ARN duplicadas que luego son corregidos por la proteína helicasa NSP13. Son precisamente estas variantes las que abren la posibilidad de las reinfecciones.
Docente en la Escuela Superior de Medicina (ESM), a los pacientes de Covid les dice “que no por haberse enfermado están protegidos” ya que los anticuerpos presentes no necesariamente son neutralizantes y a lo mejor tienen baja afinidad por el virus. No son capaces de evitar que el SARS-CoV-2 entre e infecte a más células.
“Los laboratorios solo cuantifican los anticuerpos y definen si la persona estuvo en contacto con el patógeno. No registran los anticuerpos de la gama alta con poder neutralizante, los cuales sí serían anticuerpos protectores”, advierte.
De lo que se va conociendo apunta que este virus es un “mago del engaño, porque se puede esconder de la respuesta inmunitaria en los primeros días. No permite que se detecte a tiempo”.
También destaca que “esta enfermedad respiratoria comienza en los pulmones como los coronavirus del resfriado común, pero después provoca en el sistema inmunitario un caos capaz de causar daños en los pulmones durante un tiempo prolongado o la muerte”.
Dice que el virus hace más que simplemente matar las células pulmonares: también las corrompe. Se ha visto que las células se fusionan masivamente con otras, llamadas sincitios, que funcionan mal y que parecen quedar adheridas. Han encontrado que no solo daña las células del pulmón sino también las de hígado, riñón e incluso cerebro.
“Paradójicamente este afán destructivo de las células ha impedido que se inserte en el genoma. Sin embargo no es una idea descabellada que busque dónde alojarse; ha sucedido con otros virus, el VIH y el herpes, que se quedan dormidos dentro de la célula y cuando llega algún estrés o estímulo del medio externo se disparan y se reactivan. Todavía no ha encontrado alguna célula de reservorio pero podría ocurrir porque así funcionan los virus”, anticipa.
Asimismo recuerda que cualquier virus para sobrevivir no intenta matar al hospedador. De hecho esto no deja de ser un hándicap para ellos ya que tienen que ir a buscar otros hospedadores. La única intención de los virus es reproducirse, igual que todas las especies de seres vivos sobre la Tierra. Parte de la evolución del SARS-CoV-2 es que con una parte de la población es letal y con otra no. Es selectivo con sus víctimas porque tampoco le conviene matar a toda la población y dejar de existir.
Lo que hoy le preocupa a la investigadora es el asunto de la inmunidad y las reinfecciones y el hecho de si las reinfecciones serán cada vez menos severas o más graves.
Vislumbra que este patógeno nos acompañará por un largo tiempo, continuará en circulación y seguirá infectando. “Quizá latente, alerta para engañar al sistema inmunitario y perpetuarse como la influenza por más de 100 años. Hay muchas posibilidades y escenarios, pero presiento que con o sin vacuna en dos años su poder letal quedará desactivado y la población va a dominarlo manteniendo las medidas sanitarias. No creo que pueda ser erradicado. Pero sí espero que logremos niveles de la infección que sean controlables y que el virus se vuelva cada vez menos severo”.
Los virus “son más antiguos que el humano y sus mecanismos para replicarse son tan complejos que nunca llegaremos a entenderlos cabalmente. El SARS-CoV-2 no cambia tan rápidamente pero sí hay estos pequeños cambios que son suficientes para que permita la entrada del virus a nuestras células. Hoy más que nunca hay que mantener las medidas preventivas, único escudo ante el patógeno”, remata la doctora en Biomedicina Molecular.
Deterioro mental
Un estudio a más de 84 mil personas supervisado por Adam Hampshire, médico del Imperial College de Londres, descubrió que en algunos casos graves la infección de coronavirus se asocia con déficits cognitivos sustanciales durante meses.
La gente entre 20 y 70 años que se recupera de Covid-19 podría sufrir impactos significativos en las funciones cerebrales y en el peor de los casos la infección se asocia a un deterioro mental equivalente a diez años de envejecimiento del cerebro.
Por ello los investigadores se han propuesto hurgar más a fondo hasta qué punto la cognición se ve afectada en las semanas y meses posteriores a la infección; y si en algunas personas se produce un daño permanente a la función cerebral.