La principal vía de propagación del virus SARS-CoV-2 es por medio de las gotitas de saliva que la gente esparce cuando habla, tose, estornuda o simplemente respira con la boca abierta. Esto supone que la mejor forma de minimizar su expansión en el transporte público y otros lugares es llevar mascarilla, cubrebocas y mantenerse a unos dos metros o más de los demás.
Dicen los expertos que expulsamos dos tipos de gotas que contienen saliva y otros fluidos respiratorios. Las de mayor tamaño reciben el nombre de gotas de Flügge, en honor del higienista alemán Karl Flügge, quien las describió a finales del siglo XIX, y a veces son fácilmente observables. Estas gotas permanecen en suspensión un tiempo limitado y no se dispersan más allá de metro y medio o dos metros del emisor.
Al ser relativamente grandes, pesadas y con un buen contenido hídrico las gotas de Flügge tienden a caer en unos minutos, depositándose en las superficies durante tiempos relativamente largos. En el caso del SARS-CoV-2 los virus contenidos en estas partículas pueden permanecer viables, según el tipo de superficie, desde horas a días. Por esta razón debemos extremar las precauciones de higiene y limpieza general. Y, por supuesto, lavarnos las manos ya que podemos haber tocado objetos contaminados.
Ahora bien, además de las de Flügge también emitimos un segundo tipo de gotas mucho más pequeñas. Son prácticamente inapreciables, por debajo de las cinco micras, y se dispersan como los aerosoles.
Frente a esta indefensión el doctor Leopoldo Ruiz Huerta, coordinador del Laboratorio Nacional de Manufactura Aditiva y Digital (Madit), con sede en el Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnologías (ICAT) de la UNAM, advierte en entrevista con Vértigo: “Más allá de la evidencia científica de estas gotas suspendidas en el aire, su tamaño, cantidad y alcance, su forma de gota o aerosol, lo urgente es considerar el uso de distintos dispositivos que representen una barrera física a las partículas virales”.
En este sentido, puntualiza, “tenemos los cubrebocas cuyo poder central es el de aminorar de manera significativa la velocidad a la que salen las gotas. Y el segundo elemento es la careta que frena las gotículas respiratorias que quedan adheridas a su superficie”.
El funcionario e investigador universitario es parte del equipo liderado por la UNAM y el Centro de Innovación Médica Aplicada del Hospital Gea González, creador de la Máscara GEA-MADiT, una careta con un nivel de aislamiento superior a las que actualmente podemos encontrar en el mercado, la cual cubre la mayor parte de los ángulos de la cara, permite 100% de visibilidad y resiste a largas jornadas laborales, además de ser fácil de llevar, reusable y reciclable.
La idea de la máscara surgió en el contexto de la pandemia del nuevo coronavirus para el uso exclusivo de personal médico. Miles de caretas han llegado a distintos hospitales públicos del país con gran aceptación por parte de médicos, residentes, enfermeros y demás personal sanitario.
“Es una protección doble: para protegerse de los elementos externos y protegerse de sí mismo, para no tocarse la cara. La parte central de la contaminación es evitar el contacto con las partes húmedas del rostro. A veces es inevitable porque son costumbres inconscientes. Una vez puesta la careta no permite tocarse en ninguno de los ángulos, imposible introducir un dedo, esto hace la diferencia con las otras caretas”, subraya el impulsor de la manufactura aditiva.
Escudo facial efectivo
También explica cómo el dispositivo protege a los demás de una posible contaminación porque evita que los virus del usuario sean expulsados al espacio ya que estos no salen de la careta.
Usada por muchos médicos del país junto al gorro quirúrgico y el tapabocas, Ruiz Huerta sostiene que “también la pueden usar las personas para ir al súper, la farmacia, el transporte público, plazas comerciales o para caminar por la calle”.
El material del que está hecha la careta (PETG) permite su limpieza con agua y jabón o disoluciones que cuenten con alcohol a 70%. Es muy importante no descuidar su desinfección y limpieza frecuente, porque se puede convertir en un área contaminada por patógenos e infectar a otras personas.
Destaca el doctor en Ingeniería Mecánica que cuando una persona habla o incluso estornuda quedan depositadas sus gotas en la parte externa de la máscara, por lo que resulta un extraordinario complemento al cubrebocas al minimizar el nivel de contagio por medio de mucosas húmedas (nariz, boca y ojos).
Reconocida su efectividad se optó por extender a la población la posibilidad de contar con una de estas pantallas faciales, la cual puede fabricar cualquier habitante sin depender de nadie. Gracias a un innovador y sencillo diseño sin fines de lucro el proceso de auto y mediana producción es posible, solo basta solicitar información básica, planos e instrucciones a la cuenta de correo leoruiz@unam.mx.
Comparte el académico que un segmento de la población tiene su careta. Se estima en casi 50 mil ejemplares los distribuidos a lo largo y ancho del país. También ha surgido un número indeterminado de emprendedores que las producen en proceso automatizado, como el que se realizó para la primera gran entrega en hospitales, cuyo costo de producción (incluidos materiales) por pieza no excedió los 25 pesos.
También destaca que la máscara será una herramienta útil y complementaria ante el relajamiento de las medidas de confinamiento, porque ante la falta de una vacuna o un medicamento específico la única vía es evitar el contagio tomando con responsabilidad social las medidas higiénicas de lavado de manos, desinfección de espacios, uso y limpieza del cubrebocas y la careta, además de la sana distancia.
RECUADRO
Pantallas faciales
Un estudio de simulación de tos recién efectuado en Reino Unido sostiene que una buena pantalla plástica puede reducir la exposición total a las gotas expulsadas por la tos y los aerosoles (las gotas diminutas) en 96% a una distancia de 46 cm.
Pero con los aerosoles más pequeños el protector fue menos efectivo, bloqueando 68% inmediatamente después de la exposición a la tos y solo 23% en los 30 minutos siguientes ya que estos aerosoles más pequeños pueden quedar flotando bajo el visor, en el espacio donde se produce la inhalación.
De acuerdo con Julian Tang, profesor del Departamento de Ciencias Respiratorias de la Universidad de Leicester, en Inglaterra, las pantallas faciales son por lo general bastante efectivas, pero lo más importante a tener en cuenta es “cuán lejos el protector se curva para cubrir las orejas (si queda un espacio los aerosoles podrían entrar por esa vía y provocar una infección) y qué tanto se extiende por debajo (para protegernos de los aerosoles flotantes que podemos inhalar bajo el protector)”.
Ahora bien lo más recomendable es el uso de la careta con el cubrebocas y además mantener la distancia social y lavarse las manos, que siguen siendo dos medidas cruciales para frenar la pandemia.