DESCUBREN EN EL ACEITE DE OLIVA PROPIEDADES CONTRA EL PARKINSON

Descubrimientos que pueden ayudar a comprender los efectos de mejora de algunos aceites naturales.

J. Alberto Castro
Columnas
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La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo que suele comenzar entre los 50 y los 65 años. Clasificada entre las enfermedades de “trastornos del movimiento” es a la vez crónica, porque persiste durante un extenso periodo, y progresiva, lo que significa que sus síntomas empeoran con el tiempo.

Sus cuatro síntomas principales son temblor en las manos, los brazos, las piernas y la mandíbula o la cabeza; rigidez, o agarrotamiento de las extremidades y el tronco; bradicinesia, o lentitud en los movimientos; e inestabilidad postural, o deterioro del equilibrio.

Muchos investigadores ahora creen que la enfermedad es consecuencia de una combinación de susceptibilidad genética y exposición a uno o más factores ambientales que la desencadenan. No es hereditaria ni contagiosa. Si bien esta afección dificulta el movimiento, no causa parálisis.

Esta enfermedad afecta alrededor de 50% más a hombres que a mujeres. Se produce cuando las células nerviosas, o neuronas, en un área del cerebro conocida como sustancia negra mueren o se dañan. Normalmente estas neuronas producen una sustancia química importante en el cerebro conocida como dopamina. Esta es un mensajero químico responsable de transmitir señales entre la sustancia negra y la siguiente “estación de relevos” del cerebro, el cuerpo estriado, para producir movimientos suaves y decididos. La pérdida de dopamina produce patrones anormales de activación nerviosa dentro del cerebro que causan deterioro del movimiento.

Actualmente no existe una cura para este mal que aqueja aproximadamente a 2% de la población mayor de 65 años. Como paliativo solo funciona la terapia con base en la sustancia levodopa como precursor de la dopamina requerida por el cerebro.

Interesados en “la necesidad urgente de descubrir nuevos enfoques preventivos y terapéuticos” cuyas causas siguen siendo un enigma, científicos del Instituto Politécnico Nacional (IPN) descubrieron que el aceite de oliva (de origen vegetal) muestra efectos beneficiosos en la modulación de la neurodegeneración relacionada con la enfermedad identificada por el doctor James Parkinson en 1817.

Los doctores Eunice Farfán, Antonio Abad, Alberto Alatorre, Teresa Pérez, Enrique Querejeta y Marvin Soriano Ursúa, de la Escuela Superior de Medicina (ESM), encontraron similitudes estructurales entre la dopamina, neurotransmisor central de las emociones y del movimiento, con el aceite de oliva, por lo que podría ser un protector natural de las neuronas ante esta enfermedad del sistema nervioso.

Este importante hallazgo lo reportaron los investigadores del IPN en la revista especializada Toxicology Research and Application. En el artículo destacan los sorprendentes resultados de un experimento sin precedente con ratones inducidos a parkinsonismo, donde se evaluó el potencial terapéutico de los aceites de maíz y oliva contra procesos neurodegenerativos.

En entrevista con Vértigo Marvin Soriano Ursúa, integrante del Sistema Nacional de Investigadores, manifiesta que el aceite de oliva produjo una clara atenuación de la toxicidad y el daño en la función motora y la integridad neuronal, pero no el aceite de maíz.

También recuerda: “Desde el primer día de las evaluaciones se observó un progreso notable en la fuerza muscular del grupo de ratones de laboratorio al que se le administró aceite de oliva, contrario a los que recibieron aceite de maíz, que no presentaron ninguna mejora. Estudios posteriores realizados a la corteza cerebral, cerebelo y algunos grupos de neuronas que se encuentran en el tallo cerebral confirmaron el poder curativo del aceite de oliva”.

Neuroprotector

“Luego del análisis del aceite de oliva encontramos que contiene tirosol, hidroxitirosol, oleuropeína y oleocantal, moléculas que comparten estructuras químicas muy similares a la dopamina y que pudieran tener algún efecto neuroprotector”, comparte el integrante de la American Chemical Society.

El especialista agrega que se han reportado otros beneficios, como el aporte de vitaminas del grupo B, algunos compuestos fenólicos relacionados con neurotransmisores y ácidos grasos Omega 3, 6 y 9, que se consideran potentes antioxidantes y cuya presencia previene la degeneración del tejido nervioso.

Soriano considera importantes estos descubrimientos porque pueden ayudar a comprender los efectos de mejora de algunos aceites naturales —como la oliva— sobre la neurodegeneración inducida por algunas toxinas, en particular la atenuación del daño neuronal relacionado con el parkinsonismo inducido por toxinas u otras patologías que comprenden la muerte neuronal y la alteración motora.

Aunque se reconoce cada vez más la importancia de la genética en la enfermedad de Parkinson, la mayoría de los investigadores cree que las exposiciones ambientales aumentan el riesgo de una persona de contraer la enfermedad. Aun en los casos familiares la exposición a toxinas u otros factores ambientales puede influir sobre cuándo aparecen los síntomas o cómo evoluciona la enfermedad. Por ejemplo la Universidad de California-Los Ángeles ha identificado tres pesticidas que parecen aumentar las posibilidades de padecer Parkinson, con los nombres ziram, mane y paraquita.

Esto último fue considerado por el grupo científico del IPN, que suministró a ratones de laboratorio la toxina MPTP encontrada en una heroína sintética adulterada de California, que causó síntomas parkinsonianos en los humanos. En 1982 George Carillo fue hospitalizado por presentar síntomas similares a los del Parkinson: había tomado una droga callejera, heroína sintética. Una parte de esta droga se había contaminado con un químico conocido como MPTP.

Curiosamente los casos de Carillo y otros adictos ayudaron a confirmar las regiones del cerebro que se dañan cuando alguien tiene Parkinson y además motivaron nuevas investigaciones. Los comportamientos similares entre el MPTP y el Parkinson posibilitaron un modelo en ratones y en algunos primates para estudiar este mal crónico aún rodeado de muchos enigmas.

Cuenta Soriano que tras la administración de aceite de oliva en ratones con toxicidad inducida por MPTP las pruebas de comportamiento mostraron una mejora notable, porque la administración de ciertas dosis de aceite de oliva mitigó el daño neuronal y las manifestaciones de parkinsonismos en estos animales. Este resultado permitió reportar como algo nuevo la innegable propiedad del aceite de oliva como un agente que impide la neurodegeneración.

Debido a que se desconoce la causa de la enfermedad de Parkinson las maneras probadas para prevenirla también son un misterio. En algunas investigaciones se ha demostrado que el ejercicio aeróbico regular podría reducir el riesgo de tenerla.

Otras investigaciones señalan que las personas que beben cafeína presentan parkinsonismo con menos frecuencia que las personas que no la consumen.

También se habla de la importancia de la lectura, el sueño largo y profundo, la ejercitación de la memoria y, ahora, la introducción del aceite de oliva en la dieta diaria.

Finalmente Soriano manifiesta que se requieren más estudios para la identificación de compuestos específicos en el aceite de oliva con potencial para crear fármacos y respaldar sus evidentes beneficios terapéuticos ante la enfermedad de Parkinson.

RECUADRO

Parkinson

En México el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía estima una prevalencia de 50 casos nuevos por cada 100 mil habitantes al año.

A escala mundial se calcula que cuatro o cinco millones de personas mayores de 50 años puedan padecer esta enfermedad.

La enfermedad comienza entre los 50 y los 65 años pero hay casos de inicio precoz, temprano o juvenil: entre los 21 y 45 años, y supone un 5-10% del total de casos.
El actor Michael J. Fox es probablemente el caso de inicio temprano de Parkinson más conocido: se le diagnosticó cuando tenía 30 años.